Azalea, Flor Del Desierto (Entre El Amor Y El Odio)

por SweeT PrincesS Sáb Jul 28, 2012 5:07 am

"La Venganza De Azalea"

PARTE 7

Era de noche y la luna llena apenas iluminaba el sendero lleno de árboles, flores y piedras.
Pero ella seguía corriendo sin mirar atrás. Sin importarle que iba descalza y que las piedras lastimaban sus delicados pies.
Solo deseaba huir del Diablo y llegar a los brazos de su ángel de la guarda.
Solo él podía salvarla de las garras de ese demonio.
La luna llena iluminó una puerta, y la princesa se dirigió hacia ella para abrirla y asomarse en su interior.
Era una habitación semi oscura, con una sola cama, en la cual había dos personas que se besaban y se acariciaban.
Se sonrojó y quiso salir de ahí, pero la puerta había desaparecido.
Los gemidos y susurros de esa pareja la estaban incomodando.
Pronto se encendió una luz y Azalea pudo ver quiénes eran los dos de la cama.
Se quedó sin respiración.
Falon…desnudo…encima de… ¡Azalea!
¡Era ella misma!
Se besaban con suavidad…se tocaban con ternura…estaban haciendo el amor…
Retrocedió hasta chocar con la pared, y entonces oyó a Falon hablar.

FALON: Entrégate a mí, preciosa. Y entonces seré tu prometido.
AZALEA: ¡No!

La princesa despertó con la respiración acelerada y las mejillas enrojecidas.
Falon y ella…haciendo el amor.
¿Será que entregándose a él conseguiría atarlo a ella?
¡No, no, no! ¡No llegaría a eso!
Primero se comprometerían, y después…lo enamoraría para así destruirlo.
Apenas amanecía, pero ordenó que le preparasen su habitual baño perfumado.
Un rato más tarde, bajó al salón y se sentó a desayunar junto a sus padres.

REY: ¿Cómo estás de salud, hija?
AZALEA: Bien. ¿Por qué lo preguntas? ¿Tengo mala cara?
REY: No, Azalea. Estás preciosa. Te he hecho esa pregunta porque te espera un largo viaje.
AZALEA: ¿Qué?
REY: En una semana llegará una nave que te llevará a Ciudad Aion.

La princesa se puso tan contenta que se levantó para abrazar a sus padres, los cuales sonreían con afecto.
Pero en cuanto volvió a sentarse, recordó algo que borró parte de su alegría.
Si partía hacia Aion, no volvería en cuatro años, y entonces su venganza contra Falon se vería arruinada.
No lo vería más hasta después de mucho tiempo. ¿Y qué haría él?
Fijarse en otras mujeres. Olvidarse de ella. Quizá se enamoraría de alguna y se casaría.
Sintió un repentino dolor en el pecho.
¿Qué le importaba a ella lo que Falon hiciera con su vida?
Lo único que le interesaba era poder vengarse de él. Y tan solo le quedaba una semana. Tenía que darse prisa.

REY: Azalea, ¿me estás escuchando?
AZALEA: ¿Eh? (Parpadeando) ¿Qué?
REY: Irás acompañada por Challen y por un séquito de soldados.
AZALEA: De acuerdo.
REY: Te hospedarás todo el tiempo que duren los estudios en el reino de Aion.
AZALEA: ¡¿De verdad?!
REY: ¿Qué esperabas? Eres una princesa.
AZALEA: ¡¡Me lo voy a pasar tan bien!!
REY: Quiero que te centres en tus estudios, Azalea.
AZALEA: Así será, papá. No te preocupes.
REINA: Ay, hija mía, te echaremos tanto de menos…
AZALEA: Y yo a vosotros, mamá. Os escribiré cada semana.
REINA: Que no se te olvide.

