Azalea, Flor Del Desierto (Entre El Amor Y El Odio)

por SweeT PrincesS Vie Sep 07, 2012 7:27 am

"La Venganza De Azalea"

PARTE 28

Después de la cena, Falon fue a visitar a su amada, ya que seguía preocupado por no haberla visto desde el medio día.
Al entrar, la vio frente al espejo, cepillándose su largo cabello.
Se acercó por detrás y le besó la cabeza.

FALON: ¿Cómo sigues?
AZALEA: Furiosa.
FALON: Tarde o temprano tendrás que hablar con tu padre.
AZALEA: No lo haré. Evitaré ese encuentro hasta dónde más pueda.
FALON: ¿Y dejar ese rencor dentro de tu corazón?
AZALEA: No me importa.
FALON: Sí te importa. Al fin y al cabo es tu padre y lo adoras.
AZALEA: Pues ya no.
FALON: Deja de ser tan orgullosa, princesa.
AZALEA: No es orgullo. Es rabia.

Se levantó del taburete y se asomó al ventanal para disimular su nerviosismo.
Con Falon cerca se le iban los pensamientos.

FALON: Lo mejor sería que habléis y lleguéis a un acuerdo.
AZALEA: Lo pensaré.
FALON: Cambiando de tema… Tengo una muy buena noticia.

Se acercó a la chica por detrás, aspirando su fresco olor a flores.
Ella comenzó a temblar como una pluma.

FALON: Dalden se marcha a su ciudad.
AZALEA: Oh… ¿Y eso?
FALON: No tiene nada que hacer aquí. Tú eres mía y al fin se ha rendido.
AZALEA: Ah…
FALON: Es motivo de celebración, así que te haré una visita en la madrugada.

Le besó un hombro y se fue, dejándola sonrojada y nerviosa.
Todavía no se acostumbraba al modo en que Falon la tratara tan apasionadamente.
Temerosa de que su padre volviera a molestarla, se metió en la cama y decidió dormir a pesar de ser todavía temprano.
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Era de noche y la luz de la luna llena apenas iluminaba el sendero lleno de árboles, flores y piedras.
Pero ella seguía corriendo sin mirar atrás. Sin importarle que iba descalza y que las piedras lastimaban sus delicados pies.
No sabía por qué huía, pero sentía que debía seguir corriendo.
Llegó a su castillo, en Krystán, y se dirigió a la habitación de sus padres.
Al entrar, vio a su padre con otra mujer.
No… No podía ser…
El dolor le atenazó el alma.
Se dio la vuelta para irse pero en otra cama vio a Falon con Cerith.
Cerró los ojos con fuerza y deseó borrar esas imágenes para siempre.
Odiaba la infidelidad…odiaba el comportamiento de su padre…odiaba a Cerith…
Sintió que alguien le acariciaba la mejilla y abrió los ojos.
Se vio en su cama, con Falon sobre su cuerpo, mirándola con ternura.

FALON: ¿Una pesadilla?
AZALEA: Sí…
FALON: ¿Desde cuándo padeces tantos malos sueños?

Azalea se puso tensa.
Jamás había esperado una pregunta así de boca de este príncipe, pues era el menos indicado para preguntar eso, ya que era el culpable de sus pesadillas.

FALON: ¿Y por qué los tienes?

La princesa se removió, incómoda.
¿Qué podía hacer para cambiar el tema?
Cuando quería, Falon también podía ser muy terco, así que solo había una forma de aplacarlo.
Respiró hondo, lo tomó por la cara y lo besó.
Falon se sorprendió de ese atrevimiento pero pronto el fuego que se desató en su interior provocó que su sangre comenzase a hervir de deseo.
Dejó todo su peso sobre ella y comenzó a bajarle los tirantes del vestidito.
Azalea dejó de pensar y se dejó llevar por sus sentimientos.
Las manos del chico la llenaron de caricias y consiguieron relajarla.
En un minuto, quedó desnuda ante sus ojos.
La devoró con la mirada, provocando que la chica se muriera de la vergüenza.
Para distraerla, Falon tomó las delicadas manos de Azalea y las puso en su fuerte pecho.

FALON: Tócame, princesa.

