Anime Fanfics
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.
Registrarse
Conectarse

Recuperar mi contraseña

Últimos temas
» HOLAAAAAAAAAAAAA <3
Los Juegos de la Muerte EmptyMar Jun 07, 2022 3:06 am por Tsuki Kuroi

» No se como pero Regrese (?)
Los Juegos de la Muerte EmptyVie Feb 10, 2017 12:56 am por miyu yami

» Hola, Otra vez~
Los Juegos de la Muerte EmptyDom Ene 22, 2017 1:35 am por yuki-chan~

» Mi gordo corazón (cap. 01)
Los Juegos de la Muerte EmptyJue Ago 25, 2016 9:00 pm por natiyami

» Hola de nuevo xD
Los Juegos de la Muerte EmptySáb Ago 20, 2016 8:30 pm por natiyami

» Foro Activo
Los Juegos de la Muerte EmptyDom Feb 28, 2016 11:00 am por Katherina Kusanovic

» CDM Amor Dificil cap 1
Los Juegos de la Muerte EmptyDom Feb 28, 2016 10:45 am por Katherina Kusanovic

» Despresento
Los Juegos de la Muerte EmptyMiér Feb 17, 2016 10:30 pm por Tyrion

» • Reglas del Foro •
Los Juegos de la Muerte EmptyMiér Feb 17, 2016 10:25 pm por Tyrion

¿Quién está en línea?
En total hay 23 usuarios en línea: 0 Registrados, 0 Ocultos y 23 Invitados

Ninguno

[ Ver toda la lista ]


El record de usuarios en línea fue de 128 durante el Vie Oct 11, 2024 9:30 am

Los Juegos de la Muerte

4 participantes

Ir abajo

Los Juegos de la Muerte Empty Los Juegos de la Muerte

Mensaje por Jeanette Yunnuen Sáb Oct 22, 2011 12:35 am

Death Note
デスノ—ト
Los Juegos de la Muerte
(Fanfic)


Las vidas de tres jóvenes serán puestas en el mismo camino para ser destrozadas en un interesante juego. Los dioses de la muerte han decidido: se les permitirá a los participantes elegir sus acciones, sin embargo, no tienen muchas opciones porque, el que pierda, morirá.
Por supuesto, ya que el sentido de humor de las deidades es muy oscuro, diferentes obstáculos se les pondrán en su camino, entre ellos, las mayores debilidades del humano: las emociones.


Capítulo 1. https://animefanfics.forosactivos.net/t1370-los-juegos-de-la-muerte

II
Información

Una niña jugaba sobre algo blanco, el frío se apoderaba un poco de su nariz y sus mejillas, dejando unas redondas manchas rojas sobre su piel. La nieve caía sobre ella, lenta y amablemente adornaba su cabello rubio con copos pequeños, como si una tiara se formara sobre su cabeza. Las diminutas huellas que sus zapatos dejaban hacían espirales sobre la nieve, mientras ella giraba y giraba, dejando escapar de sus labios una dulce melodía.
--Ten cuidado, Dios te está observando –la niña empezó a cantar, mientras estiraba los brazos y soñaba con un pastel de fresas.
La figura conocida irrumpió en su mundo de rosas y se acercó, encorvada, con las manos presionando su abdomen. Pero la niña reconoció la sombra y sonrió. Una brisa agitó su cabello y el aire frío la incitó a correr con fuerza.
Sin embargo, la figura no correspondió a sus brazos extendidos.
--¿Papi?
--Entra a la casa, Misa –la voz de su padre sonaba rasposa, forzada.
Lágrimas llenaron los ojos esmeralda de la niña. Pero, por extraño que parezca, la canción en su cabeza no dejó de sonar.
“En los oscuros senderos de la noche, sostén mi mano, por favor”
--¿Qué tienes papi?
--¡Entra a la casa! –gritó, cosa que jamás había hecho, por lo menos no a ella. El hombre se desplomó en la nieve, manchándola de rojo.
--¡Mami, mami! –comenzó a llorar la niña.
La puerta de la casa se abrió, dejando salir la luz de la sala, una mujer salió corriendo y se arrodilló junto al cuerpo tendido en la nieve. Ella se unió, en lágrimas, a su hija.
“Incluso si me encuentro lejos, él siempre me encontrará”
--Esconde a nuestra hija –dijo él, tras escupir un chorro de sangre--, que no la encuentre. Viene hacia aquí.
--¿Quién? –cuestionó la esposa.
--Takano.
La mujer levantó a la niña y corrió hacia la casa hasta la habitación que compartía con su marido; ignorando las protestas y quejidos, la metió en el armario.
--Misa, si me amas y amas a tu padre, permanecerás callada. ¿De acuerdo?
“Él me dice todo e incluso si lo olvido, él me lo recuerda”
La niña se frotó los ojos y asintió.
--Pero, vas a regresar por mí, ¿verdad?
Ella se inclinó y besó con ternura a su hija. Abajo, un estruendo irrumpió en la paz del invierno. La mujer cerró la puerta del armario con llave y ésta la tiró lejos, por la ventana.
Nada, ni siquiera la oscuridad de un espacio conocido pudo salvar a la pequeña de los gritos de su madre… ni la canción, cuya última parte se hizo más fuerte, pudo ahogar la muerte de los seres queridos que entró por los oídos infantiles de Misa.
“Pero, ¿qué voy a hacer cuando lo sepa todo?”