En cuanto terminaron de desayunar, Azalea salió al jardín para cuidar las rosas de su madre y para aclarar un poco su mente.
Le quedaba una semana en Ciudad Krystán.
Era poco tiempo para conseguir que Falon se enamorase de ella.
¿Qué podía hacer?
Deseaba poder cumplir con su venganza para irse a Ciudad Aion satisfecha y contenta.
Entonces, al regresar de Aion, se vengaría de Tedra.
Vio que Kupó y Mog se acercaban volando y les sonrió ampliamente.

AZALEA: Tengo buenas noticias.
KUPÓ: Suéltalas, kupó.
AZALEA: ¡En una semana nos vamos de viaje!
KUPÓ: ¿A Ciudad Aion, kupó?
AZALEA: Sí. Al fin saldremos de aquí para conocer cosas nuevas.
MOG: ¡Será estupendo!
AZALEA: Le diré a papá que prepare una fiesta de despedida.
MOG: ¿A quién invitarás?
AZALEA: A todos los de siempre.
KUPÓ: ¿Invitarás a Cerith, kupó?
AZALEA: No lo sé. Me lo pensaré. Pero hay algo que me preocupa…
KUPÓ: ¿De qué se trata, kupó?
AZALEA: En una semana no conseguiré vengarme de Falon.
MOG: ¿Entonces qué harás?
AZALEA: No sé… Pero intentaré infligirle dolor antes de irme a Ciudad Aion.
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Y así, pasaron cuatro días, en los cuales Azalea se dedicó a torturar a Falon con su belleza y sensualidad.
Dalden ponía su empeño para agradarle cada vez más a la princesa sin importarle que estuviera interesada en Falon, ya que ella le había dicho que luchase. Pues eso estaba haciendo.
Entonces, llegó el día de la fiesta de despedida.
El salón de baile estaba repleto de chicos y chicas, disfrutando del ponche y de la música.
Azalea seguía retocándose en su habitación, pensando en que todos sus invitados habían aceptado asistir sin importarles que la princesa los hubiera expulsado del castillo aquella vez, diciéndoles que no regresaran nunca más.
Pero ahí estaban todos, como si nada hubiera pasado. Y a ella le era indiferente, pues con esa fiesta se estaba despidiendo de todos ellos para después emprender un viaje hacia la ciudad más grande y magnífica de todo el mundo.
Sonrió, satisfecha de ver la imagen que le devolvía el espejo.
Con ese vestido tan escotado de los pechos y de la espalda, terminaría por enloquecer a Falon y a más de uno.
Hoy sería el día definitivo. Ya tenía un plan en mente.
Suspiró y bajó al salón de baile acompañada por Kupó y Mog.
Al llegar, Azalea se sorprendió al ver a Cerith, pues había creído que no aceptaría la invitación, pero ahí estaba, junto a Tedra, la cual se veía perfecta con ese vestido de color azul cielo que armonizaba con sus bellos ojos azules.
Detrás de Tedra estaba Falon, conversando con un grupo de chicos, los cuales se giraron para mirar a Azalea, así que él también miró.
Ella pudo ver cómo los ojos del príncipe se le llenaban de deseo al verla entrar.
Le encantaba que la mirase así.
La hacía sentirse más hermosa de lo que ya era.
Pero como siempre sucedía, el primero en acercarse a la princesa fue Dalden.

DALDEN: Estás tan bella…
AZALEA: Gracias. ¿Cómo sigues con el luto?
DALDEN: Es difícil, pero voy superándolo poco a poco.
AZALEA: Me alegro.
DALDEN: ¿Quieres tomar una copa?
AZALEA: Ahora no. Quizá más tarde.

El rey se acercó a su hija para tomarla de la mano y acercarla hacia el pequeño escenario.
La música cesó y todos los invitados miraron al rey y a su hija.

REY: Gracias por haber asistido a esta fiesta. Mi pequeña flor emprenderá un viaje muy lejos de aquí, y como todo padre, lo único que desea para sus hijos es la seguridad y bienestar de ellos. Por lo tanto, aquí y ahora, pongo de manifiesto al caballero personal y protector de mi hija.