Al oír eso, ella comenzó a temblar.
Pero movida por la curiosidad juvenil, deslizó suavemente sus dedos por el tórax de su amado, bajando por el abdomen y llegando al ombligo.
La piel de Falon se erizó y tuvo que suspirar.
¿Por qué ésta mujer conseguía alterarlo con tan solo un roce?
Para controlarse un poco, se quitó la ropa y se metió bajo las sábanas para pegar a Azalea contra su fuerte y caliente cuerpo.
Piel contra piel. Latido con latido…
Era delicioso sentirla desnuda y suave…

AZALEA: Falon…
FALON: ¿Mm?
AZALEA: ¿Qué has hecho con Kupó y Mog?
FALON: Los llevé a mi habitación para que siguieran durmiendo.
AZALEA: ¿Se despertaron?
FALON: Sí, pero no te preocupes ahora por ellos. Céntrate en mí.

Volvió a besarla y sus fuertes manos acariciaron esa piel de seda.
Se estaba volviendo adicto a ésta mujer… Estaba perdiendo la cabeza...
Se sentía completamente enamorado…
Azalea arqueó la espalda y sus redondos pechos se aplastaron contra el pecho del chico, provocando una explosión de fuego.
La conexión que existía entre los dos era tan fuerte que los enloquecía por igual.
De nuevo, Falon no tuvo prisa en amarla, y le hizo el amor muy lentamente, prolongando así el placer.

FALON: Te amo…para siempre…
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A la mañana siguiente, cuando Azalea despertó, vio a su padre sentado a su lado en la cama, mirándola con expresión dolorosa.
Incómoda y tensa, la princesa se enrolló la sábana en su cuerpo y se metió en el baño, dando a entender que no quería hablar con él.
Tras darse un relajante baño perfumado, se puso el uniforme y vio que su padre seguía ahí, esperándola.
Ignorándolo por completo, ella se cepilló los dientes y el cabello.
Cuando quiso irse, su padre la detuvo del brazo y se miraron.

PADRE: No soporto tu indiferencia.
AZALEA: Es lo que te mereces.
PADRE: Pasó hace muchos años, Azalea.
AZALEA: Pero mamá tiene tatuado en su corazón el dolor de tu traición.
PADRE: Siempre le dolerá, porque eso es horrible. Pero me perdonó, hija.
AZALEA: Porque te ama.
PADRE: Y yo a ella.
AZALEA: Mientes. Quién ama no traiciona.
PADRE: Azalea, yo era joven y…
AZALEA: Eso no justifica tus actos. Si me disculpas, iré a clase.

Sin esperar respuesta, la princesa se marchó, dejándolo destrozado.
Al llegar a la sala de estudios, saludó a sus amigos y conversó con ellos hasta que llegó el profesor.
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Tedra y Cerith terminaron de alistarse para salir a pasear por la ciudad.
Furioso, Shaner las esperaba en el jardín, al lado del carruaje.
Al verlas acercarse, la princesa de Kan-is-Tra arqueaba una ceja.

TEDRA: ¿Qué haces con el traje de guerrero todavía puesto?
SHANER: No pienso ponerme el ridículo uniforme de caballero de Aion.
TEDRA: Es tu obligación llevarlo.
SHANER: Podéis obligarme a ser vuestro caballero personal, pero no me obligaréis a nada más.
TEDRA: Le diré a Zaebard que…

Sus protestas fueron interrumpidas por el grito de un soldado: “¡nos atacan!”.
De inmediato, Shaner agarró a Tedra y a Cerith y las arrastró hacia el interior del castillo, en el cual los soldados se alistaban para hacer frente al ataque.

TEDRA: ¿Qué haces?
SHANER: Poneros a salvo.

Bajaron unas escaleras secretas y dieron con un pasillo frío y oscuro.
Pero Shaner ya conocía el camino, así que las guió del brazo con facilidad hasta llegar a una pequeña puerta que al abrirla, las dos chicas vieron una gran sala de piedra gris y húmeda, con una pequeña ventana rejada.

TEDRA: ¿Q-qué lugar es este?
SHANER: Un subterráneo.
TEDRA: No pienso entrar ahí.
SHANER: Oh, claro que sí.

Las empujó hacia dentro y se dio la vuelta para irse, pero Tedra lo detuvo del brazo, asustada.