Misa se despertó llorando, sus ojos se encontraron con la tranquila oscuridad de su solitario departamento.
--¿Misa?
De pronto, fue consciente de que un shinigami se encontraba con ella pero, después de que sus ojos se encontraron con la figura, se giraron hacia otro lado. La joven se cubrió con las sábanas e ignoró la presencia de Rem. Y, como esa noche invierno, después de que todo quedó sumergido en un horroroso silencio, se hizo un ovillo y se cubrió los oídos para no escuchar la falta de sonido. Ese día se había recostado en un armario, ahora, como muchas otras malas noches, estaba en su cama. Volvió a cantar hasta que logró calmarse.

Frente a una computadora, en medio de una habitación que, estaría en penumbras, sino fuera por la luz que emanaba el monitor, un joven acercaba su rostro al micrófono.
--Parece que los horarios de muerte han cambiado drásticamente, ahora ocurren a cualquier hora del día –se escuchó la voz del jefe de policía--. Completamente contrario al patrón que sequía hacía apenas unas semanas.
L sonrió.
--Interesante y predecible, al mismo tiempo.
--¿Qué quieres decir?
--Que tiene acceso a la información de la policía –soltó L. Escuchó el asombro y desconcierto de los policías al otro lado-. Jefe, Yagami, necesito que me haga un favor.
--Por supuesto, L.
--Quiero que encuentre a tres criminales cuyos casos no hayan sido difundidos en los medios y que se diga en televisión que son buscados por el departamento de policía por el asesinato de una familia o cualquier otro crimen terrible que se le ocurra. Lo importante es, y debe escuchar atentamente, que, de los tres se debe mostrar su foto y su nombre pero, sólo el primero toda la información debe ser real, mientras que de los otros dos sólo una de las dos cosas, ya sea foto o nombre, debe ser verdadera. De uno el nombre y el otro la foto.
--Por supuesto pero, ¿por qué hacemos esto?
--Quiero probar algo –respondió L--. Ah, y a propósito, que ningún miembro de su equipo, ni siquiera usted, anoten o guarden lo que acabo de decir. ¿De acuerdo?
--Sí.

