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Azalea, Flor Del Desierto (Entre El Amor Y El Odio) CAPÍTULO 5
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Azalea, Flor Del Desierto (Entre El Amor Y El Odio) CAPÍTULO 5
Capítulo 5:
"La Venganza De Azalea"
PARTE 1
Era de noche y la luna llena apenas iluminaba el sendero lleno de árboles, flores y piedras.
Pero ella seguía corriendo sin mirar atrás. Sin importarle que iba descalza y que las piedras lastimaban sus delicados pies.
Solo deseaba huir del Diablo y llegar a los brazos de su ángel de la guarda…solo él podía salvarla de las garras de ese demonio…
Una nube ocultó la luna y el sendero quedó a oscuras.
La joven chocó con un fuerte pecho y unos brazos la apretaron con fuerza.
DALDEN: Tranquila. Yo soy tu ángel.
¡Era la voz de Dalden!
No podía verle la cara pero sintió que la besaba, así que lo apartó e intentó soltarse, pero él la llevó hacia una luz en el bosque y señaló hacia un rosal iluminado por una farola.
Ahí estaba Falon, besando a una bonita chica.
Azalea debería sentirse contenta por haberse librado del Diablo, pero su corazón sintió dolor.
No. Eso no era posible. ¡Ella y Falon se odiaban!
Cerró los ojos con fuerza y deseó desaparecer.
Cuando los abrió se encontró en su cama.
Kupó la miraba con preocupación.
KUPÓ: Otra pesadilla, kupó.
AZALEA: Sí.
KUPÓ: Esta vez no has gritado, kupó.
AZALEA: Es extraño.
Se levantó y se dio un baño perfumado.
Luego se sentó en el tocador y se cepilló el cabello húmedo.
Su mente recordó los acontecimientos de anoche.
Todavía cargaba con la rabia de pensar que organizando fiestas podría conseguir amigos.
¿A quién querían engañar esos odiosos?
Jamás volvería a verlos. Y deseaba que Falon y Tedra se fueran de una vez a su hogar.
Quería tranquilidad. Sola, pero en paz.
Ya era feliz junto a Kupó y a Mog. No necesitaba a nadie más.
KUPÓ: Alguien llega en una carroza, kupó.
Azalea se asomó a la terraza y vio en la entrada del jardín principal una carroza blanca y azul, de la cual salió la chica bonita que había bailado con Falon. ¿Qué hacía ella aquí?
La respuesta llegó al momento.
Falon se acercó a esa chica, le besó la mano y subió con ella a la carroza.
Se fueron.
Azalea volvió a sentir celos. Y eso la terminó de enfurecer.
Por eso pasó toda la mañana encerrada en la habitación, con la compañía de su mascota.
A la hora de comer no se presentó al comedor real.
Pasaron las horas y llegó el atardecer.
Alguien tocó a la puerta.
AZALEA: Adelante.
Entró su madre y se acercó a su hija, la cual estaba acostada en la cama, mirando al techo con expresión aburrida.
REINA: ¿Estás bien, cariño?
AZALEA: Sí, mamá.
REINA: No has salido de aquí en todo el día.
AZALEA: Solo estoy cansada de la fiesta. Me apetecía estar sola y relajada.
REINA: ¿Bajarás a cenar?
AZALEA: ¿Estará Falon?
REINA: Sí. Llegó hace una hora.
AZALEA: Entonces no bajaré.
REINA: Hija…
AZALEA: Cenaré en la cocina.
REINA: Como quieras.
La reina se marchó, y Azalea se quedó pensando.
Falon había regresado hacía una hora apenas. Había pasado casi todo el día con esa bonita chica. ¿Será que le gustaba?
AZALEA: Bueno, mucho mejor. Así dejará de seguirme y agobiarme.
Suspiró y bajó a la cocina.
Se sentó en la redonda mesa y ordenó que le sirvieran la cena.
La cocinera y Kupó le hicieron compañía.
Conversaron y rieron hasta que Falon entró y se acercó a ellas.
FALON: Señora Cira, ¿ya tiene preparada la cesta?
COCINERA CIRA: Sí, Alteza.
FALON: Muchas gracias por las molestias.
CIRA: Para nada. Es agradable preparar un postre para una pareja. Vuestra amiga es preciosa. Espero que le guste.
FALON: Seguro que sí. Buenas noches.
Dicho eso, miró un segundo a Azalea y se marchó, dejándola tensa.
Así que volvía a irse para verse con ella. ¿Acaso ya eran novios?
AZALEA: ¿Y a mí qué me importa?
CIRA: ¿Disculpad?
AZALEA: No, nada. Pensé en voz alta.
Terminó de cenar y se dirigió hacia su habitación.
Habló con Kupó un buen rato. Luego leyó un libro. Y al fin se acostó en la cama. Pero no podía dormir.
No dejaba de pensar en Falon y en esa chica. ¿Qué estarían haciendo?
Su mente imaginó a él besando a esa chica…abrazándola…acariciándola…
Cerró los ojos con fuerza y se obligó a olvidar todo eso.
Debía dormir o sino mañana amanecería con ojeras. Y eso no debía permitirlo. ¡Su belleza era sagrada!
Después de dar vueltas y más vueltas en la cama, decidió levantarse y asomarse a la terraza.
La noche era cálida y el cielo yacía cubierto de estrellas.
Mañana haría un día soleado.
Miró más allá de los muros del reino, dónde habitaba lo desconocido.
Anhelaba tanto salir de Ciudad Krystán y recorrer mundo…
En quince días se arreglaría su viaje hacia Ciudad Aion para iniciar sus segundos estudios.
Entonces aprovecharía al máximo cada minuto que pasara en ese lugar.
Oyó pasos abajo en el jardín y vio llegar a Falon, el cual alzó la mirada al ver luz en una de las terrazas. Precisamente la terraza de Azalea.
Sus miradas se encontraron y él le sonrió, saludándola con la mano.
Ella le sacó la lengua y se dio la vuelta para entrar en su habitación.
------------------------------------------------------------------------------------------
Al día siguiente, la reina y su hija salieron en la carroza hacia la ciudad, acompañadas por un séquito de soldados montados en caballos.
Se dirigían hacia el edificio en donde la princesa se había comprado el vestido que usó en su cumpleaños.
Al llegar, la reina se puso a hablar con la encargada, así que Azalea aprovechó para mirar todos los vestidos que había.
Deseaba tanto llevárselos todos y así tener uno para cada día…
Pero su ropero y sus armarios estaban ya repletos.
Oyó risas y miró hacia la entrada.
Se puso tensa al ver a Falon y a la bonita chica.
Al ver a Azalea, Falon se acercó, sonriendo.
FALON: Vaya, no esperaba encontrarte aquí.
AZALEA: Ajá.
FALON: ¿Has venido a comprar algún vestido?
AZALEA: No. Mi madre quiere encargar algo.
FALON: Ah, como Cerith.
AZALEA: ¿Cerith?
FALON: Sí. Mi amiga, ella.
CERITH: Hola, Azalea. (Acercándose) Tu fiesta estuvo espectacular.
AZALEA: Oh, sí. Y la compañía también.
CERITH: ¿Cómo?
AZALEA: Nada. Seguiré mirando los vestidos. Si me disculpáis…
Pasó por al lado de Cerith y la miró muy por encima del hombro, haciéndola sentir inferior y pequeña.
Falon y su amiga conversaron y compartieron opiniones para el encargo que ella deseaba realizar. Y Azalea no dejó de mirarlos hasta que se fueron.
Pero la curiosidad pudo más que ella, así que aprovechó que su madre estaba despistada para salir tras Falon.
Los soldados estaban ahí en la entrada, vigilando. Y Azalea no tuvo más remedio que mentirles.
AZALEA: Mamá me ha ordenado ir a la carroza a por dinero. Se le ha olvidado.
SOLDADO: Os acompaño, Alteza.
AZALEA: Como gustes.
Mientras la princesa caminaba hacia su carroza seguida por el soldado, se fijó en la carroza blanca y azul que se alejaba hacia la izquierda.