La reina subió al escenario junto a Challen, el cual iba vestido con un uniforme blanco y dorado perteneciente al puesto de caballero.
Estaba tan ruborizado por la vergüenza que Azalea tuvo que sonreír al verlo.
Muchas chicas empezaron a susurrar al ver lo atractivo que era.
Challen se hincó sobre una rodilla, agachó la mirada y se puso una mano en el pecho.
Era la postura de aceptación, y pronto el rey le otorgó una de las mejores espadas de Ciudad Krystán.

REY: Te nombro caballero personal y protector de la princesa. Deberás velar por ella día y noche. Protegerla con tu propia vida y venerarla hasta el día de tu muerte.

El corazón de Challen se aceleró.
¿Permanecer…al lado de la princesa…hasta el fin de sus días?
Pero… ¿Y si su prometida decidía regresar a su lado? ¿Cómo haría para dejar de ser el protector de Azalea y poder casarse con Zannaleah?
No podía entregar toda su vida a la princesa.
Él tenía derecho a decidir cuándo marcharse. Seguía enamorado y todavía mantenía con la esperanza de que su prometida regresara.
Tenía que hablar con el rey y decirle que no podía quedarse por siempre con su hija, así que se levantó para mirar con decisión al rey, pero las palabras murieron en su garganta.
Al lado del rey, Azalea lo miraba con una preciosa sonrisa.
Era tan bella…tan parecida a Zannaleah…
Todo lo que quiso decir se borró con solo mirarla.
Respiró hondo y con manos temblorosas tomó la espada que el rey le ofrecía, aceptando así su destino.
Los invitados aplaudieron y Challen se sintió perdido.
La princesa se acercó a él, todavía sonriendo.

AZALEA: Te acepto como mi caballero personal y protector. Te permito permanecer a mi lado día y noche. Bienvenido al reino de Krystán, Challen.

El joven se llenó de nervios, consciente de que todo el mundo lo estaba mirando fijamente, incluidos los reyes, a la espera de su respuesta.
Tragó saliva y se obligó a mirar a la princesa.

CHALLEN: Os acepto como mi protegida, y me comprometo a estar a vuestro lado día y noche. Os juro lealtad y protegeros con mi propia vida, Alteza.

Los invitados volvieron a aplaudir, menos Falon, que miraba con celos esa escena, la cual parecía una boda.
No le gustaba nada eso de que un desconocido permaneciera cerca de su princesa día y noche para siempre.
Ese derecho solo le pertenecía a él, maldita fuera.
En cuanto Azalea y Challen bajaron del escenario, Cerith se acercó a ellos para mirarla.

CERITH: Sé que no te caigo bien, pero a pesar de todo no tengo nada en contra de ti. Te deseo un feliz viaje y espero que consigas todos tus propósitos para con tus estudios.
AZALEA: Gracias.