Misa terminó de ponerse el vestido rosa y la peluca rizada, cuyo color rubí jamás se podría perder de vista.
--¿Por qué estás saliendo con ese hombre? –cuestionó Rem, observándola con curiosidad- No parece gustarte.
Misa hizo una mueca de repulsión.
--Por supuesto que no –soltó la joven-- es sólo que lo necesito. Afortunadamente creo que con lo que me diga hoy estaré lista, así que esta será nuestra última cita.
--¿Te refieres a lo de las computadoras?
--Sí.
--Y… ¿Por qué buscaste a alguien así tan lejos de casa? –cuestionó Rem, una vez que abordaron el tren.
Misa se cubrió la boca, fingiendo que iba a estornudar.
--Por precaución.
Tuvo que soportar por más de una hora la mirada escrutadora a la que fue sometida por el hombre; cada vez que sentía sus ojos sobre ella, hacía un esfuerzo tremendo por no rechinar los dientes. Misa, a pesar de sus sentimientos, sonrió.
--Entonces, Jenny –dijo él, mostrándole el monitor--, todo lo que necesitas es instalar el programa en la computadora y podrás clonar cualquier archivo que se guarde ahí.
--¡Oh, eres un genio! –exclamó Misa, aplaudiendo con falsa alegría- ¡Y eres tan generoso, no tenías porqué regalarme el programa!
--Todo por ti, ahora, ven aquí –el hombre, un poco grande para ella, señaló con un dedo su regazo. Estiró la mano, pero Misa logró esquivarla.
--Me tengo que ir, pero regresaré mañana.
--¿Por qué? –él parecía decepcionado-- ¿No te puedes quedar un poco más?
--No.
El hombre se puso de pie, parecía tener intenciones de besarla, pero Misa se acercó a la salida del local, dónde ya estaba lleno de clientela dispuesta a comprar algún aparato del mostrador. Sin mirar atrás, abrió las puertas y se dirigió hacia la estación.

Los ojos negros de L iban y venían de la televisión al monitor y, por supuesto, a su bote de helado de chocolate.
--L –resonó la voz del Jefe de policía.
--¿Sí?
--Lo que me pediste hace dos días… Sólo uno de ellos murió.
--Supongo que hablas del que se transmitieron su foto y nombre reales.
--Así es.
El joven tomó una gran cucharada de helado y se la metió a la boca.
--Como lo suponía. Necesita conocer el rostro y el nombre de la persona para poder matarla.

--Misa, despierta, no creo que a ningún maestro le guste verte recargada en la butaca de esa forma –comentó Rem, mientras se paseaba por el salón.
Ella, asustada por el sonido de la voz de su shinigami, levantó la cabeza, esperando que nadie se hubiese dado cuenta de su error, desafortunadamente, todos los ojos estaban apuntando hacia ella.
--Señorita Jenkyns –soltó el profesor--, ya que usted estaba tan cómodamente descansando durante la clase, supongo que será capaz de decirme el nombre de todas los satélites galileanos de Júpiter.
--Ío, Europa, Ganímedes y Calisto –suspiró Misa, pues era una de las preguntas cuya respuesta conocía a la perfección.
--Bien –aprobó el profesor--. Pero quiero hablar con usted al finalizar la clase.
Misa soltó un profundo suspiro cuando escuchó la campana anunciar el inevitable trago amargo que vendría.
--¿Qué ocurre? –cuestionó, una vez que se acercó al escritorio.
--Estoy preocupado –admitió él--, últimamente luce muy distraída y muy cansada.
--Pero aun saco buenas calificaciones, entrego los trabajos… -protestó Misa.
--Es cierto –concedió él--, pero sé que, si quisiera, usted podría obtener uno de los mejores puntajes.
--Tiene razón –dijo ella-- a partir de ahora me esforzaré más.
El profesor sonrió.
--Le creo pero, por si tiene alguna duda o necesita una guía pensé en asignarle de tutor a Yagami Light.
--¡No! –saltó Misa--. Quise decir, no es necesario, prometo mejorar para la siguiente prueba…
--No le va a hacer ningún daño recibir un poco de ayuda, señorita Jenkyns. Además él ya aceptó.
La chica no tuvo más remedio que aceptar, a regañadientes, a su nuevo tutor. Con un poco de frustración acumulada, deslizó la puerta y salió… para encontrárselo en el pasillo.
--Creí que la vez que nos conocimos te había agradado, pero parece que me detestas –comentó Light, sonriendo.
--No es eso, es que no necesito de nadie para aumentar mi promedio, puedo estudiar sola –replicó, mientras caminaba por el pasillo a su siguiente clase. Él, con facilidad, igualó su paso.
--Por supuesto pero ya oíste al profesor, sólo seré una guía.
--Escucha no pierdas tu tiempo conmigo, puedes hacer cosas mejores –soltó ella con brusquedad-, adiós.
Ese joven no debía estar acostumbrado al rechazo, supuso Misa, ya que, antes de dejarlo atrás, le pareció ver como su rostro se ensombrecía con una ira apenas contenida.