Ahí dentro iban Falon y Cerith.
Al llegar a su carroza, ella subió, cerró la puertita, cogió las riendas de los caballos y los arreó, poniéndolos en marcha.
La carroza empezó a avanzar ante la atónita mirada de los soldados.
SOLDADO: ¡Princesa! ¡Esperad!
Azalea se sorprendió al ver a sus caballos cabalgar a toda velocidad y se asustó al comprobar que jamás había llevado una carroza. Pues era su primera vez.
Respiró hondo y se concentró en la carroza blanca y azul que iba delante de ella.
Pronto la alcanzaría si seguía yendo a esa velocidad.
La gente en la calle observaba la carroza de Azalea pasar, y es que ir tan rápido por las calles de la ciudad estaba prohibido.
Ay, Dios… Si no conseguía frenar un poco a sus caballos, se metería en un buen lío.
Tiró de las riendas y los obligó a menguar la velocidad, pero lo único que consiguió fue hacerlos girar hacia la derecha, desviándose por un sendero de piedras y solitario.
AZALEA: ¡No, por aquí no!
Volvió a tirar de las riendas y los caballos se pusieron nerviosos al no ser bien guiados.
Relincharon y aceleraron la marcha.
La carroza empezó a tambalearse bruscamente ante tantas piedras en el camino.
Azalea ya estaba asustada, pues se estaba alejando demasiado de la ciudad y no sabría cómo volver.
Su corazón iba tan acelerado como sus caballos, así que tiró una vez más de las riendas y ellos giraron bruscamente, haciendo que la carroza voltease con demasiada fuerza y terminara volcada en el suelo.
La princesa gritó y se golpeó la cabeza con el asiento.
Entonces perdió la conciencia.
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Un hombre y un chico habían visto de lejos cómo aquella carroza volcaba hacia el suelo.
HOMBRE: Oh, Dios mío…
CHALLEN: Tenemos que ir a ayudar, padre.
HOMBRE: Fíjate en los colores de la carroza. Son blanco y dorado. Pertenecen al Reino Krystán.
CHALLEN: Con más motivos. Vamos.
Los dos corrieron hacia allí y al llegar, el chico abrió la puertita de la carroza y se sorprendió al ver a la princesa inconsciente.
La cogió en sus brazos y la sacó de ahí.
HOMBRE: ¡Por todos los dioses! ¡Es la princesa!
CHALLEN: ¿Qué hacía sola en la carroza?
HOMBRE: Pues en la forma en que viajaba parecía que estaba huyendo.
Challen la acostó sobre la hierba y se notó las manos pegajosas, así que se las miró y se las vio manchadas de sangre.
CHALLEN: Maldita sea… Está herida.
HOMBRE: Hay que atenderla. Llevémosla a casa antes de que pierda mucha sangre.
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Azalea despertó y se vio en una desconocida y pequeña habitación.
Quiso levantarse pero se mareó y sintió un agudo dolor en la cabeza.
¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba?
AZALEA: ¿Hay alguien ahí?
Alguien se acercó y le tomó la mano.
Azalea intentó enfocar la mirada pero veía borroso.
AZALEA: ¿Quién eres? ¿Dónde estoy?
CHALLEN: ¿No recordáis nada?
AZALEA: No… Me duele mucho la cabeza…
CHALLEN: A causa del golpe. Estabais sangrando pero no era nada grave. Os puse un vendaje para cortar la hemorragia.
AZALEA: ¿Qué?
CHALLEN: Os encontré inconsciente en vuestra carroza, Alteza.
Entonces ella recordó todo.
Falon y Cerith en el edificio de los vestidos. Luego los había seguido con la carroza. Los caballos se habían alterado y la carroza había volcado.
¡Oh, Dios! ¿Cuánto tiempo habría pasado? ¡Su madre estaría tan preocupada!
Se incorporó en la cama y la cabeza le dio vueltas, pero no le importó.
AZALEA: Tengo que volver al reino.
CHALLEN: ¿Estáis lo suficientemente mejor como para cabalgar?
AZALEA: Sí. Mis padres estarán angustiados por mi desaparición.
CHALLEN: Lo entiendo. No perdamos tiempo entonces.
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En el castillo, la reina lloraba desconsoladamente ante la mirada de la princesa Tedra.
Una sirvienta se acercó a la reina para ofrecerle una taza de tila.
SIRVIENTA: Majestad, esta infusión os irá bien.
REINA: No quiero nada. Lo único que deseo es tener a mi pequeña aquí.
TEDRA: No se angustie. Azalea regresará sana y salva.
REINA: Han pasado más de dos horas y no sé nada de ella.
Las puertas de la entrada se abrieron y entraron el rey junto con Falon y un séquito de soldados.
Con el rostro lleno de angustia, el rey se acercó a su esposa y le tomó las manos.
REY: Mi amor, hemos encontrado nuestra carroza volcada en un solitario camino.
REINA: ¿Y nuestra hija?
REY: No había rastro de ella.
La reina se derrumbó en los brazos de su esposo y siguió llorando.
Falon se sentó en el cómodo sofá y se pasó las manos por el rostro con desesperación.
¿Dónde estaría la princesa? ¿Pero qué le había llevado a huir sola en la carroza? ¿Y hacia dónde? ¿Con qué motivo?
Tedra se sentó a su lado.
TEDRA: Pareces preocupado.
FALON: Como para no estarlo.
TEDRA: Si la falsa Azalea no aparece, será mucho mejor para mí.
FALON: Cállate, Tedra. No le desees eso ni a tus enemigos.
TEDRA: No me hables así.
FALON: Mejor tú no me hables más.
De pronto, un soldado entró corriendo y se postró frente a los reyes.
SOLDADO: Majestad, ha llegado un chico en un caballo y trae a la princesa.
REY: ¿Qué?
Todos salieron al jardín principal y vieron a dicho chico con Azalea en sus brazos, la cual se soltó y corrió hacia los brazos de sus padres.
REINA: ¡Oh, hija mía! ¿Dónde has estado?
REY: Tu cabeza tiene vendaje. ¿Por qué estás herida?
Todas las miradas se clavaron en el desconocido que había traído a la princesa.
Y antes de que Azalea pudiera explicarlo todo, se mareó y se desmayó en los brazos del rey.
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Cuando despertó, los rayos de sol consiguieron dañarle los ojos, y tuvo que esperar unos segundos para acostumbrarse a la luz.
Entonces se incorporó y se vio en su habitación.
Kupó dormía a los pies de su cama, así que se levantó sin hacer ruido y se miró en el espejo para verse el vendaje que cubría su cabeza.
Al fin estaba sana y salva en su hogar, y todo gracias a ese chico.
Pensándolo bien… Ahora no recordaba nada.
Bajó al comedor real y sus padres desayunaban con Falon y Tedra.
REINA: ¿Cómo sigues, hija?
AZALEA: Mucho mejor. ¿Dónde está el chico que me trajo aquí?
REINA: Bueno, verás…
REY: En el calabozo.
AZALEA: ¿Qué? ¿Pero por qué?
REY: Él ha sido el causante de todo.
AZALEA: ¡Claro que no! Él fue quién me ayudó. Papá, no juzgues sin saber las cosas.
Dicho eso, se dirigió a los calabozos y ordenó al guardia que abriera la reja.
Entonces se acercó al chico, el cual la miró, sorprendido.
AZALEA: ¿Se puede saber por qué no le has contado a mi padre cómo pasó todo?
CHALLEN: No me dieron la oportunidad, Alteza.
AZALEA: Entonces la tendrás ahora. Sígueme.
Los dos regresaron al comedor real, y los reyes, Falon y Tedra se quedaron mirando al desconocido, el cual bajó la mirada ante la presencia de gente tan importante.
AZALEA: Papá, mamá, él es quién me ayudó y atendió mi herida. Gracias a esta persona hoy estoy aquí. No tienes ningún derecho a encerrarlo, papá.
REY: Comprende que te desmayaste nada más llegar y no tuviste ocasión de contarme los hechos.