TEDRA: ¿Cómo te atreves…? Esto debe de estar lleno de ratas.
SHANER: ¿Preferís ver una rata que ser atacada o violada por los enemigos?

Las dos jóvenes se pusieron pálidas.
Shaner gruñó, les cerró la puerta y regresó al jardín, sacando la espada y el escudo, listo para luchar.
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En la sala de estudios, los alumnos yacían debajo de sus mesas, asustados por todo el ruido que se oía en el jardín.
El profesor intentaba calmarlos, pero él también estaba angustiado.
Azalea y Lilly se miraron con temor.
¿Qué estaba pasando? ¿Por qué debían permanecer todos escondidos?
Un alumno se atrevió a salir del escondite para asomarse al ventanal.

ALUMNO: ¡Es una guerra!

Los demás comenzaron a murmurar, asustados.

ALUMNO: ¡Son muchos enemigos! ¡Vamos a morir!

Al decir eso, se formó el caos.
Todos salieron de la sala sin que el profesor pudiera evitarlo.
Azalea y Lilly decidieron asomarse al ventanal y se angustiaron al ver el jardín lleno de soldados de Aion luchando contra el ejército de los emperadores Denki y Yimbo.

AZALEA: Por todos los dioses…
LILLY: Se han unido para ir en contra de su propio rey.
AZALEA: ¿Por qué siguen atacando si el Oráculo desapareció hace días?
LILLY: No lo sé, pero tengo miedo…
AZALEA: ¿Adónde habrán ido todos nuestros compañeros?
LILLY: Estarán en peligro, ¿verdad?
AZALEA: Deberíamos buscarlos y tranquilizarlos para irnos a un lugar seguro.
LILLY: De acuerdo.

Salieron al pasillo y corrieron hacia las escaleras que conducían a todas las zonas del castillo, pero todo estaba vacío, ya que los soldados luchaban en el jardín.
Llegaron a la sala principal y con horror vieron cómo un soldado del Oeste de Aion mataba a uno del rey Zaebard.
Retrocedieron y se dirigieron por otro lado, y al girar la esquina, tropezaron con los cuerpos de varios soldados muertos.
Azalea sintió náuseas y Lilly rompió a llorar.
Oyeron pasos y se voltearon para encontrarse a tres enemigos con largas espadas manchadas de sangre.

LILLY: Oh, Dios…
AZALEA: Corre.
LILLY: ¿Qué?
AZALEA: Que corras.

Sin dudarlo, Lilly pasó por encima de los muertos y corrió, seguida por Azalea. Pero los enemigos se echaron a reír y fueron tras ellas.
Al final del pasillo las capturaron y las arrojaron al suelo.

ENEMIGO 1: Qué preciosidades…
ENEMIGO 2: Deberíamos aprovecharlas antes de matarlas.
ENEMIGO 3: Me quedo con ésta.

Antes de que pudieran tocarlas, llegó otro enemigo y los amenazó con su espada.

JEFE: El emperador Denki ha prohibido que toquemos a las princesas. Así que atadlas y llevadlas al carruaje. Nos las llevamos.
ENEMIGOS: Sí, capitán.
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Falon se secó el sudor de la frente con el brazo y miró a su alrededor.
Había matado a bastantes enemigos, pero seguían llegando más.
Por todos los demonios… Esto no pintaba nada bien.
Y para peor sentía cansancio en el brazo derecho con el cual usaba su espada.
Jamás en su vida había tenido la necesidad de luchar, pero en este momento estaba entregado a la batalla, demostrando lo buen luchador que era.
Vio que se le acercaban dos contrincantes, así que alzó su arma y siguió batallando.
Pero al oír el grito de una voz especial se puso en alerta.
Por el jardín vio cómo tres enemigos se llevaban a Azalea y a Lilly.
Esa escena le rompió todos los esquemas.
Soltó un grito cargado de furia y corrió hacia ellos.
Cegado por la rabia, se enfrentó solo a los tres contrincantes, y a pesar de resultar herido, logró matarlos.
De inmediato, Azalea se lanzó a sus brazos, temblando de miedo.
Falon la abrazó con fuerza y aspiró su aroma como si eso le diera más vida.