--¿De qué te ríes? –gruñó Light, camino a su casa. Observar directamente al shinigami que volaba detrás de él se vería extraño, aunque quisiera hacerlo, así que se conformó con mirar al frente. Por fortuna, no era una calle muy transitada.
--Al parecer no eres tan irresistible como creías. Esa chica no parecía nada contenta de tenerte cerca.
Light frunció el ceño.
--Ya cambiará de parecer.
La risa del shinigami resonó en los oídos de Yagami.
--¿Para qué la quieres?
--En el futuro puede servirme de algo.
Ryuk comenzó a volar en círculos.
--Light…
--¿Qué?
--Me aburro –dijo el shinigami--. Así que intentaré poner las cosas más divertidas dándote una información que seguramente te gustará.
Él sonrió.
--Creí que habías mencionado que no me ayudarías.
--Sí, pero me aburro, ya te dije y la única manera de hacer esto más interesante es hacerte buscar.
--¿Buscar? ¿Buscar qué?
--Al otro portador –se rió el shinigami--. Verás, Light, a tu mundo cayeron dos cuadernos.
El joven se detuvo a mitad de una calle solitaria y observó cómo Ryuk flotaba hasta colocarse en frente de él. Metió las manos en los bolsillos de su pantalón.
--¿Por qué no he sabido nada de él?
--Debe ser mucho más discreto que tú –se burló Ryuk.
Light apretó los labios.
--O simplemente es un idiota que no sabe aprovechar todo el poder que tiene en sus manos dijo él--. Sin embargo, es un idiota que puede servirme para quitarme a L de encima.
--Sí, sí –aprobó el shinigami--. Las cosas van a mejorar bastante.
--Así que debo encontrar al segundo portador –meditó Light en voz alta, observando el suelo mientras caminaba-- y hacerlo que trabaje para mí o, si se niega, eliminarlo.

Rem observaba con fascinante atención como Misa dejaba su feminidad a un lado y cubría su cuerpo con ropas holgadas y se amarraba todo el cabello para disfrazarlo con una peluca castaña. Finalmente, una gorra coronaba toda aquella vestimenta que la hacía verse más como un muchacho un tanto débil. Durante unos minutos el reflejo la ayudó a relajar su postura y a adquirir un aire un poco más varonil.
--¿Y ahora, por qué vas vestida así?
Misa, con la sonrisa de un inocente muchacho dibujada en su rostro, se giró hacia su shinigami.
--Hoy visitaremos la jefatura de policía, Rem –soltó ella, perdiendo gradualmente el brillo divertido en su mirada--. ¿Recuerdas lo que dijeron en las noticias? La policía de Japón es la que está trabajando con L y, conociendo la reputación de ese detective, ya deben tener algo de información sobre Kira.
Rem sonrió.
--Entiendo, por eso necesitabas las habilidades del hombre que vende artículos electrónicos –asintió la shinigami--. ¿Vas a intervenir todas las computadoras?
Misa negó con la cabeza, el falso cabello corto se agitó levemente.
--Sería muy difícil y tardado y de lo que menos dispongo es de tiempo –soltó, mientras sus mejillas iban perdiendo su color para pasar a un pálido horrorizado--. Sólo hace falta un detalle.
Con pasos inseguros se fue acercando al viejo armario de madera; abrió su puerta de doble hoja y retiró los vestidos y prendas que tenía colgadas. Al fondo, en una de las esquinas, detrás de la chamarra negra, se alcanzaba a ver una pequeña distorsión en la madera. Los dedos de Misa presionaron con suavidad y una tabilla botó hacia adelante, ahí, medio oculto, se encontraba el terrible cuaderno de pasta negra. Sosteniéndolo con manos trémulas, regresó hasta el escritorio y lo abrió. Al lado, su computadora encendida mostraba una fotografía de una de las páginas de un periódico y, abajo, el nombre de la persona retratada.
Una tétrica lentitud se apoderó de ella cuando sus dedos se aferraron a una pluma negra. Acercó la punta a la superficie rayada del cuaderno.
Su corazón latía con tanta fuerza que hasta lo sentía en cada una de las yemas.
--No puedo.
--Lo necesitas para conseguir la información, sin ella, Kira te puede encontrar primero –escuchó la voz de Rem sobre sus hombros.
Misa cerró los ojos y los volvió a abrir, había un punto de tinta en la página.
--Además por causa de ese hombre, una de sus víctimas, una joven de quince años, no pudo soportar haber sido ultrajada y se suicidó.
Rem tenía razón, él era un violador, la policía no lo había logrado atrapar aún…
Una vez que terminó de escribir el nombre, se apresuró para escribir su forma de muerte, algo que tendría que darle el tiempo suficiente para entrar en la delegación.

