Azalea, Flor Del Desierto (Entre El Amor Y El Odio)

por SweeT PrincesS Jue Jul 26, 2012 5:23 am

"La Venganza De Azalea"

PARTE 6

La fiesta seguía más animada incluso que al principio. Y Tedra no le quitaba la mirada de encima a Shaner, el cual mantenía solo y vigilando el salón, aparentemente nervioso.
¿Qué hacía realmente él aquí? ¿Por qué no conversaba con nadie? ¿Por qué parecía sospechoso de algo?
Verlo trajeado había causado un fuerte impacto en Tedra, ya que tan solo lo había visto con su traje de guerrero.
Se dio cuenta de que las mujeres lo miraban con gran interés, a la espera de captar su atención.
Pobres diablas… Si supieran que ese alto y fuerte hombre era un simple guerrero que se ganaba la vida con su espada…
Se encogió de hombros y se fijó en la falsa Azalea, la cual conversaba con Dalden y con la esposa del alcalde.
La muy odiosa se veía espectacular con ese seductor vestido, y tenía a la mitad de los hombres del salón babeando por ella.
Aunque no podía quejarse, ya que la otra mitad estaba pendiente de Tedra.
Eran las dos chicas más deseadas del momento.
Vio que se acercaba el caballero personal del rey de Ciudad Aion.
Él le hizo una reverencia y Tedra le sonrió.

TEDRA: Buenas noches, Cian.
CIAN: Hola, hermosa Tedra. ¿Os lo estáis pasando bien?
TEDRA: Por el momento sí.
CIAN: Me alegro. ¿Seríais tan amable de pasear conmigo?
TEDRA: Por supuesto.

Sonrieron y pasearon mientras conversaban, bajo la atenta mirada de Shaner, el cual daba por perdida su misión.
Y todo gracias a esa mimada princesa de Kan-is-Tra.
Al parecer, tenía hechizado a ese traidor de Cian.
Y con motivos. Tedra era una jovencita muy bella y seductora.
Cualquiera perdería la cabeza por ella.
Pero no Shaner. Él jamás había perdido la cabeza por ninguna mujer. No lo haría ahora.
Maldita fuera…
¿Cuándo volvería a tener otra oportunidad para desenmascarar a ese traidor?
Suspiró y salió de la mansión para acercarse al establo y coger a su caballo.
Pero se detuvo al oír voces en la parte trasera del establo.

HOMBRE 1: Si volvemos a fallar en el secuestro de las princesas, el jefe nos matará.
HOMBRE 2: Fue culpa del clan de Shaner. Siempre están en medio de todo.
HOMBRE 1: En cuanto el señor Cian saque a la princesa Tedra al jardín, yo me ocuparé de ella. Así que tú encárgate de la princesa Azalea. Dentro de la mansión ya está nuestro compañero.

Shaner se puso tenso.
No podía ser posible… ¡¡Iban a secuestrar a las princesas en plena fiesta!!
¡Por todos los infiernos!
Ahora Shaner tenía otra misión que cumplir: evitar el secuestro.
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Challen dejó el caballo en establo del alcalde, y cuando fue a salir, alguien lo sujetó por el cuello y lo estampó contra la pared de madera.

CHALLEN: ¿Pero qué…?
SHANER: ¿Dónde está tu compañero?
CHALLEN: ¿Qué?
SHANER: ¿En qué parte de la mansión está escondido?
CHALLEN: No sé de qué hablas. ¿Quién eres?
SHANER: No importa quién soy. Dime dónde está escondido o te mataré aquí mismo.
CHALLEN: Yo solo he venido a cumplir con el trabajo que el alcalde me ordenó.
SHANER: ¿Qué trabajo?
CHALLEN: Traer los trajes que confeccionó. Si no me crees, podemos ir a hablar con él.

Shaner lo soltó y se pasó la mano por el cabello con desesperación.
Challen le mostró la caja y tras mirarlo con seriedad, se dirigió hacia la mansión.
Al entrar, se quedó sin aire al encontrarse cara a cara con la princesa Azalea.
Por todos los dioses… Qué hermosa era. Y se parecía tanto a su Zannaleah.
La vio sonreír y su corazón se desbocó.

AZALEA: Challen, ¿verdad?
CHALLEN: S-sí, Alteza.
AZALEA: ¿Qué te trae por aquí?
CHALLEN: Trabajo para el alcalde.
AZALEA: Oh, ya veo.
CHALLEN: Con vuestro permiso…

Le hizo una reverencia y se dirigió hacia la habitación privada del alcalde, con la bella cara de Azalea grabada en su mente.
Era algo doloroso verla y tenerla cerca ya que se parecía tanto a su prometida.
Llegó a la habitación, dejó la caja sobre la cama y volvió a salir.
Entonces vio a dos hombres escondidos tras una columna de mármol.
Desde ahí, pudo oír lo que decían.