Uno a uno, los invitados fueron acercándose a Azalea para desearle un feliz viaje, incluido Dalden, el cual se mostró agradable, pero por dentro se moría de la rabia por saber que ese chico permanecería al lado de ella todo el tiempo.
Era atractivo, pero Azalea no parecía verlo con ojos de deseo o atracción física. Eso era un pequeño consuelo.
Los únicos que no se acercaron fueron Falon y Tedra. Pero por distintos motivos.
La fiesta siguió con buen ambiente y en ningún momento Challen se separó de Azalea, provocando así la furia de Falon, el cual decidió irse de ahí antes de que cometiera una locura.
Fue al establo, cogió a su fuerte caballo y salió galopando hacia el bosque, alejándose del reino, apartándose de la tentación de golpear a cualquier hombre que se atreviera a cruzarse en su camino.
En qué mal momento el rey de Krystán había decidido otorgarle a su hija un caballero personal y protector.
Y para colmo uno muy joven y atractivo.
Podría haber sido otro de cuarenta años y feo.
A Azalea le quedaban tres días para marchar hacia Ciudad Aion.
Se iría a un lugar muy lejano, dónde la esperaba una nueva vida, nuevas cosas y gente nueva.
Con su belleza tendría a todos los hombres postrados a sus pies.
Podría fijarse en uno de ellos y olvidarse de él.
Entregaría a otro sus besos…su hermosura…sus suspiros…su cuerpo…su amor…
¡Por todos los infiernos! ¡La princesa era solamente suya!
Desde el día en que la besó por primera vez, ella ya era suya.
No permitiría que otro tocase lo que era de su propiedad.
De un modo u otro, esa princesa permanecería a su lado le gustase a ella o no.
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Azalea estaba haciendo el equipaje, mientras conversaba con Kupó y con Mog.
Y fuera de la habitación, postrado en el pasillo estaba Challen, uniformado como caballero y admirando la espada que tenía en sus manos.
Una espada con diamantes incrustados y una inscripción en la afilada hoja.
Una espada que tenía leyenda, y que había sido usada por el mismo rey de Krystán.
Se sentía tan afortunado…
Oyó pasos y alzó la mirada para ver que se acercaba el príncipe Falon.
Se puso nervioso, pues no estaba acostumbrado a estar cerca de la familia real.
Falon lo miró un segundo y luego quiso tomar el pomo de la puerta, pero Challen lo detuvo con indecisión.

CHALLEN: Alteza…
FALON: ¿Qué?
CHALLEN: La princesa está ocupada.
FALON: Para mí, no.

Abrió la puerta y al entrar, la cerró en las narices del cohibido Challen.
Azalea se dio la vuelta y su corazón se aceleró al ver al protagonista de sus pensamientos.

AZALEA: ¿Qué haces aquí?
FALON: Necesito hablar contigo.
AZALEA: ¿Ahora? Estoy haciendo las maletas y…
FALON: Ahora.

Kupó y Mog salieron volando por la terraza.
La princesa siguió alistando sus cosas y Falon se cruzó de brazos, mirándola con atención, admirando su exquisita belleza.

FALON: Has estado provocándome todos estos días con tu método de seducción. ¿A qué se debe ahora tu indiferencia?
AZALEA: No es indiferencia. Estoy ocupada.
FALON: Podrías dedicarme unos minutos.
AZALEA: Puedo seguir con la maleta y escucharte a la vez.
FALON: Me gusta que me miren cuando hablo.
AZALEA: Entonces tendrás que esperar a que termine.

Falon apretó los dientes y aguantó las ganas de estrangularla ahí mismo.
O tal vez le haría algo mucho mejor…
La miró lentamente de arriba abajo, sintiendo que empezaba a quemarle la piel.
¿Por qué era tan intenso ese deseo por ella?
Era la primera vez que le ocurría algo así.
Azalea estaba a punto de comenzar a temblar bajo esos ojos que la devoraban con apasionamiento. Así que para disimular, cerró la maleta y se sentó en la orilla de la cama para mirarlo con impaciencia.

AZALEA: ¿Y bien?
FALON: Gracias por tu atención. (Irónico)

Siguió mirándola intensamente, con los brazos cruzados.
Tenía un plan en mente, bueno, más bien dos.
El plan A consistía en intentar hacerla suya. Si salía mal, tenía el plan B, que consistía en ir con ella a Ciudad Aion y destrozar las caras de todos aquellos que se atrevieran a mirarla con deseo.
La vio arquear una ceja y eso le encantó.
Qué mujer tan presumida, por Dios.
Lo mejor sería realizar lo que había venido a hacer.
Abrió la boca para hablar pero unos golpecitos en la puerta lo detuvieron.

CHALLEN: ¿Alteza? (Desde fuera)
AZALEA: Estoy bien, Challen. No te preocupes.