AZALEA: ¿Y a él por qué no le dejaste hablar?
REY: Fueron los nervios, hija. Estábamos muy angustiados por ti. ¿Cómo te llamas, muchacho?
CHALLEN: Challen, Majestad.
REY: Te agradezco que hayas traído a mi hija sana y salva. Las puertas de este reino siempre estarán abiertas para ti.
CHALLEN: Muchas gracias, Majestades. Si me disculpáis, me marcharé a casa.
Hizo una reverencia y se marchó, seguido por Azalea, la cual lo detuvo del brazo y se miraron.
AZALEA: Disculpa por lo que ha hecho mi padre.
CHALLEN: No os preocupéis. Puedo entenderlo.
AZALEA: De nuevo te doy las gracias por haberme ayudado.
Le sonrió con tanto afecto que el corazón de Challen se detuvo.
Dios… Esa princesa se parecía tanto a su amada…
Zannaleah… ¿Dónde estaría? ¿Cuándo regresaría?
Antes de que cayera en la tentación de abrazar a Azalea, le hizo una reverencia, subió en su caballo y se fue.
Azalea se quedó mirando cómo se alejaba, consciente de que en los ojos de ese chico había mucho dolor.
Y mirándolo bien, su cara se le hacía familiar.
Estaba segura de que lo había visto en otra ocasión, pero ahora no recordaba cuándo ni dónde.
FALON: ¿Te gusta?
Azalea se dio la vuelta para encontrarse a Falon cruzado de brazos y con una expresión seria en el rostro.
FALON: ¿Por qué haces esto?
AZALEA: ¿De qué hablas?
FALON: Has asustado a tus padres.
AZALEA: ¿De qué me acusas con eso?
FALON: ¿Por qué estabas inconsciente y sola en la carroza?
AZALEA: ¿A ti qué te importa?
Quiso irse, pero él la detuvo del brazo y se miraron, desafiantes.
FALON: ¿Qué te llevó a irte sola en la maldita carroza?
AZALEA: Me estás haciendo daño. Suéltame.
FALON: No hasta que respondas.
AZALEA: A ti no tengo que darte explicaciones de nada.
FALON: Creo merecerlas ya que he estado buscándote durante más de dos horas.
AZALEA: Lo dudo, pues has estado bien entretenido con esa novia tuya.
Falon quiso replicar, pero se calló al ver la expresión de esa testaruda princesa.
¿Eran celos lo que veía en esos bellos ojos? ¿Sería posible?
Tenía que averiguarlo ahora mismo.
FALON: ¿Cómo sabes que es mi novia?
AZALEA: Suéltame.
FALON: En primer lugar, cuando regresé de mi paseo con Cerith, la reina había vuelto sin ti. En segundo lugar…
AZALEA: He dicho que me sueltes.
FALON: …fui con tu padre y con los soldados a buscarte. Y en tercer lugar, ¿crees que Cerith y yo hacemos buena pareja?
Azalea soltó un gruñido y con su mano libre aruñó la cara de Falon, el cual retrocedió, sorprendido y adolorido, viendo cómo ella salía corriendo hacia el castillo.
FALON: ¡Huye, pequeña bruja! ¡Tarde o temprano me la pagarás!
Se tocó la mejilla aruñada y sonrió muy a su pesar.
Estaba seguro de que Azalea sentía celos de Cerith, y saber eso lo motivaba a seguir con sus planes de conquistarla.
-------------------------------------------------------------------------------------------
Esa noche, Azalea bajó a la biblioteca y decidió buscar un libro antes de cenar.
Por desgracia, ahí estaban Falon y Tedra, sentados y conversando.
Decidió ignorarlos y empezar a buscar un libro que le pareciera interesante.
TEDRA: ¿Así que al fin te decidiste a aceptar cómo novia a Cerith?
FALON: Sí. Es bella, educada y proviene de la alta sociedad.
TEDRA: Me alegro por ti, hermanito.
FALON: Yo también me alegro de haber encontrado a alguien tan especial como ella. Me trata tan bien, y sus labios son tan dulces…
Unos cuantos libros cayeron de los brazos de Azalea, y el fuerte ruido hizo que Falon y Tedra la mirasen de reojo.
TEDRA: Es tan torpe como la verdadera Azalea.
FALON: Y tienen el mismo mal carácter.
TEDRA: Opino lo mismo.
Azalea apretó los dientes y se agachó para recoger los libros y dejarlos sobre la mesa para luego seguir buscando uno que le interesara.
Pero los dos hermanos todavía querían seguir atacándola.
TEDRA: Vaya escándalo provocó en la fiesta, echándolos a todos así de repente.
FALON: Qué vergüenza…
TEDRA: A este paso conseguirá quedarse tan sola como la verdadera Azalea.
FALON: Allá ella. Es su problema. Por cierto, mañana invitaré a comer a Cerith.
En ese momento, Azalea se giró hacia ellos y señaló con un dedo a Falon.
AZALEA: ¿Con qué derecho vas a invitarla a mi castillo?
FALON: Con el consentimiento del rey.
AZALEA: No creo que te lo permita.
FALON: Ya lo veremos.
Azalea quería gritar y tirarle los libros en la cabeza, pero de nuevo volvió a morderse la lengua, y sin libro, se fue de la biblioteca, dejando a Falon satisfecho.
Tenía claro que cada vez que hablaba de Cerith, Azalea reaccionaba violentamente.
Entonces vio que su hermana lo miraba con una malvada sonrisa.
FALON: ¿Qué pasa?
TEDRA: Tu cambio me sorprende.
FALON: ¿Qué cambio?
TEDRA: Antes decías que no atacarías a esa princesa, que querías su amistad. Y ahora la estabas atacando.
FALON: Ella también me trata mal sin motivos. Le daré lo mismo.
TEDRA: Me parece bien.
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Al día siguiente, Azalea se puso un precioso vestido de color rosa suave apretado a las curvas de su cuerpo.
Las sirvientas le hicieron un peinado espectacular y se lo decoraron con una pequeña corona de diamantes.
Estaba furiosa porque su padre había permitido que la novia de Falon viniera a comer al castillo. Por eso estaba dispuesta a eclipsarla con su belleza y captar la atención de Falon para hacerla sentir que le daba de lado.
Sonrió satisfecha y bajó al comedor real.
Al entrar, sus padres, Falon, Tedra y Cerith ya estaban en la mesa, así que Azalea saludó y se sentó frente a Falon, el cual quedó deslumbrado ante su hermosura. Y es que no se cansaba de mirarla…
La comida fue servida y todos comenzaron a conversar mientras comían.
Azalea se dedicó a provocar a Falon con sus miradas y sonrisas traviesas. Y de eso se dieron cuenta Tedra y Cerith, la cual se sintió incómoda.
El sorprendido era Falon.
¿Qué pretendía Azalea? ¿Por qué se comportaba así? ¿Qué quería conseguir?
Dejó de mirarla para empezar a hablar y a reír con Cerith, que estaba a su lado.
Entonces Azalea usó otra táctica.
Por debajo de la mesa, se quitó un zapatito y estiró la pierna para tocar las rodillas de Falon con su piececito.
Él se puso tenso, pero siguió conversando con Cerith. Y Azalea siguió acariciándolo con el pie hasta que el chico se levantó y se disculpó para ir al baño.
Tras unos segundos, Azalea también se disculpó y salió tras Falon.
Lo encontró en el pasillo y se quedaron mirando en silencio.
Estando ahí a solas, la princesa no se sentía tan valiente como para seguir provocándolo, pero deseaba continuar con el plan de fastidiarlo, así que se acercó a él y mostró su bonito escote.
FALON: ¿A qué estás jugando?
AZALEA: ¿Por qué me preguntas eso?
FALON: Tu comportamiento es extraño.
AZALEA: ¿Por qué?
FALON: Me estás provocando.
AZALEA: ¿En qué sentido?
FALON: En el sentido de llevarte a mi cama y hacerte el amor hasta dejarte atontada.
Azalea se sonrojó y tuvo que tragar saliva.
