MAHŌ HANSHA [Magical Reflection] Capítulo 1

Siento el retraso, aqui os dejo el primer capítulo.


Un nuevo amanecer por la mañana y otro número que era tachado del calendario. Hoy le tocaba el turno al 24 de Diciembre.

Los termómetros estaban marcando unas temperaturas tan extremas que eran inferiores a los 0ºC. Como era habitual por estas fechas, las personas que se atrevían a dar una vuelta por sus anchas calles repletas de tiendas y decorativos navideños, estaban cubiertos hasta la punta de los pies con sus abrigos, bufandas, guantes, botas y entre otros complementos que mantienen el calor.

Indiferente, nuestra protagonista se encontraba recorriendo como todas las tardes el centro de su ciudad natal bajo el bello manto blanco de la nieve admirando los llamativos escaparates de ropa que anunciaban las primeras rebajas de invierno con sus carteles pomposos y originales.

No había ni un alma. La única compañía que tenía si se podía considerar una, era la presencia de alguna que otra paloma que paraba a descansar sobre una fuente de aguas congeladas que se hallaba al lado suyo. El amargo sabor de la soledad y el rechazo de los demás siempre la habían estado atormentando desde que ingresó en la Academia. Sus primeras compañeras de clase que las consideraba como sus mejores amigas eran unas arpías sin escrúpulos que se dedicaban a arrebatarle todo aquello que le era sumamente especial y valioso como podían ser cosas materiales y amores frustrados siendo causa de sus celos incluso a espaldas ajenas, planeaban artimañas tan viles que se tiraba deprimida toda las noches llorando en una esquina de su dormitorio. Desde aquel entonces, elegía con más precaución sus amistades ya que como se sigue diciendo: “Es mejor estar sola que mal acompañada”.

El irresistible aroma de unos panes de melón recién hechos sacó a la pelirrosada de sus deprimentes pensamientos e inmediatamente, se apresuró para llegar a ver aquella delicia de los dioses expuesta tras una fina lámina de cristal. La boca se le hacía agua siendo imposible apartar la vista del escaparate hasta que una voz masculina la mar de familiar hizo que volteara hacia su espalda.

– ¿Megumi-senpai? ¿Pasa algo? – dijo el portador de la voz con una radiante sonrisa.
– Ah… Ryota-kun – respondió observando al apuesto chico de brillante mirada azulada y hermoso cabello azabache. Es de un curso menor que Megumi; era alto, muy maduro para su edad y popular entre las chicas ¿Por qué se había dirigido hacia ella? Pertenecían a mundos totalmente opuestos pero fue hace un par de meses que le propuso ser su amiga. Qué extraño… Nadie tuvo la bondad de hablar con la chica durante todo ese tiempo.
– Vaya, qué agradable sorpresa encontrarte aquí ¿Cómo has estado?
– Bien. Como lo habíamos previsto, nuestra gata tuvo una pequeña camada de gatitos.
– ¿De verdad? ¡Felicidades! ¿Cuántos son?
– Tres pero mis padres los quieren entregar a la protectora para que los adopten. Es una pena, me hubiera gustado quedármelos –
– Esto… – se rascó una mejilla levemente sonrojada – Sería posible que yo… B-Bueno… ¿Me pudiera quedar con uno? Y-Ya sabes cómo es de grande mi casa. Allí viviría muy feliz.
– ¡¿En serio?! ¡Muchas gracias Ryota-kun! – tomó rápidamente ambas manos del muchacho y las agitó enérgica – Ni te imaginas lo contenta que estoy ¡Gracias! ¡Gracias! ¿Puedo hacer algo por ti?
– Verte sonreír es la única recompensa que pido.
– A-Ahh… - aquello le había tomado por sorpresa provocando que desviara su sonrojada mirada a un lado.
– En las preparatorias te había visto triste incluso cuando te reías con tus amigas.
– Te equivocas, ellas no son mis amigas – cambió a una expresión seria – Tan solo que a veces tenemos la coincidencia de regresar juntas a casa y de charlar un poco.
– Aún así… - unos apagados y preocupados ojos pasaron a verla – No puedo evitar el preocuparme. Me entristece verte sufrir.
– T-Tampoco es para tanto. F-Fue muy amable de tu parte.
– Si no tienes cuidado, hasta podrías desaparecer.
– ¿Desaparecer? No lo entiendo.
– Es por eso que quise ser tu amigo.
– R-Ryota-kun… - había veces que como ahora, me provocaba un sonrojo tras de otro.
– ¿Si?
– N-Nada…

Su aura tan angelical y su contagiosa sonrisa hacía que Megumi también acabara sonriéndole fuera cual fuera su estado de ánimo. No podía hacerle el feo de lastimarlo por lo que siempre intercambiaban risas. Era como si Ryota fuese su Sol. Sin él, su vida seguramente hubiera seguido siendo un valle de lágrimas.

– ¡Jajaja! Eso es, quiero seguir viendo a la sonriente senpai de siempre.
– Ryota-kun, eres imposible ¡Jajaja!
– Y es por eso que… - un pequeño silencio se formó entre ambos mientras la chica observaba curiosa el bolsillo derecho de su amigo del cual sacó una pequeña caja alargada – M-Me gustaría que aceptaras salir conmigo…
– ¡¿Q-Qué?! – fue lo único que pudo decir ¿De verdad? ¿Acaso no sería una broma de mal gusto? No sería propio de Ryota y más aún el color rojo que le llegaba hasta la punta de sus orejas.
– ¿Q-Qué me dices?
– P-Pero ¿Por qué yo? Soy una chica que no destaca en nada que además es aburrida.
– ¿Ehh? ¿Qué tonterías hablas? Si el simple hecho de estar contigo ya haces que mi día sea divertido.
– T-Tan solo lo dices para que no me ponga a llorar.
– Claro que no. Todo lo que haces me hace verte adorable.
– A-Ahh… – era imposible llevarle la contraria.
– B-Bueno, no quiero una respuesta de inmediata – antes de que diera un paso hacia atrás, le hizo entrega del llamativo regalo – Adiós, senpai.
– ¡E-Espera Ryota-kun! – sus esfuerzos fueron inútiles. El chico salió corriendo aún avergonzado de lo que había sucedido decorando su rostro de color rojo.

En el siguiente, Megumi encontrará la casa.