Esta vez, fue Falon quién arqueó una ceja, aparentemente divertido por la respuesta de la princesa.
¿Acaso Challen creía que iba a violarla?
Ganas no le faltaban, pero no quería las cosas así.
Deseaba que ella se entregase a él por propia voluntad.

AZALEA: Deja de mirarme y habla ya.
FALON: Me gusta mirarte.
AZALEA: Has venido a hablar, ¿no?
FALON: Puedo mirarte y hablarte a la vez.
AZALEA: Perfecto. Pero no me mires de esa forma.
FALON: ¿Cuál forma?

Ya nerviosa, Azalea se levantó de la cama y lo miró con exasperación.

AZALEA: Si has venido a molestar, será mejor que te vayas.

En dos segundos, Azalea se vio atrapada entre los fuertes brazos del príncipe y besada por la fuerza.
No quería eso así…
Lo apartó y le dio una fuerte bofetada.
Sorprendido, Falon la soltó para tocarse la mejilla cacheteada.

FALON: ¿Se puede saber qué demonios te pasa?
AZALEA: ¿Qué te pasa a ti?
FALON: He venido a buscar lo que me has intentado ofrecer estos días.

La princesa se puso roja al recordar los intentos de provocarlo y seducirlo.
Al ver que ahora dudaba, él se puso furioso.

FALON: ¿Ahora no quieres? ¿Ya se te pasó el capricho? Me imagino que ahora irás a seducir a Dalden para luego ir a por ese caballero personal tuyo.

Azalea volvió a darle otra bofetada, sintiéndose ofendida.
¿Cómo se atrevía a decirle algo así?
Más furioso que antes, Falon cometió el error de devolverle la cachetada.
Azalea se tambaleó hacia atrás, poniéndose pálida al instante, mirándolo con los ojos abiertos de par en par.
Dios mío…era la primera vez que un hombre la pegaba a conciencia.
Ni siquiera su padre se atrevió jamás a tocarla así.
Una solitaria lágrima rodó por su mejilla golpeada.
Y no por la bofetada recibida, sino por las crueles palabras de Falon.
Se le vinieron a la mente imágenes de cuando ella era niña con Falon y Tedra torturándola.
Al verla a punto de romper a llorar, el chico se sintió desfallecer.
Por todos los infiernos… ¿Qué había hecho?
Era la primera vez que golpeaba a una mujer. No tan fuerte pero al fin y al cabo era un golpe.
Dio un paso hacia ella, arrepentido, pero el miedo que vio en sus ojos lo detuvo.
¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué se comportaba así?
Ella era una chica complicada y difícil, pero también frágil y delicada.
Lo que tenía que hacer era acariciarla, besarla, mimarla.
Era una muñequita de porcelana a la que se debía cuidar.

FALON: Lo siento.

Dicho eso, salió de la habitación sin mirar atrás.
Challen, todavía indeciso, se asomó al interior de la estancia.
Al ver a la princesa pálida y temblorosa, se acercó unos pasos.

CHALLEN: Princesa…
AZALEA: Estoy bien.

Se acercó a la puerta, le sonrió y la cerró.
Lo único que quería era estar sola y llorar.
Siendo hermosa, Falon seguía humillándola como cuando era fea.
Pero lo que más le dolía era que aun creyendo que era una chica adoptada, él seguía tratándola mal.
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Esa noche, Falon estaba en la biblioteca de su castillo, tomando una copa de alcohol fuerte, y pensando en lo ocurrido con la princesa.
Miró su mano, con la que había golpeado la delicada mejilla de ella. Y sintió un agudo dolor en el pecho.
Reconocía que Zannaleah provocaba ganas de estrangularla, pero jamás debió golpearla.
Dios… Se arrepentía tanto. Y sentía miedo.
Un miedo horrible de que ella lo rechazase y decidiera sacarlo de su vida.
Tenía que hacer algo. Compensarla y devolverle la confianza.
Suspiró, dejó la copa vacía sobre la redonda mesa y salió de la biblioteca para dirigirse a su habitación.
Al entrar, vio a su hermana ahí, sentada en su cama.

