★ Las Crónicas Del Diamante ★ Cap 3 "Despedidas"

Aquel día mi vida se fue con mis padres… Con mis amigos…
Me sentía vacía. Después de llorar toda la noche mis ojos se secaron.
Dolía… mi pecho seguía doliendo. ¿Cómo seguiría? Yo, que siempre estuve pendiente de los demás, que soy débil y no sé más que perder.
Me sentía inútil, cobarde… Después de todo yo me escapé de todo y prácticamente dejé morir a mis padres.


-Vamos, levántate… Mi nombre es Takahashi Yume – aquella chica me sacó de mis pensamientos nuevamente.

-No quiero. Déjame… por favor – le respondí escondiendo mi cara.

-No voy a dejarte – me sonrió. Parecía muy agradable, me transmitía seguridad -¿cómo te llamas?

-… - me quedé un momento en silencio pero finalmente respondí resignada mientras todavía estaba tendida en el suelo – Yuko… mi nombre es Kusanagi Yuko

-¿Kusanagi? ¡Que bien! entonces eres pariente de Kenta Kusanagi ¿verdad?

-Sí… -sonreí amargamente recordando a mi padre – soy su hija… Pero él… ya no está

-Tu padre fue un excelente espadachín, Yuko-chan, debes recordarlo así – me ofreció una mano y yo la acepté – ven… mi abuelo y yo encontramos un lugar donde escondernos. AL parecer somos los únicos sobrevivientes y podrían regresar.

Como una muerta viva caminé con ella fuera de lo que antes fue nuestra aldea. Me llevó hasta un refugio improvisado, era una especie de cueva. Fría y vacía, pero por eso mismo serviría de escondite. Entramos y nos encontramos con un viejo. Tenía el pelo hasta los hombros, color blanco, ojos casi entrecerrados y arrugas. Ese era el “abuelo” de Yume. En realidad no era su abuelo, pero ella lo llamó así. Realmente era una chica muy dulce, y me cuidó siempre.
Jamás supe el nombre de él, sólo le decíamos “sensei”. Así fue como dijo que se llamaba.
Desde aquél día cambié, lo que ayer era timidez, vergüenza, debilidad, sonrisitas, sonrojos, golpes a mi amigo, risas, hoy era vacío. Generalmente sentía que todo eso estaba muerto… hablaba lo justo y necesario, Yume se había convertido en mi amiga a pesar de que yo no hablara mucho ella realmente era una persona excepcional.
Aquel viejo nos acompañó durante tres años. Nos entrenó a ambas. Ambas nos perfeccionamos en ninjutsu, genjutsu, taikutsu y yo especialmente en el kenjutsu aunque había desarrollado los mismos elementos que mi madre: agua , fuego e increíblemente pude dominar el hielo, Sensei me explicó que eso se ve cada cien años, según la leyend, un niño nace pudiendo controlar varios elementos, entonces podía ser que desarrollara otros también.
Tenía la katana de mi padre y una que me obsequió Sensei, ellas eran mis tesoros.
A medida que pasó el tiempo los miedos a las peleas se fueron. Ya no me sentía una niñita miedosa, estaba segura de mí misma. Pero me seguía sintiendo vacía, pese a los lazos que formé con estas dos personas.

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Ya pasaron tres años desde aquel día, hoy en día tengo 16 años y mi amiga Yume tiene 18. Nos encontramos descansando bajo un árbol del bosque mientras Sensei duerme. La tarde amenaza con desaparecer para darle paso a la fría y solitaria luna y a sus contrarias amigas, las estrellas.

-Hoy es… - dijo Yume

Spoiler:

-Sí, ya lo sé. En un momento iré al río.

-Te acompañaré

-No, por favor – le sonreí – hoy quiero ir sola ¿está bien?

-Muy bien Yuko-chan pero prométeme que volverás

-Lo prometo – de nuevo le sonreí.

“Sonríes pero no puedes ser feliz”…


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Por la noche me decidí por fin a ir al río más cercano. Estaba oscuro. La brisa sopla fuerte esta noche, siento como si alguien acariciara mi rostro. Tal vez sean mis padres…


Tal vez….


Todos los años realizo la Touru Nagashi (N/A: Ceremonia donde usan linternas de papel y los dejan flotar en el río) en honor a mis seres queridos.
Cada vez que dejo ir cada linterna siento que un pedazo de mi corazón se va con ella. Me las quedo observando durante un buen tiempo en silencio, hablo con mis padres, con mis amigos.

