Azalea, Flor Del Desierto (Entre El Amor Y El Odio)

por SweeT PrincesS Dom Jul 22, 2012 7:33 am

"La Venganza De Azalea"

PARTE 4

Dentro del Palacio, sentados en los sofás del salón, estaban Azalea con sus padres, Falon con los suyos, y más gente de suma importancia.
Al lado de la chimenea de tierra, dentro de una caja de madera, yacía el cuerpo inerte del emperador de Ba-Tarah.
Dalden lo miraba con dolor y rabia.
Dolor por haber perdido a su padre. Y rabia por haber quedado solo, a cargo de un Palacio, de cientos de problemas. A cargo de una nación entera.
Era una responsabilidad tan grande y pesada que jamás sería capaz de sobrellevarla con poderío y eficiencia tal y como hizo su padre.
Apretó los puños, sintiendo las ganas de salir corriendo y ocultarse para siempre.
Dentro de ese salón lleno de luto y de silencio, solo un rayito de luz era capaz de iluminar el dolor de Dalden. Y ese rayito era Azalea, tan hermosa y delicada, sentada entre los reyes de Krystán.
Deseaba tanto hablar con ella y olvidar su dolor, pero al parecer, Falon estaba siempre pendiente de cada movimiento de la princesa.
Maldito entrometido… Actuaba como si ella le perteneciera.
Al fin, dio un paso atrás, y dos hombres se dispusieron a cerrar el ataúd.
Todos los presentes se levantaron y rezaron por el alma del emperador.
Al finalizar, las personas volvieron a darle el pésame a Dalden.
Cuando fue el turno de Azalea, él la tomó de las manos con seriedad.

DALDEN: Gracias por haber venido.
AZALEA: Siento mucho todo esto.
DALDEN: Espero que puedas quedarte unos días aquí.
AZALEA: Será lo que decidan mis padres.
DALDEN: De acuerdo.

De inmediato, Falon se acercó para poner fin al contacto entre Dalden y Azalea, y miró al hijo del fallecido emperador.

FALON: Siento mucho lo de tu padre.
DALDEN: Así lo digas por obligación, lo acepto.
FALON: Me parece bien.

Azalea se incomodó al ver cómo se provocaban mutuamente, así que sonrió forzadamente y regresó al lado de sus padres.
Pronto las sirvientas sirvieron agua y vino para calmar un poco el desasosiego de la situación.
Azalea se dirigió a su asignada habitación, que quedaba frente a la de sus padres, así se sentiría segura. O eso creía…pues alguien llamó a la puerta.
Abrió y Falon entró con rapidez, cerró y de inmediato abrazó a la princesa, poniéndola tensa.

FALON: Tenía ganas de estar a solas contigo.

Empezó a besarla, pero esta vez, ella no se perdió en la pasión.

AZALEA: Falon, espera…
FALON: Necesitaba tocarte…
AZALEA: Creo que no es lugar ni momento para esto.
FALON: Solo unos minutos más…
AZALEA: No.

Lo apartó y lo miró con el ceño fruncido. Y Falon se cruzó de brazos, molesto.

FALON: Metidos en esta habitación y compartiendo nuestro deseo no le hacemos daño a nadie.
AZALEA: Sigue siendo un lugar donde debemos respetar la situación.
FALON: Entonces, déjame sentirte en silencio.

Se acercó y la abrazó cálidamente.
Azalea suspiró y se relajó, dejando que su mente viajara hasta el pasado y centrarse en el odio que sentía por este chico, el cual parecía ser que se estaba enamorando de ella.
Se había acostumbrado a su tacto, a sus besos, a sus caricias. Y había admitido que lo deseaba, pero hasta ahí era suficiente.
Por otro lado, Falon tenía el alma abierta para absorber todo lo que sentía por esa hermosa princesa. Se dejaba llevar y disfrutaba con ello.
Por primera vez en su vida sentía que solo con ella era capaz de entregarse por completo.
Se le erizó la piel. Anhelaba hacerla suya para siempre.
Pero sus pasos serían lentos para no asustarla. La conquistaría despacio.
La miró y sonrió.

FALON: Nos vemos a la hora de la cena.

Y se fue, dejándola de pronto abrumada.
Abrumada por la intensidad de su deseo, el cual iba creciendo con cada caricia y beso de Falon.
Un deseo que estaba creando serio peligro para su plan de venganza.
Suspiró y se dispuso a retocarse un poco frente al espejo.
Su mascota miraba por la ventanita.