Era la primera vez que Falon le hablaba así.
De hecho era la primera vez que le decían algo así.
Pero no se dejaría intimidar.
AZALEA: Creo que eso deberías decírselo a tu novia.
FALON: Todavía ella no se me ha ofrecido. Quizá mientras tanto tú quisieras empezar a ofrecerte a mí.
Azalea lo abofeteó.
¿Cómo se atrevía a tratarla como a una arrastrada?
Falon la miró con seriedad, aguantando las ganas de estamparla contra la pared y besarla hasta dejarla sin aliento.
FALON: Aunque me provoques, aunque seas hermosa y deseable, yo ahora estoy interesado en Cerith, así que deja de molestarme y dedícate a jugar con tus muñecas.
Y se fue, dejándola con la boca abierta.
No estaba acostumbrada a que la tratasen así. No ahora que era tan bella y deseable.
Apretó los puños y contó hasta diez para tranquilizarse.
Eso no quedaría así.
Regresó al comedor y se sentó para terminar de comer.
Poco después, Falon y Cerith salieron al jardín para pasear bajo los rayos de un sol espléndido.
Azalea salió tras ellos, y se acercó al rosal para disimular, así que los miró de reojo.
Estaban demasiado juntos…y parecían gustarse mucho.
Se agachó para oler una rosa y acariciar los suaves pétales con la nariz, preguntándose por qué Falon se había fijado en Cerith, si era una chica callada, bonita pero demasiado seria y aburrida.
Cuando volvió a mirar hacia ellos, vio que él se inclinaba para besarla.
¡Y delante de su cara!
AZALEA: ¡¡Falon!!
El tiempo se detuvo. Se hizo el silencio.
Falon y Cerith la miraron, sorprendidos.
Ella los miró con horror, sintiéndose avergonzada por haber cortado ese beso.
Por todos los dioses… ¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué actuaba así? ¿Y por qué Falon miraba hacia el rosal?
De pronto sintió dolor en la mano derecha, así que bajó la mirada y se asombró al ver que estaba apretando en su puño un pedazo de zarza lleno de espinas, las cuales se habían clavado en la delicada piel de su mano.
Pero no la soltó, consciente de que le dolía más el corazón que la mano herida.
Miró por última vez a la pareja, y con la zarza en su puño, se fue hacia su habitación.
Al llegar, se acostó sobre la cama y lloró sin saber por qué.
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Falon se despidió de Cerith, la ayudó a subir a la carroza y miró cómo se alejaba del reino.
Entonces alzó la vista hacia la terraza de Azalea.
¿Debía ir o no a buscarla?
Recordó su mirada llena de confusión y dolor. La zarza apretada en su pequeño puño. Su respiración agitada por haber interrumpido el beso entre él y Cerith.
Un beso que justamente había sido planeado para provocar a la princesa. Y había hecho efecto.
Pero…el plan formaba parte de Falon, no de Cerith.
Suspiró y decidió subir a la habitación de Azalea.
Al llegar, tocó a la puerta, pero no pasó nada, así que él abrió y se asomó con cautela.
Vio a la princesa acostada boca abajo en la cama, inmóvil.
FALON: ¿Princesa?
Ella ni se movió ni respondió.
Asustado, el chico se acercó y se arrodilló al lado de la cama.
Entonces ella alzó el rostro para mirarlo y el corazón de Falon se detuvo.
Los ojos de la joven estaban llenos de lágrimas, y lo miraban con sorpresa y dolor.
¿Por qué era tan condenadamente hermosa?
Incluso así triste se la veía irresistible y bella.
Esa mujer lo volvería loco si no se andaba con cuidado.
FALON: ¿Por qué lloras?
Azalea siguió mirándolo con esos bellos ojos llenos de lágrimas, sin responderle.
Entonces se acordó de su mano apretando la zarza y se preocupó.
La tomó por los hombros y la ayudó a incorporarse hasta tenerla sentada.
Luego le abrió el puño y le quitó con cuidado la zarza, haciendo que su palma comenzase a sangrar a causa de las espinas clavadas.
FALON: Maldita sea. ¿Qué te has hecho?
Se levantó para ir al baño y coger un recipiente con agua, una toalla y vendaje nuevo.
Regresó a la estancia y se sentó al lado de Azalea para iniciar la curación de su delicada mano.
Ella lo observaba con atención, luchando contra su mente en aceptar o no que ese era Falon, el mismo que se había burlado de ella, el causante de sus pesadillas, el que la odiaba sin saber por qué.
El que ahora era atento, tierno, amable. El que la buscaba…la seguía…la besaba…
FALON: Esto ya está.
La chica parpadeó y alzó la mano vendada.
Tenía las defensas bajas y por eso no podía pelear con Falon.
Las palabras las tenía atascadas en la garganta y las lágrimas aun le escocían en los ojos.
Odiaba a Falon, y no llegaba a comprender por qué se sentía atraída por él.
De pronto, sintió que el chico le acariciaba la mejilla con ternura.
Lo miró y Falon le sonrió.
FALON: Eres agradable cuando no discutes.
Quiso besarla, pero entonces ella reaccionó.
Se apartó y volvió a surgir esa rabia que había sentido momentos antes.
Falon era tierno porque creía que ella no era la verdadera Azalea. Si le dijera la verdad, estaba segura de que la miraría con asco.
FALON: ¿Por qué te apartas? Deseas que te bese tanto como yo.
AZALEA: ¿Me besarías si yo fuera la verdadera Azalea?
FALON: ¿A qué viene eso?
AZALEA: Responde.
Falon la miró con seriedad, molesto por mencionar a Azalea en ese momento.
Podría mentir diciendo que sí, pero mirando el rostro de esa bella princesa, no sentía ganas de engañarla.
Lo mejor sería decirle la verdad y demostrarle que solo estaba interesado en ella.
FALON: Tú a mí me gustas mucho.
El corazón de la chica se aceleró ante esa confesión.
No se la esperaba, pero vio que él iba a continuar hablando.
FALON: Y si fueras en verdad Azalea, jamás podría besarte ni estar contigo. Sé que no te gusta oír esto pero…a ella la odio. Y jamás será tan hermosa como tú, por eso yo…
AZALEA: Basta.
Ahora le dolía el corazón por la sinceridad del príncipe.
Pero gracias a esa sinceridad, ella pudo abrir los ojos y aclarar sus pensamientos.
Sí, se sentía atraída por Falon. Sí, le gustaban sus besos. Sí, solo con él se sentía diferente.
Pero todo eso iba a cambiar desde ya.
Sonrió forzosamente, para disimular su odio.
AZALEA: Gracias por curarme la herida.
FALON: Princesa…
AZALEA: Puedes marcharte.
FALON: Pero…
AZALEA: Quiero estar sola.
Con un suspiro de resignación, Falon salió de la estancia.
Azalea volvió a acostarse sobre la cama y se miró la mano vendada.
No deseaba que la gente la tratase bien solo por su belleza. No deseaba que Falon la quisiera por creer que no era la verdadera Azalea.
Se merecía una lección, y pronto le daría un castigo por todo el daño que le había causado.
____________________________________________________________
TO BE CONTINUED...
"La Venganza De Azalea"
PARTE 1
Era de noche y la luna llena apenas iluminaba el sendero lleno de árboles, flores y piedras.
Pero ella seguía corriendo sin mirar atrás. Sin importarle que iba descalza y que las piedras lastimaban sus delicados pies.
Solo deseaba huir del Diablo y llegar a los brazos de su ángel de la guarda…solo él podía salvarla de las garras de ese demonio…
Una nube ocultó la luna y el sendero quedó a oscuras.
La joven chocó con un fuerte pecho y unos brazos la apretaron con fuerza.
DALDEN: Tranquila. Yo soy tu ángel.
¡Era la voz de Dalden!
No podía verle la cara pero sintió que la besaba, así que lo apartó e intentó soltarse, pero él la llevó hacia una luz en el bosque y señaló hacia un rosal iluminado por una farola.
Ahí estaba Falon, besando a una bonita chica.