Estaba tan nerviosa, cada paso parecía una tortura y cada sonido de la manecilla al cambiar de lugar era algo que parecía querer volverla loca.
Al entrar al edificio, no se sorprendió que los guardias, que se encontraban al fondo, detrás de una recepción con dos monitores, se acercaran a ella con brusquedad.
--Es muy tarde, muchacho, ¿qué es lo que quieres?
Eran las diez con quince minutos. Si había observado bien la rutina del hombre y sus cálculos eran acertados, el encargado de aquella delegación ya debería estar camino a su casa.
--Necesito comunicarle algo importante a su jefe.
--Hace poco que se fue –dijo uno de ellos, frunciendo el ceño--. Creo que lo mejor será que vayas a tu casa porque está muy oscuro y…
--Espera –intervino el otro--, puede tratarse de algo importante. Si es así, puedes decirnos a nosotros.
Misa inclinó ligeramente la cabeza y observó el segundero de su reloj de mano, ya faltaba poco. Uno de los guardias se aproximó a ella.
--Pienso que lo más conveniente será llevarte a la salida.
Misa se encogió de hombros, como si no tuviera inconveniente en ello. Mas, antes de que alguno diera un paso, un estruendo los distrajo: el frente de un carro se asomó entre las puertas de vidrio. Los cristales salieron disparados en todas direcciones.
--¿Qué fue eso? –exclamó uno de los vigilantes. Los dos intercambiaron una mirada y salieron a averiguar a qué se debía aquel lío.
La joven aprovechó su oportunidad y corrió escaleras arriba, por la puerta que se encontraba, a la izquierda de la recepción.
--¿Cómo piensas entrar si la oficina del jefe está cerrada? –cuestionó Rem, siguiéndola de cerca; sus grandes alas le permitían avanzar con facilidad.
En varias agitadas inhalaciones y exhalaciones llegó al tercer piso y, por fortuna, encontró el despacho que buscaba. Sin molestarse en girar, levantó un juego de llaves que le había arrebatado a uno de los guardias. Antes que nada, se puso los guantes de piel que trajo para esa ocasión.
Desgraciadamente consciente de su reloj y de cómo le contaba el tiempo, Misa se apresuró a dar con la llave adecuada; una vez abierto el cuarto, sin miramientos, la chica comenzó a trabajar en la computadora. Sus dedos prácticamente se deslizaban sobre el teclado, haciéndolo resonar de forma asombrosa por la velocidad con que se movían sus manos.
--El tiempo transcurre, Misa.
--Lo sé… Falta muy poco para que haga la conexión.
--Misa, alguien sube por las escaleras –anunció Rem— y entrará aquí en cualquier momento.
Pero, faltaba tan poco para terminar, sólo un suspiro…
--Creo que lo vi subir de este lado –soltó la voz de un hombre, afuera.
Un poco más tarde, la perilla estaba girando, indicándole al despacho que pronto recibiría a otro humano. Con una pericia de la que nunca se creyó capaz, pues tenía poco de haber aprendido ese arte electrónico. Logró terminar su cometido y apagar el monitor, con el tiempo justo sólo para esconderse en el suelo, detrás del escritorio.
Escuchó los tranquilos pasos de uno de los vigilantes y, hasta pudo ver el brillo de sus zapatos negros, avanzando. Pero el hombre debió convencerse de la quietud del cuarto, porque regresó a la salida.
--El jefe debió olvidar cerrar con llave –lo escuchó murmurar Misa, antes de que el chasquido de la puerta le indicara que estaba a salvo como para ponerse de pie.
--Muy cerca –comentó Rem--. ¿Esperarás hasta que todo se calme un poco?
Misa negó con la cabeza; si había un momento para escaparse era ése, puesto que ya deberían estar ahí el grupo de curiosos, tal vez la prensa e incluso la ambulancia debería haber llegado… Sin darse tiempo a que la cobardía se apoderara de ella, abrió la puerta nuevamente y salió corriendo por el pasillo. Al llegar a las escaleras fue inevitable que uno de los guardias la viera y le gritara, hasta los pasos de él, al seguirla con desesperación sirvieron de aliciente para que corriese más aprisa.
Alcanzó a ver la entrada, el tramo de vidrio que había quedado destrozado y la ambulancia, que estaba estacionada cerca de ahí. Como esperaba, un grupo de personas ya se habían arremolinado en torno a la escena y estiraban sus cuellos para verla. Dejó caer las llaves a su camino y evitó chocar con dos o tres personas, cosa que el guardia que la seguía no consiguió.
Una vez que alcanzó un callejón solitario y que se aseguró que nadie la veía, comenzó a quitarse la ropa de varón; por fortuna era tan holgada, que debajo de ella cupieron perfectamente unos pantalones ajustados y una blusa de tirantes. Todos aquello objetos, incluyendo la peluca, los arrugó y tiró al contenedor de basura. Finalmente, tras una sacudida de sus ropas, se dirigió a su casa aparentando una tranquilidad que no sentía.