AZALEA: ¿Qué te preocupa, Kupó?
KUPÓ: Mog.
AZALEA: ¿La extrañas?
KUPÓ: No es solo eso, kupó.
AZALEA: ¿Entonces?
KUPÓ: No me agrada estar tan lejos de ella, kupó.
AZALEA: ¿Por qué no vino con nosotros?
KUPÓ: Pues nos fuimos tan rápido, kupó…
AZALEA: Ese odioso de Falon es el culpable. Pero no te preocupes. Nos iremos después del entierro del emperador.

Se acercó a la ventana y observó la noche, acariciando la cabecita de su mascota.

AZALEA: Kupó, dime qué sientes por Mog.
KUPÓ: Ella es muy importante para mí, kupó.
AZALEA: ¿La amas?
KUPÓ: Las mascotas no sabemos lo que es el amor, kupó. Pero sí sentimos una fuerte conexión por los que nos importan, kupó.
AZALEA: Eso es cariño y afecto.
KUPÓ: Sí.
AZALEA: ¿Crees que la conexión que sientes con Mog es la misma que sientes conmigo?
KUPÓ: No. Es muy distinta, kupó.
AZALEA: ¿Qué sientes por mí?
KUPÓ: Mucho cariño. Demasiado, kupó.
AZALEA: ¿Y por Mog?
KUPÓ: No sabría explicarlo, kupó.
AZALEA: Yo sí. Es amor.
KUPÓ: ¿Tú crees, kupó?
AZALEA: Sí. Dicen que el amor es un sentimiento hermoso. Y mucho más cuando es correspondido. ¿Qué siente Mog por ti?
KUPÓ: Me quiere mucho, kupó.

Se miraron y sonrieron.
Unos minutos más tarde, Azalea yacía sentada entre sus padres, junto con Falon y sus padres, y Dalden y su familia.
La cena fue servida y se inició la conversación sobre la responsabilidad que pesaba sobre la espalda de Dalden.
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El fuerte guerrero alzó la mano y sus hombres se detuvieron, al igual que Tedra y Cerith.

TEDRA: ¿Qué ocurre? Ya estamos a punto de llegar y…
GUERRERO: Ssssh.

El silencio de la noche era sepulcral.
No se oía ni un solo ruido. Pero no entendían por qué ese guerrero se había detenido. Y eso estaba impacientando a Tedra, la cual quería llegar de una vez al Palacio de Dalden.

TEDRA: Hace frio y…
GUERRERO: Vosotros, adelantaros y despejad la zona. Nosotros iremos un poco más tarde.
HOMBRES: Sí, capitán.

Un grupo de guerreros se alejó cabalgando, y Tedra arreó a su caballo para acercarse al jefe y mirarlo con enojo.

TEDRA: ¿Cómo que iremos un poco más tarde? ¿Por qué?
GUERRERO: Es necesario.
TEDRA: Mira, señor… ¿Cómo te llamas?
GUERRERO: Shaner. Capitán Shaner.
TEDRA: Capitán, comprenderás que mi amiga y yo necesitamos llegar al Palacio antes de que ahí todos se vayan a dormir.
SHANER: Señorita…
TEDRA: Princesa Tedra o Alteza, por favor.
SHANER: Princesa, es mejor llegar sanos y salvos aunque duerman en Palacio que quedarse en el camino con una flecha clavada en nuestra espalda.

Tedra y Cerith se pusieron pálidas. Y Shaner se arrepintió de haberles hablado tan crudamente, pues no estaba acostumbrado a tratar con jovencitas de la alta sociedad.

TEDRA: ¿Tanto peligro hay en estos caminos?
SHANER: Ya lo comprobasteis hace un rato.
TEDRA: ¿Y cuánto demorarán tus hombres en regresar?
SHANER: Confío en que tan solo unos diez minutos.

El guerrero se rascó el mentón, empezando a incomodarse por las preguntas de esa muchacha tan…bella.
Por su porte majestuoso y tono de voz altivo, no había duda de que pertenecía a la realeza.
Su amiga era más callada y reservada, pero su vestido delataba que era una niña rica y mimada.
En qué mala hora se habían cruzado en su camino, pero jamás habría dudado en rescatarlas del ataque de esos malditos bandidos del Clan Flecha.
Ya habían sido capturados unos cuantos, pero al parecer todavía quedaban bastantes sueltos, los cuales se dedicaban a saquear y robar.