Azalea debería sentirse contenta por haberse librado del Diablo, pero su corazón sintió dolor.
No. Eso no era posible. ¡Ella y Falon se odiaban!
Cerró los ojos con fuerza y deseó desaparecer.
Cuando los abrió se encontró en su cama.
Kupó la miraba con preocupación.
KUPÓ: Otra pesadilla, kupó.
AZALEA: Sí.
KUPÓ: Esta vez no has gritado, kupó.
AZALEA: Es extraño.
Se levantó y se dio un baño perfumado.
Luego se sentó en el tocador y se cepilló el cabello húmedo.
Su mente recordó los acontecimientos de anoche.
Todavía cargaba con la rabia de pensar que organizando fiestas podría conseguir amigos.
¿A quién querían engañar esos odiosos?
Jamás volvería a verlos. Y deseaba que Falon y Tedra se fueran de una vez a su hogar.
Quería tranquilidad. Sola, pero en paz.
Ya era feliz junto a Kupó y a Mog. No necesitaba a nadie más.
KUPÓ: Alguien llega en una carroza, kupó.
Azalea se asomó a la terraza y vio en la entrada del jardín principal una carroza blanca y azul, de la cual salió la chica bonita que había bailado con Falon. ¿Qué hacía ella aquí?
La respuesta llegó al momento.
Falon se acercó a esa chica, le besó la mano y subió con ella a la carroza.
Se fueron.
Azalea volvió a sentir celos. Y eso la terminó de enfurecer.
Por eso pasó toda la mañana encerrada en la habitación, con la compañía de su mascota.
A la hora de comer no se presentó al comedor real.
Pasaron las horas y llegó el atardecer.
Alguien tocó a la puerta.
AZALEA: Adelante.
Entró su madre y se acercó a su hija, la cual estaba acostada en la cama, mirando al techo con expresión aburrida.
REINA: ¿Estás bien, cariño?
AZALEA: Sí, mamá.
REINA: No has salido de aquí en todo el día.
AZALEA: Solo estoy cansada de la fiesta. Me apetecía estar sola y relajada.
REINA: ¿Bajarás a cenar?
AZALEA: ¿Estará Falon?
REINA: Sí. Llegó hace una hora.
AZALEA: Entonces no bajaré.
REINA: Hija…
AZALEA: Cenaré en la cocina.
REINA: Como quieras.
La reina se marchó, y Azalea se quedó pensando.
Falon había regresado hacía una hora apenas. Había pasado casi todo el día con esa bonita chica. ¿Será que le gustaba?
AZALEA: Bueno, mucho mejor. Así dejará de seguirme y agobiarme.
Suspiró y bajó a la cocina.
Se sentó en la redonda mesa y ordenó que le sirvieran la cena.
La cocinera y Kupó le hicieron compañía.
Conversaron y rieron hasta que Falon entró y se acercó a ellas.
FALON: Señora Cira, ¿ya tiene preparada la cesta?
COCINERA CIRA: Sí, Alteza.
FALON: Muchas gracias por las molestias.
CIRA: Para nada. Es agradable preparar un postre para una pareja. Vuestra amiga es preciosa. Espero que le guste.
FALON: Seguro que sí. Buenas noches.
Dicho eso, miró un segundo a Azalea y se marchó, dejándola tensa.
Así que volvía a irse para verse con ella. ¿Acaso ya eran novios?
AZALEA: ¿Y a mí qué me importa?
CIRA: ¿Disculpad?
AZALEA: No, nada. Pensé en voz alta.
Terminó de cenar y se dirigió hacia su habitación.
Habló con Kupó un buen rato. Luego leyó un libro. Y al fin se acostó en la cama. Pero no podía dormir.
No dejaba de pensar en Falon y en esa chica. ¿Qué estarían haciendo?
Su mente imaginó a él besando a esa chica…abrazándola…acariciándola…
Cerró los ojos con fuerza y se obligó a olvidar todo eso.
Debía dormir o sino mañana amanecería con ojeras. Y eso no debía permitirlo. ¡Su belleza era sagrada!
Después de dar vueltas y más vueltas en la cama, decidió levantarse y asomarse a la terraza.
La noche era cálida y el cielo yacía cubierto de estrellas.
Mañana haría un día soleado.
Miró más allá de los muros del reino, dónde habitaba lo desconocido.
Anhelaba tanto salir de Ciudad Krystán y recorrer mundo…
En quince días se arreglaría su viaje hacia Ciudad Aion para iniciar sus segundos estudios.
Entonces aprovecharía al máximo cada minuto que pasara en ese lugar.
Oyó pasos abajo en el jardín y vio llegar a Falon, el cual alzó la mirada al ver luz en una de las terrazas. Precisamente la terraza de Azalea.
Sus miradas se encontraron y él le sonrió, saludándola con la mano.
Ella le sacó la lengua y se dio la vuelta para entrar en su habitación.
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Al día siguiente, la reina y su hija salieron en la carroza hacia la ciudad, acompañadas por un séquito de soldados montados en caballos.
Se dirigían hacia el edificio en donde la princesa se había comprado el vestido que usó en su cumpleaños.
Al llegar, la reina se puso a hablar con la encargada, así que Azalea aprovechó para mirar todos los vestidos que había.
Deseaba tanto llevárselos todos y así tener uno para cada día…
Pero su ropero y sus armarios estaban ya repletos.
Oyó risas y miró hacia la entrada.
Se puso tensa al ver a Falon y a la bonita chica.
Al ver a Azalea, Falon se acercó, sonriendo.
FALON: Vaya, no esperaba encontrarte aquí.
AZALEA: Ajá.
FALON: ¿Has venido a comprar algún vestido?
AZALEA: No. Mi madre quiere encargar algo.
FALON: Ah, como Cerith.
AZALEA: ¿Cerith?
FALON: Sí. Mi amiga, ella.
CERITH: Hola, Azalea. (Acercándose) Tu fiesta estuvo espectacular.
AZALEA: Oh, sí. Y la compañía también.
CERITH: ¿Cómo?
AZALEA: Nada. Seguiré mirando los vestidos. Si me disculpáis…
Pasó por al lado de Cerith y la miró muy por encima del hombro, haciéndola sentir inferior y pequeña.
Falon y su amiga conversaron y compartieron opiniones para el encargo que ella deseaba realizar. Y Azalea no dejó de mirarlos hasta que se fueron.
Pero la curiosidad pudo más que ella, así que aprovechó que su madre estaba despistada para salir tras Falon.
Los soldados estaban ahí en la entrada, vigilando. Y Azalea no tuvo más remedio que mentirles.
AZALEA: Mamá me ha ordenado ir a la carroza a por dinero. Se le ha olvidado.
SOLDADO: Os acompaño, Alteza.
AZALEA: Como gustes.
Mientras la princesa caminaba hacia su carroza seguida por el soldado, se fijó en la carroza blanca y azul que se alejaba hacia la izquierda.
Ahí dentro iban Falon y Cerith.
Al llegar a su carroza, ella subió, cerró la puertita, cogió las riendas de los caballos y los arreó, poniéndolos en marcha.
La carroza empezó a avanzar ante la atónita mirada de los soldados.
SOLDADO: ¡Princesa! ¡Esperad!
Azalea se sorprendió al ver a sus caballos cabalgar a toda velocidad y se asustó al comprobar que jamás había llevado una carroza. Pues era su primera vez.
Respiró hondo y se concentró en la carroza blanca y azul que iba delante de ella.
Pronto la alcanzaría si seguía yendo a esa velocidad.
La gente en la calle observaba la carroza de Azalea pasar, y es que ir tan rápido por las calles de la ciudad estaba prohibido.
Ay, Dios… Si no conseguía frenar un poco a sus caballos, se metería en un buen lío.
Tiró de las riendas y los obligó a menguar la velocidad, pero lo único que consiguió fue hacerlos girar hacia la derecha, desviándose por un sendero de piedras y solitario.
AZALEA: ¡No, por aquí no!