FALON: ¿Qué haces aquí a estas horas?
TEDRA: Te estaba esperando.
FALON: ¿Qué ocurre?
TEDRA: Cerith y sus padres están organizando un viaje a Ciudad Eclipse. Yo iré con ellos. ¿Quieres venir tú también?
FALON: No puedo.
TEDRA: ¿Por qué?
FALON: Me voy a Ciudad Aion.
TEDRA: ¿Qué?
FALON: Así que cuídate mucho por allá.
TEDRA: No hablarás en serio…
FALON: Claro que sí.
TEDRA: Lo haces por irle detrás a esa estúpida.
FALON: Tedra.
TEDRA: ¡No! ¡Tedra no! ¡Estoy harta de que tu mundo gire alrededor de esa falsa princesa!
FALON: Soy bastante mayorcito y yo decido dónde girará mi mundo. Y ella me interesa mucho.
TEDRA: Falon, si tú te vas a Ciudad Aion, a mí me perderás para siempre.
FALON: No digas tonterías.
TEDRA: Hablo muy en serio, hermano.

Dicho eso, salió de la estancia, dando un portazo.
Falon suspiró, se quitó la ropa y se metió en la cama.
Tedra aun era una muchachita inmadura e inocente.
El día en que ella se fijase en un chico, comenzaría a notar cambios en su interior. Entonces lo comprendería.
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Asomada a la terraza, Azalea miraba con asombro la nave que descansaba sobre el descampado que había detrás del castillo.
Sería la primera vez viajaría en una cosa de esas. Sería la primera vez que saldría de su hogar para conocer algo nuevo.
Un escalofrío de excitación le recorrió el cuerpo.
Observó el movimiento que había bajo la terraza.
Los criados cargaban con su equipaje y lo llevaban al interior de la nave.
Challen estaba ahí, despidiéndose de su padre, que había venido a verle.
Los reyes estaban dando instrucciones a un grupo de soldados sobre el cuidado de la princesa.
De pronto, vio que se acercaba la carroza de Dalden.
Quizá venía a despedirse de ella.
Pero entonces, tras la carroza de Dalden, llegaba la de Falon.
El cuerpo le tembló.
Volverlo a ver sería motivo de discusión.
Respiró hondo y bajó al descampado para acercarse a sus padres.
En cuanto llegaron los dos chicos, ella tan solo miró a Dalden, el cual hizo una reverencia.

DALDEN: Majestades, con vuestro permiso, me ofrezco para viajar al lado de vuestra hija.
AZALEA: ¿Mm?
REY: ¿Y qué pasará con tu cargo como emperador?
DALDEN: Lo he dejado en manos de mi tío. Todavía no me siento preparado para asumir esa responsabilidad.
REY: ¿Estás seguro, muchacho?
DALDEN: Sí, Majestad. Para mí será un honor colaborar en el cuidado de la princesa.

Falon gruñó y se acercó al rey, sabiendo que la princesa lo estaba mirando con cara de pocos amigos.

FALON: No os preocupéis por la seguridad de vuestra hija allá en Ciudad Aion. Los cuatro años que estuve por allí, llegué a conocer bien ese lugar. Seré el perfecto guía para la princesa.
REY: Debo admitir que ahora me siento mucho más tranquilo. Gracias por ofreceros a viajar con ella, muchachos.

La reina abrazó a su hija para luego entregarle un grueso álbum de fotos.

REINA: Cada vez que te sientas desanimada por algo, échale un vistazo a los recuerdos.
AZALEA: Te quiero, mamá.
REINA: Y yo a ti, mi cielo.

El rey también la abrazó y le besó la frente.
Tras un último vistazo al reino, la princesa de Krystán subió a la nave junto a Challen, seguidos por Kupó, Mog, Falon y Dalden.
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TO BE CONTINUED...