TEDRA: Ya han pasado diez minutos.
SHANER: Paciencia.
TEDRA: Si llegamos tarde, no tendremos donde pasar la noche.
SHANER: Sois una princesa. En Palacio despertarán los criados para atenderos como es debido.
TEDRA: Pero…

Se calló al oír un caballo que se acercaba a ellos.
El hombre que iba sobre dicho caballo alzó una mano.

HOMBRE: ¡Retirada, capitán! ¡Están por todas partes!
SHANER: Maldita sea.
TEDRA: ¿Qué ocurre ahora?
SHANER: Arread a vuestro caballo.
TEDRA: ¿Qué?
SHANER: ¡¡Ya!!

Tedra se puso tensa al ver que le gritaba. ¡¿Cómo se atrevía?!
Lo miró con desdén, arreó a su caballo y cabalgó hacia donde había aparecido el otro hombre.

SHANER: ¡No, por allí no! ¡Regresad!

La princesa no hizo caso y se alejó.
Cerith quedó pasmada al quedarse sola con todos esos grandes guerreros.

SHANER: Ocuparos de la señorita Cerith. Yo iré tras la princesa.
HOMBRE: Sí, capitán.

Shaner salió tras la princesa y apretó los dientes al saber que se estaba poniendo en peligro al ir solo hacia la boca del lobo.
Localizó a Tedra justo a unos metros más adelante, así que aceleró la marcha y justo cuando iba a atraparla, de entre los árboles salieron unos cuantos hombres con espadas en mano.
Tedra gritó y tiró de las riendas para no atropellar a un hombre que había salido de repente, el cual, al verla, la agarró del vestido y tiró de ella hasta arrancarla del caballo.
Shaner gruñó, saltó de su montura y sacó su enorme espada para clavarla en el primer hombre que se encontró en su camino.
Los demás enemigos se enfrentaron a él, mientras que el otro se llevaba a Tedra por la fuerza.

TEDRA: ¡Quítame las manos de encima! ¡Soy la princesa de Kan-is-Tra!
HOMBRE: Pues mucho mejor, mocosa.
TEDRA: ¡¿Cómo te atreves a hablarme así?!

Se atrevió a darle una bofetada, pero el hombre se la devolvió sin dudarlo.
Tedra cayó hacia atrás, mareada por el repentino golpe en su delicada cara.
Y el enemigo se la cargó sobre el hombro para seguir avanzando por el oscuro sendero.
Shaner miró con impotencia cómo se llevaban a la princesa.
Los demás bandidos le cortaban el paso, mirándolo con atención, a la espera de cualquier movimiento.
Pero Shaner guardó la espada y se juró volver para matarlos a todos y rescatar a Tedra, así que dio media vuelta, subió a su caballo y se alejó hacia donde estaba su grupo con la jovencita Cerith.

HOMBRE: ¿Qué pasó, capitán?
SHANER: Misión fallida.
CERITH: ¿Dónde está Tedra?
SHANER: Se la llevaron, pero volveremos a por ella en cuanto tenga un plan de ataque.
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Falon no podía dormir. Pues estaba preocupado por su hermana.
Hacía horas que le había enviado la carta informándola de que el padre de Dalden había muerto. Y Tedra aun no había llegado.
Quizá estuviera todavía muy enfadada. Quizá no quería dejar sola a Cerith.
¿Pero por qué no le había respondido la carta diciéndole que no asistiría al entierro? Era muy extraño…
Oyó pasos en el pasillo y decidió asomarse tras abrir la puerta.
Pudo ver a Dalden girando la esquina al final del pasillo.
Se puso tenso. Pues ese era el pasillo que llevaba a la habitación de Azalea.
No. de Azalea no. De Zannaleah.
Se encaminó tras Dalden y efectivamente estaba plantado frente a la puerta de la princesa.

FALON: ¿Qué demonios haces ahí?

Dalden dio un respingo, pero al ver que era Falon, lo miró con desdén y alzó la mano para tocar la puerta, pero el otro chico lo detuvo con su oscuro tono de voz.