“Papá.. me pregunto si estarías orgulloso de mí ahora que ya no tengo miedo. Jamás lo admití pero siempre tuve miedo de no ser cómo esperabas, tuve miedo de lastimarme, pero ¿sabes? Ahora entiendo que el dolor físico no es nada comparado con el dolor abstracto, interior… últimamente recuerdo cuando tomábamos el té y me contabas historias en las que tú y yo éramos los protagonistas. Siempre serás el mejor para mí. Sé que no sonreías mucho, y te costaba hablar pero siento que siempre fui yo la única que veía lo que tenías dentro. Todavía me siento de doce años, todavía recuerdo aquel día en que me salvaste la vida… Perdóname papá…
La vida no me alcanzará para pedirte perdón, tal vez si yo hubiese sido fuerte hubiera podido protegerte. Tal vez ahora estaríamos aquí, sumergidos en el río… Hundiéndonos…


Hundir nuestro dolor….


Eso se oye bien ¿no?


Tal vez de esta manera… pueda volver a encontrarlos…”


-¡Yuko!


“No quiero…”


-¡Yuko! ¡Mírame! ¡Vámonos! – la voz de Yume es muy angelical… pero no creo en el cielo… ¿debería hacerlo? Tal vez sí… tal vez ellos estén allí… pero… ¿por qué creer en eso? Si el cielo me quitó lo que más quería…

-Maldita sea! ¿estás bien?

-Yume… estoy bien… no tienes que gritar –le respondo sonriendo

-Deja de sonreír como idiota! Me preocupé mucho… ¿acaso querías ahogarte?! – se ve preocupada. Si ella no hubiera venido yo…


-Estoy bien.. sólo estaba… refrescándome…

-Vámonos. – Puedo decir que ella me conoce… ¿Seré tan transparente para que alguien llegue a conocerme en tres años?


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Hace unos meses la Cuarta Gran Guerra Ninja acabó. Y algunos países no quedaron en las mejores condiciones, hoy es otro día y nos encontramos caminando por el puente Naruto… Ese nombre… por alguna razón se me hace conocido.

-¿Le sucede algo Sensei-sama? – pregunta Yume y se ve preocupada.

-¿Huh? – me volteo a mirar, sin darme cuenta está caminando muy lento.

-¡Que no me digas Sensei-sama niña! Dime Sensei y punt AAAGG

-oiga ¿Qué le sucede? – me aproximo a él

-¡Sensei! –

-E-Estoy… bien.. s-sólo… - maldición el viejo no se ve nada bien.

-Yume vayamos a un hospital, esto está mal..

-Hai… demo… el hospital está muy lejos lo mejor será buscar algo de sombra y agua, el calor está muy fuerte.

-Tienes razón – le respondí y ambas tratamos de ayudar al viejo a caminar mientras se agarraba su pecho.

-Mocosas les dije que estoy aghhhh

-Quédese callado Sensei – exclamó mi compañera. Cuando llegamos al árbol le dimos agua y Yume quien tenía conocimientos geniales con los jutsus médicos lo examinó.

-AAAGGG Maldiciónnnn – se quejaba.

-Está sufriendo un paro cardíaco – me dijo mi compañera mientras tenía sus manos recargadas en el pecho del Sensei. A estas las envolvía su chakra.

-Kuso! Resiste viejo..digo Sensei – traté de hacerlo sentir mejor pero lo de bromista no se me da bien… y menos en momentos como este.

-Mocosas… e-estoy viejo – dijo mientras apartaba la mano de Yume – déjame en paz niña

-Pero!

-Pero nada… aaaghhh… ustedes estarán bien

-¿De qué demonios está hablando? – le pregunté seria.

-No te hagas la tonta… sé que ustedes han sufrido… Yuko eres muy transparente… Yume eres tan gentil… ambas tienen algo en común, siempre sonríen… pero una de ustedes sonríe forzosamente. – Mierda eso fue para mí. – Sé que no lo haces por hipocrecía, pero espero verte desde algún lado sonriendo de verdad. Sí, es para ti Yuko-baka

-Viejo… - esto se estaba poniendo difícil… ¿Por qué tenía que ver partir a otra buena persona?

-Yume también preocúpate por ti, Yuko ya es grande y puede cuidarse sola, sin embargo cuando ella actue de manera idiota patea su trasero. Busquen a alguien que las ame – genial, ahora el viejo se ponía sentimental

-¿Estas bromeando verdad? – sí, esa fui yo :3


-Déjame hablar mocosa! Sí, sé que suena estúpido pero espero me complazcan, son fuertes y hermosas.. así que cof cofff quieronietos

-¿Qué? No escuché

-Yo tampoco Sensei

-quieronietoscofcof

-…

-…

-Sigo sin entender…

-QUE QUIERO NIETOS SORDAS

Bueno en ese instante caímos al suelo. El viejo se había vuelto loco.


-Agghh

-No grite y resista, todavía es joven – Yume tan positiva como siempre.

-Dulce Yume… no te engañes..aghh.. –y en ese momento cerró sus ojos para siempre.


Nos quedamos en silencio. A Yume se le escaparon algunas lágrimas y yo… sólo tomé su mano. Hasta el último momento fue él mismo.

Arigato Sensei.