Volvió a tirar de las riendas y los caballos se pusieron nerviosos al no ser bien guiados.
Relincharon y aceleraron la marcha.
La carroza empezó a tambalearse bruscamente ante tantas piedras en el camino.
Azalea ya estaba asustada, pues se estaba alejando demasiado de la ciudad y no sabría cómo volver.
Su corazón iba tan acelerado como sus caballos, así que tiró una vez más de las riendas y ellos giraron bruscamente, haciendo que la carroza voltease con demasiada fuerza y terminara volcada en el suelo.
La princesa gritó y se golpeó la cabeza con el asiento.
Entonces perdió la conciencia.
---------------------------------------------------------------------------------------
Un hombre y un chico habían visto de lejos cómo aquella carroza volcaba hacia el suelo.
HOMBRE: Oh, Dios mío…
CHALLEN: Tenemos que ir a ayudar, padre.
HOMBRE: Fíjate en los colores de la carroza. Son blanco y dorado. Pertenecen al Reino Krystán.
CHALLEN: Con más motivos. Vamos.
Los dos corrieron hacia allí y al llegar, el chico abrió la puertita de la carroza y se sorprendió al ver a la princesa inconsciente.
La cogió en sus brazos y la sacó de ahí.
HOMBRE: ¡Por todos los dioses! ¡Es la princesa!
CHALLEN: ¿Qué hacía sola en la carroza?
HOMBRE: Pues en la forma en que viajaba parecía que estaba huyendo.
Challen la acostó sobre la hierba y se notó las manos pegajosas, así que se las miró y se las vio manchadas de sangre.
CHALLEN: Maldita sea… Está herida.
HOMBRE: Hay que atenderla. Llevémosla a casa antes de que pierda mucha sangre.
----------------------------------------------------------------------------------------
Azalea despertó y se vio en una desconocida y pequeña habitación.
Quiso levantarse pero se mareó y sintió un agudo dolor en la cabeza.
¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba?
AZALEA: ¿Hay alguien ahí?
Alguien se acercó y le tomó la mano.
Azalea intentó enfocar la mirada pero veía borroso.
AZALEA: ¿Quién eres? ¿Dónde estoy?
CHALLEN: ¿No recordáis nada?
AZALEA: No… Me duele mucho la cabeza…
CHALLEN: A causa del golpe. Estabais sangrando pero no era nada grave. Os puse un vendaje para cortar la hemorragia.
AZALEA: ¿Qué?
CHALLEN: Os encontré inconsciente en vuestra carroza, Alteza.
Entonces ella recordó todo.
Falon y Cerith en el edificio de los vestidos. Luego los había seguido con la carroza. Los caballos se habían alterado y la carroza había volcado.
¡Oh, Dios! ¿Cuánto tiempo habría pasado? ¡Su madre estaría tan preocupada!
Se incorporó en la cama y la cabeza le dio vueltas, pero no le importó.
AZALEA: Tengo que volver al reino.
CHALLEN: ¿Estáis lo suficientemente mejor como para cabalgar?
AZALEA: Sí. Mis padres estarán angustiados por mi desaparición.
CHALLEN: Lo entiendo. No perdamos tiempo entonces.
--------------------------------------------------------------------------------------
En el castillo, la reina lloraba desconsoladamente ante la mirada de la princesa Tedra.
Una sirvienta se acercó a la reina para ofrecerle una taza de tila.
SIRVIENTA: Majestad, esta infusión os irá bien.
REINA: No quiero nada. Lo único que deseo es tener a mi pequeña aquí.
TEDRA: No se angustie. Azalea regresará sana y salva.
REINA: Han pasado más de dos horas y no sé nada de ella.
Las puertas de la entrada se abrieron y entraron el rey junto con Falon y un séquito de soldados.
Con el rostro lleno de angustia, el rey se acercó a su esposa y le tomó las manos.
REY: Mi amor, hemos encontrado nuestra carroza volcada en un solitario camino.
REINA: ¿Y nuestra hija?
REY: No había rastro de ella.
La reina se derrumbó en los brazos de su esposo y siguió llorando.
Falon se sentó en el cómodo sofá y se pasó las manos por el rostro con desesperación.
¿Dónde estaría la princesa? ¿Pero qué le había llevado a huir sola en la carroza? ¿Y hacia dónde? ¿Con qué motivo?
Tedra se sentó a su lado.
TEDRA: Pareces preocupado.
FALON: Como para no estarlo.
TEDRA: Si la falsa Azalea no aparece, será mucho mejor para mí.
FALON: Cállate, Tedra. No le desees eso ni a tus enemigos.
TEDRA: No me hables así.
FALON: Mejor tú no me hables más.
De pronto, un soldado entró corriendo y se postró frente a los reyes.
SOLDADO: Majestad, ha llegado un chico en un caballo y trae a la princesa.
REY: ¿Qué?
Todos salieron al jardín principal y vieron a dicho chico con Azalea en sus brazos, la cual se soltó y corrió hacia los brazos de sus padres.
REINA: ¡Oh, hija mía! ¿Dónde has estado?
REY: Tu cabeza tiene vendaje. ¿Por qué estás herida?
Todas las miradas se clavaron en el desconocido que había traído a la princesa.
Y antes de que Azalea pudiera explicarlo todo, se mareó y se desmayó en los brazos del rey.
------------------------------------------------------------------------------------------------
Cuando despertó, los rayos de sol consiguieron dañarle los ojos, y tuvo que esperar unos segundos para acostumbrarse a la luz.
Entonces se incorporó y se vio en su habitación.
Kupó dormía a los pies de su cama, así que se levantó sin hacer ruido y se miró en el espejo para verse el vendaje que cubría su cabeza.
Al fin estaba sana y salva en su hogar, y todo gracias a ese chico.
Pensándolo bien… Ahora no recordaba nada.
Bajó al comedor real y sus padres desayunaban con Falon y Tedra.
REINA: ¿Cómo sigues, hija?
AZALEA: Mucho mejor. ¿Dónde está el chico que me trajo aquí?
REINA: Bueno, verás…
REY: En el calabozo.
AZALEA: ¿Qué? ¿Pero por qué?
REY: Él ha sido el causante de todo.
AZALEA: ¡Claro que no! Él fue quién me ayudó. Papá, no juzgues sin saber las cosas.
Dicho eso, se dirigió a los calabozos y ordenó al guardia que abriera la reja.
Entonces se acercó al chico, el cual la miró, sorprendido.
AZALEA: ¿Se puede saber por qué no le has contado a mi padre cómo pasó todo?
CHALLEN: No me dieron la oportunidad, Alteza.
AZALEA: Entonces la tendrás ahora. Sígueme.
Los dos regresaron al comedor real, y los reyes, Falon y Tedra se quedaron mirando al desconocido, el cual bajó la mirada ante la presencia de gente tan importante.
AZALEA: Papá, mamá, él es quién me ayudó y atendió mi herida. Gracias a esta persona hoy estoy aquí. No tienes ningún derecho a encerrarlo, papá.
REY: Comprende que te desmayaste nada más llegar y no tuviste ocasión de contarme los hechos.
AZALEA: ¿Y a él por qué no le dejaste hablar?
REY: Fueron los nervios, hija. Estábamos muy angustiados por ti. ¿Cómo te llamas, muchacho?
CHALLEN: Challen, Majestad.
REY: Te agradezco que hayas traído a mi hija sana y salva. Las puertas de este reino siempre estarán abiertas para ti.
CHALLEN: Muchas gracias, Majestades. Si me disculpáis, me marcharé a casa.
Hizo una reverencia y se marchó, seguido por Azalea, la cual lo detuvo del brazo y se miraron.
AZALEA: Disculpa por lo que ha hecho mi padre.
CHALLEN: No os preocupéis. Puedo entenderlo.
AZALEA: De nuevo te doy las gracias por haberme ayudado.
Le sonrió con tanto afecto que el corazón de Challen se detuvo.
Dios… Esa princesa se parecía tanto a su amada…
Zannaleah… ¿Dónde estaría? ¿Cuándo regresaría?