FALON: No te atrevas.
DALDEN: ¿O qué?
FALON: O no respondo.
DALDEN: ¿Vas a golpearme de nuevo?
FALON: Ganas no me faltan.
DALDEN: ¿Te atreverías a iniciar un escándalo tras la muerte de mi padre?
FALON: Por él es que me contengo, Dalden. Pero si continúas siguiendo a la princesa, te juro que no me importará nada.
DALDEN: Ya veo.

Se cruzó de brazos y lo miró de arriba abajo, dándose cuenta de que Falon apretaba los puños, aparentemente soportando las ganas de golpearlo.

FALON: ¿Qué quieres de ella?
DALDEN Lo que cualquier hombre querría.
FALON: Cretino…
DALDEN: Relájate y controla tu mente sucia. Quiero conquistarla y casarme con ella.
FALON: Llegas demasiado tarde. Está interesada en mí.
DALDEN: Prefiero que me lo confirme personalmente.

Dicho eso, tocó a la puerta, y Falon apretó los dientes. Pero para su suerte, la princesa no abrió. Quizá ya estaría dormida.

DALDEN: Mañana hablaré con ella.

Sonrió con cinismo y se fue.
Falon destensó los músculos y respiró profundamente.
Necesitaba descargar su furia contra ese maldito engreído, pero la muerte del emperador se lo impedía.
Miró por última vez la puerta de la princesa y regresó a su estancia.
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Al día siguiente, en el desayuno, Dalden invitó a Azalea frente a todos a que viajara con él en su carroza hacia el cementerio.
Azalea se incomodó y miró a Falon, el cual tenía una expresión sombría en su apuesto rostro.
Entonces miró a su padre, que asintió con la cabeza, dándole a entender que lo permitía.
Todo fuera por el dolor de la pérdida de un padre…
De pronto, un criado se acercó a todos y miró directamente a Falon.

CRIADO: Alteza, fuera hay un mensajero que quiere veros.
FALON: ¿A mí?
CRIADO: Sí, Alteza. Se trata de vuestra hermana y de la señorita Cerith.

Falon suspiró, sintiéndose aliviado de recibir noticias de Tedra.
Se disculpó ante todos y salió del Palacio para acercarse al mensajero, el cual le hizo una reverencia.

MENSAJERO: Alteza, vengo sin cartas y sin órdenes de nadie.
FALON: ¿Qué ocurre?
MENSAJERO: Mi’Ihen, el mayordomo de la señorita Cerith, me ha informado de que ella y la princesa Tedra han sido secuestradas.
FALON: ¿Qué?

El mundo se le vino encima.
¿Cerith y Tedra secuestradas?
No podía ser… ¡¡Maldita fuera!!
Entró de nuevo en el Palacio y los miró a todos, para luego clavar la mirada en sus padres.

FALON: Padre, madre, haré todo lo que sea con tal de rescatar a mi hermana y a Cerith.
REINA KAN-IS-TRA: ¿De qué hablas, hijo?
FALON: Han sido secuestradas.

Con horror, vio cómo su madre se desmayaba y su padre se ponía pálido.
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Tedra quiso gritar, pero Shaner le tapó la boca con su grande mano.
Estaban ocultos tras las altas zarzas que había en el sendero.
Shaner comprobó cómo los hombres con lanzas se alejaban del lugar.
Rescatar a la princesa de Kan-is-Tra había sido fácil, pero ahora tenían que huir sin ser vistos por esa banda de traidores.
Alzó la cabeza para comprobar la distancia que los separaba del sendero en el que los esperaban sus compañeros junto a la jovencita Cerith.
Sintió un dolor en la mano al ver que Tedra le había mordido.

SHANER: ¿Pero qué…?
TEDRA: ¡Me estabas dejando sin aire!
SHANER: Bajad la voz o nos atraparán.
TEDRA: ¿Cuánto tiempo más vamos a permanecer aquí escondidos?
SHANER: Hasta que desaparezca el último atacante.
TEDRA: Me pica el cuerpo y tengo sed.
SHANER: Preparaos para salir corriendo.
TEDRA: ¿Qué? Pero si estoy agotada…
SHANER: Yo también. En cuanto diga “tres”, salimos hacia allá. (Señalando)
TEDRA: ¿Por qué no podemos ir caminando? Tengo los pies destrozados. Y fíjate en mis zapatitos de satén, están horribles.
SHANER: Atenta. Uno…
TEDRA: ¿Por qué no me pones atención?
SHANER: Dos…
TEDRA: No pienso correr.
SHANER: ¡Tres!