HOMBRE: Intentaré traer a la princesa hacia aquí. Nuestro compañero se ocupará de la princesa Tedra. Esta vez el secuestro será un éxito.

Challen se puso pálido.
¿Secuestrar a las princesas?
Oh, Dios mío… ¡Tenía que llegar cuanto antes hasta la princesa Azalea y evitar que le hicieran daño!
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Cian y Tedra llegaron al jardín y se sentaron en un asiento de piedra, bajo la suave luz de una farola.

CIAN: Hacía bastante tiempo que no os veía, Alteza.
TEDRA: Estuve estudiando en Ciudad Aion junto a mi hermano.
CIAN: ¿Y cómo os fue por mi ciudad?
TEDRA: Muy bien. Aion es preciosa y llena de tecnología y modernidad.

De pronto, Tedra vio un sombra tras Cian, y antes de poder reaccionar, dicha sombra alzó un brazo y golpeó la cabeza de Cian, dejándolo inconsciente en el suelo.
La princesa gritó y quiso salir corriendo, pero salió otro hombre de la nada y la atrapó con sus brazos.

TEDRA: ¡¡Suéltame!!

El hombre la llevaba hacia el jardín trasero, dónde no había nadie que pudiera ayudarla, y ella pataleaba, llena de pánico.
No quería que volvieran a secuestrarla. No por segunda vez.
Justo al llegar a la parte trasera, apareció Shaner, el cual asestó un fuerte puño en el rostro del secuestrador, el cual se tambaleó hacia atrás, soltando así a Tedra.
Pronto, Shaner cogió al hombre del cuello, lo alzó y volvió a golpearlo una y otra vez hasta dejarlo malherido en el suelo.
Al terminar, alzó la mirada y vio a Tedra con los ojos abiertos de par en par, pálida y temblorosa como una flor al viento.
Sintió algo en el pecho. Algo cercano a la necesidad de abrazarla y protegerla.

SHANER: ¿Estáis bien?
TEDRA: No…

Miró al hombre que yacía sobre la hierba, retorciéndose del dolor.
¿Por qué querían secuestrarla? ¿Por ser una princesa? ¿Por envidia o por dinero?
Shaner dio un paso hacia ella, indeciso.

SHANER: Princesa…
TEDRA: No me toques.

Dicho eso, corrió hacia el salón de baile, en busca de sus padres.
Y Shaner decidió irse de ahí antes de que lo descubrieran, pero el destino se empeñaba en retenerlo.
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Azalea terminó de tomarse la última copa de ponche, mirando atentamente a Falon, el cual conversaba con su padre, con el alcalde y con el rey de Krystán.
Oyó pasos tras ella y vio que se le acercaba un sonriente hombre.

HOMBRE: Buenas noches, Alteza. Es un honor conoceros en persona. Sois famosa por vuestra belleza. Toda la gente habla de vos. Y ahora que os veo cara a cara, debo deciros que sois la mujer más bella de esta ciudad.
AZALEA: Gracias. (Sonriendo)
HOMBRE: Soy nuevo aquí y me gustaría mucho admirar esta bonita mansión. Para mí será un gran placer que vos me la mostrarais.
AZALEA: Ehm, yo…

Indecisa, volvió a mirar a Falon, el cual seguía despistado y conversando.
Azalea no quería perderlo de vista, pero observó que Dalden la estaba buscando de nuevo, así que le sonrió al hombre que tenía al lado.
Lo mejor sería huir un rato y esquivar a Dalden para no enojar a Falon.

AZALEA: Está bien. ¿Por dónde empezamos?
HOMBRE: Por dónde vos queráis.
AZALEA: ¿Quizá por los jardines? Son la parte más bonita.
HOMBRE: Perfecto.

Se dirigieron hacia allí, y al salir al jardín principal, apareció Challen, cortándoles el paso.

CHALLEN: No vayáis con él, Alteza.
AZALEA: ¿Qué?
CHALLEN: Os quieren secuestrar.

Tras decir eso, varios hombres salieron de sus escondites con puñales y espadas en la mano.
Por otro lado, llegaron los reyes de Kan-is-Tra junto a Tedra, a Falon, al alcalde, a su esposa y a los padres de Azalea.

TEDRA: ¡Ese es! ¡Ha intentado secuestrarme! (Señalando)
REY KAN-IS-TRA: ¡¡Soldados!!