Antes de que cayera en la tentación de abrazar a Azalea, le hizo una reverencia, subió en su caballo y se fue.
Azalea se quedó mirando cómo se alejaba, consciente de que en los ojos de ese chico había mucho dolor.
Y mirándolo bien, su cara se le hacía familiar.
Estaba segura de que lo había visto en otra ocasión, pero ahora no recordaba cuándo ni dónde.
FALON: ¿Te gusta?
Azalea se dio la vuelta para encontrarse a Falon cruzado de brazos y con una expresión seria en el rostro.
FALON: ¿Por qué haces esto?
AZALEA: ¿De qué hablas?
FALON: Has asustado a tus padres.
AZALEA: ¿De qué me acusas con eso?
FALON: ¿Por qué estabas inconsciente y sola en la carroza?
AZALEA: ¿A ti qué te importa?
Quiso irse, pero él la detuvo del brazo y se miraron, desafiantes.
FALON: ¿Qué te llevó a irte sola en la maldita carroza?
AZALEA: Me estás haciendo daño. Suéltame.
FALON: No hasta que respondas.
AZALEA: A ti no tengo que darte explicaciones de nada.
FALON: Creo merecerlas ya que he estado buscándote durante más de dos horas.
AZALEA: Lo dudo, pues has estado bien entretenido con esa novia tuya.
Falon quiso replicar, pero se calló al ver la expresión de esa testaruda princesa.
¿Eran celos lo que veía en esos bellos ojos? ¿Sería posible?
Tenía que averiguarlo ahora mismo.
FALON: ¿Cómo sabes que es mi novia?
AZALEA: Suéltame.
FALON: En primer lugar, cuando regresé de mi paseo con Cerith, la reina había vuelto sin ti. En segundo lugar…
AZALEA: He dicho que me sueltes.
FALON: …fui con tu padre y con los soldados a buscarte. Y en tercer lugar, ¿crees que Cerith y yo hacemos buena pareja?
Azalea soltó un gruñido y con su mano libre aruñó la cara de Falon, el cual retrocedió, sorprendido y adolorido, viendo cómo ella salía corriendo hacia el castillo.
FALON: ¡Huye, pequeña bruja! ¡Tarde o temprano me la pagarás!
Se tocó la mejilla aruñada y sonrió muy a su pesar.
Estaba seguro de que Azalea sentía celos de Cerith, y saber eso lo motivaba a seguir con sus planes de conquistarla.
-------------------------------------------------------------------------------------------
Esa noche, Azalea bajó a la biblioteca y decidió buscar un libro antes de cenar.
Por desgracia, ahí estaban Falon y Tedra, sentados y conversando.
Decidió ignorarlos y empezar a buscar un libro que le pareciera interesante.
TEDRA: ¿Así que al fin te decidiste a aceptar cómo novia a Cerith?
FALON: Sí. Es bella, educada y proviene de la alta sociedad.
TEDRA: Me alegro por ti, hermanito.
FALON: Yo también me alegro de haber encontrado a alguien tan especial como ella. Me trata tan bien, y sus labios son tan dulces…
Unos cuantos libros cayeron de los brazos de Azalea, y el fuerte ruido hizo que Falon y Tedra la mirasen de reojo.
TEDRA: Es tan torpe como la verdadera Azalea.
FALON: Y tienen el mismo mal carácter.
TEDRA: Opino lo mismo.
Azalea apretó los dientes y se agachó para recoger los libros y dejarlos sobre la mesa para luego seguir buscando uno que le interesara.
Pero los dos hermanos todavía querían seguir atacándola.
TEDRA: Vaya escándalo provocó en la fiesta, echándolos a todos así de repente.
FALON: Qué vergüenza…
TEDRA: A este paso conseguirá quedarse tan sola como la verdadera Azalea.
FALON: Allá ella. Es su problema. Por cierto, mañana invitaré a comer a Cerith.
En ese momento, Azalea se giró hacia ellos y señaló con un dedo a Falon.
AZALEA: ¿Con qué derecho vas a invitarla a mi castillo?
FALON: Con el consentimiento del rey.
AZALEA: No creo que te lo permita.
FALON: Ya lo veremos.
Azalea quería gritar y tirarle los libros en la cabeza, pero de nuevo volvió a morderse la lengua, y sin libro, se fue de la biblioteca, dejando a Falon satisfecho.
Tenía claro que cada vez que hablaba de Cerith, Azalea reaccionaba violentamente.
Entonces vio que su hermana lo miraba con una malvada sonrisa.
FALON: ¿Qué pasa?
TEDRA: Tu cambio me sorprende.
FALON: ¿Qué cambio?
TEDRA: Antes decías que no atacarías a esa princesa, que querías su amistad. Y ahora la estabas atacando.
FALON: Ella también me trata mal sin motivos. Le daré lo mismo.
TEDRA: Me parece bien.
------------------------------------------------------------------------------------
Al día siguiente, Azalea se puso un precioso vestido de color rosa suave apretado a las curvas de su cuerpo.
Las sirvientas le hicieron un peinado espectacular y se lo decoraron con una pequeña corona de diamantes.
Estaba furiosa porque su padre había permitido que la novia de Falon viniera a comer al castillo. Por eso estaba dispuesta a eclipsarla con su belleza y captar la atención de Falon para hacerla sentir que le daba de lado.
Sonrió satisfecha y bajó al comedor real.
Al entrar, sus padres, Falon, Tedra y Cerith ya estaban en la mesa, así que Azalea saludó y se sentó frente a Falon, el cual quedó deslumbrado ante su hermosura. Y es que no se cansaba de mirarla…
La comida fue servida y todos comenzaron a conversar mientras comían.
Azalea se dedicó a provocar a Falon con sus miradas y sonrisas traviesas. Y de eso se dieron cuenta Tedra y Cerith, la cual se sintió incómoda.
El sorprendido era Falon.
¿Qué pretendía Azalea? ¿Por qué se comportaba así? ¿Qué quería conseguir?
Dejó de mirarla para empezar a hablar y a reír con Cerith, que estaba a su lado.
Entonces Azalea usó otra táctica.
Por debajo de la mesa, se quitó un zapatito y estiró la pierna para tocar las rodillas de Falon con su piececito.
Él se puso tenso, pero siguió conversando con Cerith. Y Azalea siguió acariciándolo con el pie hasta que el chico se levantó y se disculpó para ir al baño.
Tras unos segundos, Azalea también se disculpó y salió tras Falon.
Lo encontró en el pasillo y se quedaron mirando en silencio.
Estando ahí a solas, la princesa no se sentía tan valiente como para seguir provocándolo, pero deseaba continuar con el plan de fastidiarlo, así que se acercó a él y mostró su bonito escote.
FALON: ¿A qué estás jugando?
AZALEA: ¿Por qué me preguntas eso?
FALON: Tu comportamiento es extraño.
AZALEA: ¿Por qué?
FALON: Me estás provocando.
AZALEA: ¿En qué sentido?
FALON: En el sentido de llevarte a mi cama y hacerte el amor hasta dejarte atontada.
Azalea se sonrojó y tuvo que tragar saliva.
Era la primera vez que Falon le hablaba así.
De hecho era la primera vez que le decían algo así.
Pero no se dejaría intimidar.
AZALEA: Creo que eso deberías decírselo a tu novia.
FALON: Todavía ella no se me ha ofrecido. Quizá mientras tanto tú quisieras empezar a ofrecerte a mí.
Azalea lo abofeteó.
¿Cómo se atrevía a tratarla como a una arrastrada?
Falon la miró con seriedad, aguantando las ganas de estamparla contra la pared y besarla hasta dejarla sin aliento.
FALON: Aunque me provoques, aunque seas hermosa y deseable, yo ahora estoy interesado en Cerith, así que deja de molestarme y dedícate a jugar con tus muñecas.
Y se fue, dejándola con la boca abierta.
No estaba acostumbrada a que la tratasen así. No ahora que era tan bella y deseable.
Apretó los puños y contó hasta diez para tranquilizarse.