La agarró del brazo y la obligó a correr, pero a medio camino, ella se soltó y se detuvo, mirando cómo ese hombretón se alejaba solo y llegaba al otro lado del sendero.
Al verla en medio del peligro, Shaner apretó los dientes.

SHANER: ¡Por todos los infiernos, mujer! ¡Corred hasta aquí!
TEDRA: No. Iré caminando.

Y así lo hizo.
Con cada paso que daba, Shaner se iba poniendo más nervioso ante el peligro que esa malcriada corría.
Antes de que le diera un ataque de cólera, se acercó a ella, se la cargó en su hombro y salió corriendo, con Tedra pataleando.

TEDRA: ¡Suéltame, atrevido!

Al llegar al otro lado del sendero, Shaner la dejó bruscamente de pie en el suelo y miró hacia atrás para comprobar que no habían sido vistos.
Cerith abrazó a Tedra, la cual miraba con odio al joven capitán.

TEDRA: Mira cómo me ha dejado el vestido.
CERITH: Me alegro de que estés bien, amiga.
TEDRA: ¡No estoy bien! ¡Mira qué desastre!
CERITH: Tedra…
TEDRA: ¡Y todo por culpa de este bellaco!

Se quitó el zapato y se lo tiró a Shaner, dándole en la cabeza.
Cerith se puso tensa. Tedra se cruzó de brazos. Y los demás guerreros disimularon su diversión.
Harto de oír las quejas de esa mocosa, el capitán se acercó a ella y la miró tan amenazadoramente que ella tuvo que tragar saliva.

SHANER: Os he salvado dos veces y no he recibido vuestro agradecimiento.
TEDRA: Ni…ni lo tendrás.
SHANER: Entonces debería devolveros a esos secuestradores.

La princesa se puso pálida ante esa amenaza.
Al parecer, no se atrevió a seguir peleando, así que Shaner dio la orden de cabalgar hacia el Palacio de Ciudad Ba-Tarah.
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Azalea estaba sentada en el interior de su carroza, a la espera de que terminase el entierro en ese horrible cementerio de Ciudad Ba-Tarah.
Su mente se desvió hacia Falon, el cual se había marchado junto a su padre por el motivo de secuestro de Tedra y Cerith.
¿Por qué razón las habían capturado?
Se asomó por la ventanita y vio que el entierro había finalizado.
Suspiró con alivio y esperó a que sus padres se acercasen a la carroza.
Al poco tiempo, se dirigieron hacia Ciudad Krystán, seguidos por Dalden, el cual iba en su carroza.
Al llegar al castillo, vieron en la entrada a Falon abrazando a Cerith, y al rey de Kan-is-Tra abrazando a su hija Tedra.
Los reyes de Krystán bajaron de la carroza y se acercaron, preocupados.

REY KRYSTÁN: Gracias a Dios que estáis sanas y salvas.
REINA KRYSTÁN: Hay que avisar a tu madre, Falon.
FALON: No hará falta. Tedra y yo regresamos a casa.
REINA KRYSTÁN: Sí, será lo mejor para la pobrecita de Tedra.

Azalea vio cómo Falon, junto a su padre, a Tedra y a Cerith subían en la carroza y se marchaban.
Y el muy odioso de Falon ni se había despedido de ella.
Apretó los puños y entró en su castillo, seguida por Dalden.

DALDEN: Azalea…
AZALEA: ¿Mm? (Volteándose)
DALDEN: ¿Podemos hablar un momento?
AZALEA: Quizá un poco más tarde. Estoy cansada.
DALDEN: De acuerdo.

Ella le sonrió y marchó hacia su habitación.
Encontró a Kupó cerca de la terraza.

AZALEA: ¿Te vas?
KUPÓ: Sí. Necesito estar con Mog, kupó.
AZALEA: ¿Volverás para la cena?
KUPÓ: Creo que sí, kupó.

Dicho eso, se fue volando, dejando sola a la princesa y cruzada de brazos y molesta, ya que todos la abandonaban.
Ordenó que le preparasen un baño perfumado y se relajó hasta la hora de la cena.
Dalden aprovechó dicha cena para sentarse al lado de Azalea, la cual parecía disgustada por algo.