En pocos segundos, en ese bonito y lujoso jardín, se formó una lucha de espadas entre los soldados y los secuestradores.
Viéndose en medio de la pelea, Azalea gritó y esquivó los espadazos.
Vio a Challen intentando acercarse a ella, con los brazos abiertos.
Era una escena parecida a la de su sueño…
Se volteó para mirar a Falon, el cual había sacado su espada para proteger a los reyes, a Tedra y a todos los demás.
¿Pero por qué no venía a rescatarla a ella?
Toda esa gente podía meterse dentro de la mansión y estar a salvo.
¡Pero Azalea estaba en medio de la batalla! ¡A punto de ser herida!

CHALLEN: ¡Cuidado, princesa!

En ese momento, la escena se hizo en cámara lenta.
Un secuestrador se alzó tras la espalda de la chica, empuñando la espada hacia ella, a punto de clavársela.
Sus padres empalidecieron. Falon se quedó inmóvil. Y Azalea cerró los ojos con fuerza al ver pasar la muerte por su lado.
Pero no ocurrió nada.
No sintió la espada clavarse en su carne. No sintió hacerle una herida ni la sangre brotar de ella.
Abrió los ojos y vio a Challen luchando cuerpo a cuerpo contra el secuestrador que había intentado herirla. O tal vez matarla.
Poco a poco, los soldados fueron consiguiendo derrotar a esos atacantes, dejándolos desarmados en el suelo del jardín.
Azalea aprovechó para salir corriendo hacia sus padres, los cuales la abrazaron con fuerza.
El alcalde dio un paso hacia adelante, aparentemente asustado. ¿Pero por qué?
La princesa miró hacia la pelea y con horror vio cómo el secuestrador sacaba un puñal y lo clavaba en el costado de Challen, el cual cayó al suelo, comenzando a sangrar.
Pero apareció Shaner y con su espada terminó de matar al atacante.
Ya no quedaba ninguno.
Se hizo el silencio en el jardín.
Todos los invitados habían salido al ver la horrible escena.
Azalea no podía quitar los ojos de encima de Challen.
Ese joven había arriesgado su vida por ella. Ahora yacía ahí, malherido. I Quizá muerto.
Sintió una presión en el pecho y sus ojos se llenaron de lágrimas.
Challen tosió y escupió sangre por la boca.
Sentía el cuerpo pesado, pero sacó fuerzas para alzar la mirada y comprobar que la princesa ya estaba a salvo.
La vio abrazada a sus padres, así que suspiró con alivio y cerró los ojos, dejando que la oscuridad se cerniera sobre él.
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Los invitados, conmocionados por todo lo sucedido, se habían marchado a sus casas.
En la mansión solo quedaban los reyes de Krystán y de Kan-is-Tra, junto a Dalden, Falon, Tedra y Azalea.
El alcalde y su esposa se sentían horrorizados por todo y no dejaban de pedir perdón.
Por una puerta salió el doctor y los miró a todos.

DOCTOR: La herida ya ha sido curada. No ha perdido mucha sangre. Deben vigilar que no se infecte o la fiebre podría matarlo. Que guarde mucho reposo.
ALCALDE: Gracias, doctor.

Azalea fue la primera en entrar a ver a Challen, seguida por su padre.
El joven yacía inmóvil en la cama, cubierto con la sábana hasta la cintura.
Al estar sin camisa, podía verse el vendaje rodeando su estómago y su costado herido.
Al oír la puerta de nuevo, él abrió los ojos y su corazón se aceleró al ver a la princesa junto al rey.

AZALEA: Challen…
CHALLEN: ¿Cómo estáis?
AZALEA: Oh, lo siento mucho…
CHALLEN: ¿Por qué?
AZALEA: Estás herido por culpa mía…
CHALLEN: Claro que no, Alteza. Esto no es nada comparado con lo que ese secuestrador podría haberos hecho.
AZALEA: Me siento tan mal…

Rompió a llorar y algo cálido nació en lo más profundo de Challen.
Era la primera vez que volvía a sentirse así con una chica. Pero se debía a que Azalea se parecía mucho a su prometida Zannaleah.
El rey lo miró con una sonrisa afectuosa.

REY KRYSTÁN: Debo darte las gracias por salvarle la vida a mi hija. Has sido muy valiente, muchacho.
CHALLEN: Volvería a hacerlo las veces que hicieran falta, Majestad.
REY: De ti ya no lo dudo, así que espero que te recuperes pronto para que vengas cuanto antes a mi castillo.
CHALLEN: No os preocupéis por mí, yo…
REY: Te nombro caballero personal y protector de mi hija.