Con los pies descubiertos y las manos descansado sobre sus rodillas, L mantenía los ojos negros, fijos en la pantalla de televisión. Las imágenes de un carro, prácticamente destruido de la parte frontal, incrustado en la entrada de la jefatura de policía, se alcanzaban a ver, acompañadas del ruido de la grúa y el rumor morboso de los curiosos.
--Anoche el conocido violador Masakazu Sato murió en un accidente de auto. Los resultados del forense indican que tenía varios grados de alcohol en su sistema, lo que ocasionó que se subiera a la banqueta y terminara por estrellarse contra la misma delegación de policía.
--Watari.
--¿Sí, L?
--Quiero que me comuniques con el jefe Yagami, por favor.
El hombre asintió y se salió de la habitación, poco después, su voz sonó por unas bocinas de la computadora de L, anunciando que la conexión había sido establecida.
--¿Qué es lo que sucede, L?
--Comisionado, quería pedirle un favor, ¿podría relatarme los acontecimientos de anoche? ¿A la hora en que se suscitó el accidente? –dijo L, mientras presionaba un botón del micrófono que tenía frente a él.
--Yo no estuve en ese momento, pero puedo traerte a los policías que estaban de guardia esa noche.
--Sí, se lo agradecería mucho.
Mientras escuchaba el relato, L comía ansiosamente unas fresas con crema.
--¿Dijiste un muchacho? –interrumpió al vigilante que había tomado la palabra.
--Sí.
--Entonces, cuando sucedió el choque, perdiste de vista al muchacho pero tu compañero dice que creyó verlo subir a dónde se encuentran las oficinas y que escuchó ruido en el tercer piso.
--Así es.
--Jefe Yagami, ¿podría mostrarme las grabaciones de la entrada y el pasillo del tercer piso? Las de anoche, justo a la hora que llegó el muchacho que mencionaron los guardias.
--Por supuesto.
Después de unos minutos, en el televisor de L, aparecieron dos imágenes, una de la recepción y la otra de un pasillo oscuro y vacío. Ya que carecían de micrófonos, todo lo que él pudo apreciar fueron los movimientos del joven, un tanto disminuido y frágil, que llegó a la delegación. Poco después presenció la explosión de cristal roto y no pasó mucho tiempo de que los vigilantes desatendieran su puesto para presenciar lo ocurrido que el muchacho salió corriendo y desapareció por las escaleras, para aparecer en el pasillo y entrar en la oficina del jefe de policía.
Escuchó vagamente como uno de los guardias se quejaba de que le había robado sus llaves, puesto que de otra forma no hubiese podido entrar tan fácilmente. Decidió ignorar la discusión que se daba en la delegación y volvió a repetir las imágenes. Se llevó el dedo índice a los labios y estrechó los ojos, intentando observar cada detalle. Finalmente, sonrió.
--La persona que se presentó ayer, en la noche, a la delegación –dijo, interrumpiendo las discusiones que se daban al otro lado— no es un muchacho, es una mujer, una mujer joven.
Algunos murmullos de asombro resonaron por las bocinas.
--¿Le hace falta algo de su oficina, jefe Yagami?
--No.
--Lo que suponía –suspiró L--. Jefe, necesito que revise su oficina y busque cámaras o micrófonos. También quisiera pedirle su computadora para analizarla.
--Por supuesto.