DALDEN: ¿No tienes apetito?
AZALEA: No mucho.
DALDEN: ¿Podemos hablar?
AZALEA: Claro.
DALDEN: Bueno…anoche…Falon me comentó que tú…estás interesada en él.

La chica se sonrojó sobremanera. ¿Qué debía decirle?
Por su silencio, Dalden sospechó que efectivamente Azalea estaba interesada en Falon, así que suspiró y pensó en que debería competir y ganarse el cariño de esa hermosa princesa.
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Era de noche y la luna llena apenas iluminaba el sendero lleno de árboles, flores y piedras.
Pero ella seguía corriendo sin mirar atrás. Sin importarle que iba descalza y que las piedras lastimaban sus delicados pies.
Solo deseaba huir del Diablo y llegar a los brazos de su ángel de la guarda.
Solo él podía salvarla de ese demonio.
A lo lejos vio una figura, y supo que era su ángel, así que aceleró el paso y la luz de la luna iluminó ese rostro.
Era Challen, el cual abrió los brazos, sonriendo.

CHALLEN: Zannaleah.

La princesa se detuvo y lo miró con confusión, pues ella no era Zannaleah.
Oyó pasos tras ella y se volteó para ver quién se acercaba.
Era Falon, y la miraba con seriedad.

FALON: No vayas, princesa. Él solo es un pobre aldeano que te confunde con otra.
CHALLEN: No escuches al Diablo. Ven a mí, Zannaleah. Yo te protegeré.
FALON: No. Tú eres mía, princesa.

Azalea miró a uno y a otro, sintiéndose todavía más confundida.
Entonces apareció Dalden, con una espada en la mano y con expresión sombría.

DALDEN: Azalea, debes venir conmigo.
AZALEA: ¿Qué? ¿Adónde?
DALDEN: No preguntes. Toma mi mano.
CHALLEN: No vayas. Ven conmigo. Yo te protegeré, Zannaleah.
FALON: Jamás. Tú eres mía, princesa.

La chica cerró los ojos y respiró profundamente. ¿Qué era todo eso? ¿Por qué los tres querían tenerla? ¿Y Challen? ¿Qué hacía él ahí? ¿De quién debía protegerla? ¿Por qué?
Abrió los ojos y vio a Cerith frente a ella, mirándola con tristeza.

CERITH: Eres hermosa y estás llena de riquezas. Todos los hombres te desean. Pero ninguno te ama por tu persona. Solo tú puedes escoger con quién quedarte.

A su lado apareció Tedra, la cual la miró con una sonrisa llena de desdén y frialdad.

TEDRA: Sí, eres bella. Pero no eres la verdadera princesa de Ciudad Krystán. De nada te sirve todo lo que tienes, sigues siendo odiada y estando sola. Jamás conseguirás tener a Falon.

Azalea quiso replicar, pero prefirió darse la vuelta para regresar al castillo, pero su corazón se detuvo al ver a una niña bajita, delgada y pecosa, vestida de princesa, recogiendo flores en el jardín.
Vio que se le acercaban un niño y una niña para acorralarla y lanzarle globos de agua.
Tras burlarse de la pequeña, salieron corriendo para llamar a los demás niños y mostrarles el horrible aspecto de la princesita, la cual no dejaba de llorar.
Azalea tragó saliva y aguantó las ganas de llorar ella también.
Qué crueldad… ¿Por qué hacían eso?
Oyó cómo un niño explicaba historias de terror sin importarle el llanto de la niña.
Una solitaria lágrima rodó por la suave mejilla de Azalea y decidió acercarse a esa pobre niña, arrodillarse frente a ella y mirarla a los ojos, tan parecidos a los suyos.

AZALEA: No llores más, pequeña. Yo te ayudaré a destruirlos a todos. Te lo prometo.
___________________________________________________________
TO BE CONTINUED...

por **Katherina Kusanovic** Dom Jul 22, 2012 11:11 am

Tonto Falon, como se atreve a no desperdirce e.e*
Lo bueno es que Cerith esta a salvo... igual que la jodida de Tedra XD
Que ara con todos sus pretendientes??? Quien sabe u.u¨
Espero la Contii :3
Besos!

por **Alice~** Dom Jul 22, 2012 12:39 pm

ToT malditos se lo que se siente que t desprecien de pequeña por ser fea ;3; pero cuando una se pone guapa *-* surge la venganza :3 espero conti

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