Challen se quedó sin aire.
Su mirada se encontró con la de Azalea.
¿Caballero personal de la princesa de Ciudad Krystán?
Por todos los dioses…ese puesto era demasiado para él…
Permanecer todo el tiempo cerca de la chica que se parecía tanto a su amada sería una tortura.
No. Eso no. Tenía que rechazarlo.

CHALLEN: Majestad, yo no sé luchar ni usar los métodos de un caballero.
REY: Lo poco que he visto de ti luchando contra ese secuestrador me es suficiente.
CHALLEN: Pero…
REY: Mis soldados se encargarán de tu aprendizaje. Confío plenamente en que aprenderás rápido.
CHALLEN: Majestad, yo…
REY: Y tienes a mi hija para entrenar todos los días, ya que es rebelde y peleona hasta rabiar.
AZALEA: ¡Oh, papá!

La chica se sonrojó y se echó a reír, dejando hechizado a Challen.
Quizá los dioses le estaban devolviendo la vida al poner a Azalea en su camino.
Una vida que Zannaleah se llevó hacía ya muchos años.
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Al día siguiente, los reyes de Krystán se encargaron de llevar a Challen a su casa para luego regresar al castillo.
Azalea abrazó a Kupó y a Mog.

AZALEA: Os he echado de menos.
KUPÓ: Y nosotros a ti, kupó.
MOG: ¿Cómo te fue en la fiesta?
AZALEA: Todo iba bien hasta que sucedió algo horrible.

Les contó lo ocurrido con los secuestradores y de la herida de Challen, el cual ahora era su caballero personal y protector.

KUPÓ: Tendré un compañero, kupó.
AZALEA: Así es.
KUPÓ: ¿Cómo es Challen?
AZALEA: Humilde, educado y muy responsable.
MOG: ¿Es guapo?
AZALEA: Sí, bastante.
KUPÓ: Será un duro golpe para Falon, kupó.
AZALEA: Me irá bien para la venganza. Ahora iré a darme un baño perfumado.

Un rato más tarde, recibió la visita de Falon, y los dos se sentaron en la banca de piedra que había en el jardín.
El sol entibiaba la piel y el ambiente era tranquilo, pero en el interior del príncipe hervía toda clase de estados de ánimo.
No sabía por dónde empezar…
Azalea jugueteaba con el lazo de su vestido, a la espera de que Falon reaccionase.
Al parecer, el tema sobre el compromiso le había alterado el sistema nervioso.
¡Y se alegraba de ello!
Ahora no sería ella la única que mantendría con los nervios a flor de piel.
En eso ya estaban igualados.

FALON: Zannaleah.
AZALEA: ¿Sí?
FALON: ¿Hablabas en serio cuando me dijiste lo de comprometernos?
AZALEA: Obviamente sí. Con eso no se juega.
FALON: Pero tú sabes que…tras un compromiso…hay una boda…
AZALEA: Ajá. ¿Y?
FALON: El matrimonio es algo serio y…
AZALEA: ¿Crees que yo no soy nada serio en este mundo? ¡Soy una princesa!
FALON: Pero no eres la verdadera princesa de Ciudad Krystán.
AZALEA: Así que es eso lo que te hace dudar. Por ser adoptada te crees con el derecho de tenerme sin compromiso alguno.
FALON: Espera…
AZALEA: Yo no soy ninguna arrastrada.

Se levantó para irse de ahí, pero Falon la atrapó entre sus brazos.

FALON: No quise decir eso, mujer.
AZALEA: Entonces dame una razón por la cual no quieres comprometerte conmigo.
FALON: Soy joven y…adoro mi libertad.
AZALEA: No me deseas tanto como dices.
FALON: Claro que sí, maldita sea.
AZALEA: No seré tuya a menos que nos comprometamos oficialmente.

Falon se incomodó, pero no quiso soltarla.
Sentirla entre sus brazos y olerla era algo maravilloso para sus cinco sentidos.
Azalea lo miró con las mejillas rojas de la vergüenza.

AZALEA: Decídete pronto, Falon. No voy a estar detrás de ti todo el tiempo.
FALON: ¿Por qué usas mis palabras en contra mía?
AZALEA: Para ver si surten efecto. Suéltame.
FALON: No.

La apretó contra su cuerpo, acercando su boca a la de ella, mezclándose los alientos.
Azalea lo miró con los ojos cargados de brillo malicioso.
Tenía que conseguir su objetivo costara lo que costase.