FALON: ¿Te han tocado? ¿Te han herido?
AZALEA: No, no. Estoy bien.
FALON: Tenéis que poneros a salvo.

Las cogió de la mano y corrieron hacia la entrada trasera del castillo.
Llegaron al pasillo frio y oscuro y él abrió la puerta del subterráneo.
En cuanto Falon y Tedra se vieron, se abrazaron con fuerza.

TEDRA: Oh, hermano…
FALON: Gracias al cielo estás bien.
TEDRA: ¿Qué está pasando?
FALON: Debéis permanecer aquí dentro hasta que yo o alguno de los nuestros venga a buscaros.
TEDRA: No sigas luchando, por favor.
FALON: Es mi deber, Tedra. Fui educado y entrenado para esto.
TEDRA: Pero eres un príncipe.
FALON: Y también un guerrero.

Le besó la frente y se giró hacia Azalea para volverla a abrazar, la cual se aferró a él, deseando no soltarlo nunca.

AZALEA: No vayas.
FALON: Te amo.
AZALEA: Por favor, Falon…
FALON: Volveré por ti, amor.

Le dio un beso en la boca, les cerró la puerta y regresó a la batalla.
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Había pasado una hora desde que Falon se había marchado, y Azalea seguía sentada en una vieja silla de madera, dentro del húmedo subterráneo, rodeada por Tedra, Cerith, Lilly, los alumnos, profesores y sirvientes.
Se sentían afortunados de seguir con vida, ya que la mayoría de los soldados de Zaebard habían sido asesinados.
Tedra se paseaba por el subterráneo, retorciéndose las manos.

TEDRA: Esto no puede estar pasando… Esto es una pesadilla…
CERITH: Tedra, cálmate…
TEDRA: No pidas que me calme. Ahí fuera está mi hermano. Si algo le sucede, yo…

Fue interrumpida por un fuerte estruendo y Azalea se tapó los oídos con las manos, angustiada por esa situación.
En ese instante sentía que quería huir de ahí y refugiarse en su hogar, en Ciudad Krystán. Esconderse en los brazos de su madre… Sentirse segura en su gran castillo…
Al recordar a su madre, recordó también a su padre.
Oh, Dios… Debía estar luchando también. Y a pesar de estar enfadada con él, no pudo evitar sentir preocupación por su bienestar.
De pronto, se oyeron pasos en el pasillo.
Todos en el subterráneo se pusieron tensos, asustados por si los enemigos lograban encontrarlos y matarlos.
Los minutos se hicieron eternos hasta que al fin se abrió la puerta.
La luz que entraba por la ventana rejada iluminaron a Challen y al rey de Krystán, el cual sangraba de un brazo.
De inmediato, Azalea se acercó a ellos, con lágrimas en los ojos.

AZALEA: Oh, papá…
PADRE: Estoy bien. Solo es un rasguño.

Challen lo ayudó a sentarse en una silla y cerró la puerta.
Al darse la vuelta, la princesa se le lanzó a los brazos, sorprendiéndolo y poniéndolo nervioso.

AZALEA: Gracias a Dios no estás herido. Dime que no volverás a la batalla.
CHALLEN: No, Alteza. El príncipe Falon me obligó a venir para protegeros a todos los que estáis aquí.
AZALEA: ¿Qué está pasando allá fuera?
CHALLEN: Han llegado los Cazadores de Bestias y están usando la magia para vencer a los enemigos a través de los dragones.

Se oyeron golpes en la puerta y el joven caballero la abrió para dar paso a Kupó y a Mog, los cuales traían el botiquín de curación, que lo soltaron y volaron a los brazos de Azalea.

AZALEA: ¿Estáis bien?
KUPÓ: Sí, pero muy asustados, kupó.
MOG: Jamás había visto una guerra… Es algo horrible…
AZALEA: Calmaros, pequeños. No os pasará nada. Lo prometo.