Eso no quedaría así.
Regresó al comedor y se sentó para terminar de comer.
Poco después, Falon y Cerith salieron al jardín para pasear bajo los rayos de un sol espléndido.
Azalea salió tras ellos, y se acercó al rosal para disimular, así que los miró de reojo.
Estaban demasiado juntos…y parecían gustarse mucho.
Se agachó para oler una rosa y acariciar los suaves pétales con la nariz, preguntándose por qué Falon se había fijado en Cerith, si era una chica callada, bonita pero demasiado seria y aburrida.
Cuando volvió a mirar hacia ellos, vio que él se inclinaba para besarla.
¡Y delante de su cara!
AZALEA: ¡¡Falon!!
El tiempo se detuvo. Se hizo el silencio.
Falon y Cerith la miraron, sorprendidos.
Ella los miró con horror, sintiéndose avergonzada por haber cortado ese beso.
Por todos los dioses… ¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué actuaba así? ¿Y por qué Falon miraba hacia el rosal?
De pronto sintió dolor en la mano derecha, así que bajó la mirada y se asombró al ver que estaba apretando en su puño un pedazo de zarza lleno de espinas, las cuales se habían clavado en la delicada piel de su mano.
Pero no la soltó, consciente de que le dolía más el corazón que la mano herida.
Miró por última vez a la pareja, y con la zarza en su puño, se fue hacia su habitación.
Al llegar, se acostó sobre la cama y lloró sin saber por qué.
--------------------------------------------------------------------------------------
Falon se despidió de Cerith, la ayudó a subir a la carroza y miró cómo se alejaba del reino.
Entonces alzó la vista hacia la terraza de Azalea.
¿Debía ir o no a buscarla?
Recordó su mirada llena de confusión y dolor. La zarza apretada en su pequeño puño. Su respiración agitada por haber interrumpido el beso entre él y Cerith.
Un beso que justamente había sido planeado para provocar a la princesa. Y había hecho efecto.
Pero…el plan formaba parte de Falon, no de Cerith.
Suspiró y decidió subir a la habitación de Azalea.
Al llegar, tocó a la puerta, pero no pasó nada, así que él abrió y se asomó con cautela.
Vio a la princesa acostada boca abajo en la cama, inmóvil.
FALON: ¿Princesa?
Ella ni se movió ni respondió.
Asustado, el chico se acercó y se arrodilló al lado de la cama.
Entonces ella alzó el rostro para mirarlo y el corazón de Falon se detuvo.
Los ojos de la joven estaban llenos de lágrimas, y lo miraban con sorpresa y dolor.
¿Por qué era tan condenadamente hermosa?
Incluso así triste se la veía irresistible y bella.
Esa mujer lo volvería loco si no se andaba con cuidado.
FALON: ¿Por qué lloras?
Azalea siguió mirándolo con esos bellos ojos llenos de lágrimas, sin responderle.
Entonces se acordó de su mano apretando la zarza y se preocupó.
La tomó por los hombros y la ayudó a incorporarse hasta tenerla sentada.
Luego le abrió el puño y le quitó con cuidado la zarza, haciendo que su palma comenzase a sangrar a causa de las espinas clavadas.
FALON: Maldita sea. ¿Qué te has hecho?
Se levantó para ir al baño y coger un recipiente con agua, una toalla y vendaje nuevo.
Regresó a la estancia y se sentó al lado de Azalea para iniciar la curación de su delicada mano.
Ella lo observaba con atención, luchando contra su mente en aceptar o no que ese era Falon, el mismo que se había burlado de ella, el causante de sus pesadillas, el que la odiaba sin saber por qué.
El que ahora era atento, tierno, amable. El que la buscaba…la seguía…la besaba…
FALON: Esto ya está.
La chica parpadeó y alzó la mano vendada.
Tenía las defensas bajas y por eso no podía pelear con Falon.
Las palabras las tenía atascadas en la garganta y las lágrimas aun le escocían en los ojos.
Odiaba a Falon, y no llegaba a comprender por qué se sentía atraída por él.
De pronto, sintió que el chico le acariciaba la mejilla con ternura.
Lo miró y Falon le sonrió.
FALON: Eres agradable cuando no discutes.
Quiso besarla, pero entonces ella reaccionó.
Se apartó y volvió a surgir esa rabia que había sentido momentos antes.
Falon era tierno porque creía que ella no era la verdadera Azalea. Si le dijera la verdad, estaba segura de que la miraría con asco.
FALON: ¿Por qué te apartas? Deseas que te bese tanto como yo.
AZALEA: ¿Me besarías si yo fuera la verdadera Azalea?
FALON: ¿A qué viene eso?
AZALEA: Responde.
Falon la miró con seriedad, molesto por mencionar a Azalea en ese momento.
Podría mentir diciendo que sí, pero mirando el rostro de esa bella princesa, no sentía ganas de engañarla.
Lo mejor sería decirle la verdad y demostrarle que solo estaba interesado en ella.
FALON: Tú a mí me gustas mucho.
El corazón de la chica se aceleró ante esa confesión.
No se la esperaba, pero vio que él iba a continuar hablando.
FALON: Y si fueras en verdad Azalea, jamás podría besarte ni estar contigo. Sé que no te gusta oír esto pero…a ella la odio. Y jamás será tan hermosa como tú, por eso yo…
AZALEA: Basta.
Ahora le dolía el corazón por la sinceridad del príncipe.
Pero gracias a esa sinceridad, ella pudo abrir los ojos y aclarar sus pensamientos.
Sí, se sentía atraída por Falon. Sí, le gustaban sus besos. Sí, solo con él se sentía diferente.
Pero todo eso iba a cambiar desde ya.
Sonrió forzosamente, para disimular su odio.
AZALEA: Gracias por curarme la herida.
FALON: Princesa…
AZALEA: Puedes marcharte.
FALON: Pero…
AZALEA: Quiero estar sola.
Con un suspiro de resignación, Falon salió de la estancia.
Azalea volvió a acostarse sobre la cama y se miró la mano vendada.
No deseaba que la gente la tratase bien solo por su belleza. No deseaba que Falon la quisiera por creer que no era la verdadera Azalea.
Se merecía una lección, y pronto le daría un castigo por todo el daño que le había causado.
____________________________________________________________
TO BE CONTINUED...
SweeT PrincesS- Mensajes : 124
Fecha de inscripción : 06/07/2012
Re: Azalea, Flor Del Desierto (Entre El Amor Y El Odio) CAPÍTULO 5
kyaaa te kedo increible >w<
me encanto *o* conti conti onegai :'3
me encanto *o* conti conti onegai :'3
jessie ichinose- Mensajes : 240
Fecha de inscripción : 01/10/2011
Edad : 33
Localización : en un cuarto oscuro con sasuke >////<
Personaje Favorito : sasuke *¬* naruto *-* itachi *w* yuujii *O* death the kid :9 y muxos mas xDD
Re: Azalea, Flor Del Desierto (Entre El Amor Y El Odio) CAPÍTULO 5
Haaa Falon como vas a decir eso?!!! Y que dias tan problematicos, si sigue asi su perfecta perfeccion va a quedar opacada por las cicatrices!
Espero la contii :#
Espero la contii :#
Katherina Kusanovic- ADMIN
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Edad : 27
Localización : donde el agua me llevo(?
Personaje Favorito : Itachii *-* es el amor de mi vida :3 Amm.. Yugao Uzuki (mi heroina desconocida) n_n am.. Rima, Shiki, Zero y Aidou (de Vampire Knight); Suigintou y Shinku (de Rozen Maiden); Algunos que me dan verguenza mencionar >////< y.... nee... otros xD
Re: Azalea, Flor Del Desierto (Entre El Amor Y El Odio) CAPÍTULO 5
OMG ! *__* no me importa que este largo ... sigue haciendolo largos *3* espero conti
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Mar Jun 07, 2022 3:06 am por Tsuki Kuroi
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Miér Feb 17, 2016 10:30 pm por Tyrion
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Miér Feb 17, 2016 10:25 pm por Tyrion