AZALEA: ¿Tanto miedo te da terminar casado conmigo?
FALON: No es por ti. Le temo al matrimonio.
AZALEA: Podrás tenerme.
FALON: Zannaleah…
AZALEA: Piénsalo bien. Podrás hacerme tuya cuantas veces quieras para siempre. Y quizá con el tiempo te enamores de mí.

Sonrió con picardía y Falon se sintió perdido una vez más con su belleza.
Enamorarse de ella…hacerla suya…tenerla para siempre…
Todo eso sonaba maravillosamente bien.
¿Pero podía ser posible? ¿El deseo que sentía por ella podía convertirse en amor?
Amor. Esa palabra no formaba parte de su destino.
Pero ahí estaba esa princesa, enamorada de él y pidiéndole un compromiso.
El tiempo se encargaría del futuro. Y Falon se ocuparía del presente, del ahora y de la chica que tenía entre sus brazos, mirándolo con coquetería.
Gimió y la besó con brusquedad.
El deseo crecía con cada día que pasaba. Con cada beso robado. Con cada suspiro que escapaba.
Se estaba volviendo loco. Y no creía poder aguantar mucho más.
Sintió temblar a la chica y dejó de besarla para de repente abrazarla.
Entonces el tiempo se detuvo. Se hizo el silencio. Los latidos de sus corazones danzaron al unísono. Y Falon no pudo moverse, ni hablar, ni soltarla a ella.
Se sentía sorprendido y…raro. Pues era la primera vez que abrazaba a una chica.
Él estaba acostumbrado a tener a las mujeres entre sus brazos pero sin abrazarlas.
Tan solo a su hermana y a su madre les daba abrazos.
Y ahora…estaba abrazando a Azalea.
No. A Azalea no. A Zannaleah, la chica más hermosa que había conocido jamás.
De pronto, ella lo apartó y lo miró con miedo, con la respiración agitada.
La expresión de coqueteo había desaparecido de su bello rostro.

FALON: ¿Qué ocurre?

Quiso tocarla, pero ella retrocedió, llevándose la mano al pecho, intentando así calmar su alocado corazón.

FALON: ¿Estás bien?

Tras mirarlo por última vez, Azalea salió corriendo hacia el castillo, dejando preocupado al príncipe.
¿Qué mosca le había picado a esa princesa? ¿Debería ir tras ella o no?
Su cuerpo le decía que sí, pero su mente le decía que no.
Lo mejor sería dejarla sola y tranquila…por ahora.
Ya tenía miedo de sus bruscos cambios de humor.
Más tarde regresaría a verla.
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Azalea yacía acostada sobre su cama, abrazada a su Kupó, el cual se sentía preocupado al verla tan seria y pálida.

KUPÓ: ¿Qué pasa, Azalea? ¿Por qué estás así, kupó?
AZALEA: Estoy perdida, Kupó.
KUPÓ: ¿Por qué dices eso, kupó?
AZALEA: No sé qué me está pasando. Tengo miedo.
KUPÓ: Dime de una vez qué pasa, kupó.

Azalea se sentó y miró a su mascota con un puchero.
Se sentía tan afortunada de tener a un amigo fiel y sincero como lo era Kupó.

AZALEA: Se trata de Falon.
KUPÓ: Sigue.
AZALEA: Dentro del plan de venganza estás los besos y las caricias. También la seducción y las trampas.
KUPÓ: Obviamente, kupó.
AZALEA: He acabado por responder a todos sus besos. Me pongo nerviosa al tenerlo cerca. Estoy empezando a extrañarlo y…
KUPÓ: ¿Y…?
AZALEA: Lo que pasó hace unos minutos…me ha superado.
KUPÓ: ¿Qué pasó, kupó?
AZALEA: Me abrazó.
KUPÓ: Pensé que eso también formaba parte del plan…
AZALEA: Es la primera vez que me abraza. Y lo que sentí…no me gustó.
KUPÓ: ¿Qué sentiste, kupó?
AZALEA: Nada de deseo. Nada de pasión.
KUPÓ: ¿Entonces, kupó?
AZALEA: Calidez. Ternura. Anhelo.

Se puso a temblar nada más acordarse del repentino abrazo.
¿Por qué la había abrazado?
Se dio cuenta de que su mascota la miraba con atención.

KUPÓ: ¿Estás empezando a sentir eso a lo que los humanos le llamáis amor, kupó?
AZALEA: ¡No! ¡Jamás!

Se tapó el rostro con las manos e intentó calmar sus temores.
Nunca se enamoraría de Falon.
Él era su enemigo. El causante de todo su sufrimiento. Lo odiaba con todas sus fuerzas. Y por mucho que le gustasen sus besos, eso no significaba que se estaba enamorando.
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TO BE CONTINUED...