Ante las miradas de Lilly, de Tedra, de Cerith y de los demás, Azalea curó la herida de su padre.
Challen se postró al lado de la puerta para estar preparado por si algún enemigo lograba encontrarlos.
Todos tenían sed, hambre y sueño, pero la situación los obligaba a estar bien despiertos y atentos.
Si los Cazadores de Bestias no lograban vencer al ejército de los emperadores, ojalá los dioses se encargaran de ponerle fin a esa guerra.
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Era de noche y la luna llena apenas iluminaba el sendero lleno de árboles, flores y piedras.
Pero ella seguía corriendo sin mirar atrás. Sin importarle que iba descalza y que las piedras lastimaban sus delicados pies.
No sabía por qué huía, pero sentía que debía seguir corriendo.
Llegó al inmenso jardín y ahogó un grito al ver una batalla sangrienta de soldados.
Con horror vio cómo mataban a su padre, a Challen y a Falon.
Cerró los ojos con fuerza y gritó hasta quedarse sin voz.
Pero alguien la abrazó y le suplicó que despertara.
Azalea abrió sus ojos y se vio acostada en un viejo sofá, dentro del subterráneo y rodeada por los brazos de su caballero personal.

CHALLEN: Calmaros, Alteza. Ha sido una pesadilla.

Azalea se incorporó y se sintió avergonzada al ver que todos la miraban en silencio.
El subterráneo iba oscureciendo a medida que el sol se escondía.
Vio que su padre dormía sobre un estropeado colchón, junto a Kupó y a Mog.
El cansancio había conseguido hacerles dormir, al igual que a ella y que a algunos criados.
Fuera en los jardines ya no se oía nada. Reinaba un absoluto silencio.
¿Cuántas horas habría dormido? ¿La guerra habría finalizado?

AZALEA: Challen, deberíamos salir y…
CHALLEN: No, Alteza. Hasta que uno de los nuestros venga a buscarnos, nadie saldrá de aquí.
AZALEA: Pero…
CHALLEN: Todo irá bien, princesa.

Tedra los miraba, envidiosa de lo atento que era ese caballero con Azalea.
Ella ya tenía a Shaner, pero él la detestaba, y jamás lograría recibir su cariño.
Shaner… ¿Estaría bien? ¿O quizá herido?
Volvieron a oírse pasos, y Challen se acercó a la puerta, alzando la espada.
Unos segundos después, apareció Falon, con la ropa rasgada, sucia y con la frente ensangrentada.
Tedra fue la primera en correr a abrazarlo, feliz de verlo sano y salvo.

TEDRA: Dime que todo ha terminado.
FALON: Sí, hermana. Gracias a los Cazadores de Bestias hemos ganado.

Los demás aplaudieron y respiraron con gran alivio.
En cuanto soltó a Tedra, Falon se acercó a Azalea para abrazarla.

FALON: Ya estoy aquí.

La chica rompió a llorar y se aferró a él.
Tenerlo vivo entre sus brazos era el mejor regalo que los dioses le habían otorgado.
Jamás imaginó que amaría tanto al culpable de su sufrimiento en el pasado.
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Después de darse un baño y ponerse el vestido de dormir, Azalea se sentó en la cama junto a sus mascotas.

KUPÓ: Mog y yo hemos volado por encima del castillo, kupó. El jardín está lleno de cadáveres, kupó.
MOG: Y son más soldados de Zaebard que enemigos.
AZALEA: Es desastroso…
MOG: Ojalá no vuelvan a atacarnos…

La puerta se abrió y entró Challen con una bandeja llena de comida.
La puso sobre la cama y Azalea cogió el cuenco de porcelana para darle un buen sorbo a la deliciosa sopa.

AZALEA: Gracias por traerme la cena, Challen.
CHALLEN: De nada, Alteza.
AZALEA: ¿Qué sabes de los demás? ¿Cómo sigue mi padre?
CHALLEN: Bien, princesa. Zaebard, Shaner, Falon y Dalden están en la sala de reuniones. Los demás se han ido a dormir.
AZALEA: ¿Por qué están en la sala de reuniones?
CHALLEN: No sé, Alteza. Quizá estén hablando de lo sucedido.
MOG: Azalea, deberíamos irnos de aquí.
AZALEA: ¿Qué?
MOG: Si vuelven a atacarnos, moriremos todos. A Zaebard apenas le quedan soldados. Estamos sin protección.
AZALEA: No puedo abandonar mis estudios.
CHALLEN: No os atormentéis ahora. Será mejor que durmáis. Mañana será otro día.
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TO BE CONTINUED...