En el centro de la ciudad, en un barrio donde se podía esperar cualquier agresión, una chica de cabello corto, negro y unos lentes ovalados, tenía la mirada fija en el monitor de una computadora. Sus manos, cubiertas con unos hermosos guantes negros, iban y venían, con cierto nerviosismo, sobre el teclado. El local tenía apenas cinco ordenadores y, aunque la conexión a internet fallaba muy seguido, eso era lo que menos le importaba a la joven.
--Me alegra que ahora lleves una hoja del cuaderno contigo, Misa.
--Es sólo por precaución –replicó ella--. No pretendo utilizarlo a menos que sea estrictamente necesario.
Siendo sincera, desde la última vez que asistió a ese local con internet, cuando se marchaba sentía que alguien la seguía y, a pesar de que Rem aseguraba que no sentía la presencia de ningún humano cerca, le preocupaba encontrarse con un hombre como el que la siguió aquella noche en que conoció a su shinigami. O, tal vez, y eso sería lo peor que podría ocurrirle, podría tratarse del mismo Kira.
Al principio, mientras revisaba todos los archivos de la computadora del jefe, creía que L sólo había obtenido información que ella ya conocía: Kira era capaz de matar a distancia y, como ella misma había comprobado, podía manipular a sus víctimas antes de la muerte. Sin embargo, existían teorías, dichas por el propio L, con base en los primeros homicidios y las horas en que se daban las muertes, de que se trataba de un estudiante. Por supuesto, eso debía reducir las posibilidades pero, para alguien como ella que no tenía muchos recursos para investigar, no creía que eso le sirviera de mucho.
Sin embargo, inspeccionando otros archivos encontró cosas bastante interesantes; en varias muertes recientes (de presos, sobre todo) el cuerpo se había encontrado junto a un mensaje, ya fuera escrito en papel, en la pared o en el suelo de la celda. Todos, disfrazados con cartas suicidas o palabras de arrepentimiento, parecían esconder una clara advertencia a L, exigiéndole que se quitara del camino de Kira. Pero, Misa leyó dos cartas en que las frases escondidas contenían un mensaje y tono distintos a las anteriores. Escondido entre tantas palabras de súplica y petición a una fuerza desconocida pudo encontrar el siguiente mensaje: “Las imitaciones son un reflejo hueco de la realidad, de ser posible, deben ser eliminadas”.
Misa, experimentando un estremecimiento que bajó por su espina dorsal, giró la cabeza a su espalda, casi esperando ser vista por alguien más. Pero ninguno de los dos hombres que usaban el ordenador le dirigió un solo vistazo. A pesar de lo desagradable que le resultaba convivir con hombres que, o le lanzaban miradas insanas cuando entraba o salía o se limitaban a soltar su aliento sobre las imágenes de chicas cuya ropa dejaba muy poco a la imaginación; debía admitir que tenía sus ventajas encontrarse en un lugar como ese; era ignorada la mayor parte del tiempo.
Había otra carta que difería mucho en la anterior pero, había algo en su forma de estructurar y desarrollar el contenido que le hizo pensar que el mensaje interno estaba relacionado con el anterior.
“Dios, con sólo dos ojos, es capaz de observar y juzgar al mundo, no necesita de más”.
Había algo en esas dos frases que ponía de los nervios a Misa; estaba claro que eran diferentes a todo lo que había dirigido a L, como si hubieran sido escritos para alguien más… Pero, si ese fuera el caso, ¿cómo era que los enviaba de forma que sólo la policía y L pudieran acceder a ellos? O, tal vez, en este caso, la pregunta más adecuada sería… ¿Por qué?

--¿Dices que ella ha estado clonando los archivos de la policía? –escuchó que exclamaba una de las voces.
--Pero si Kira sigue el avance de nuestra investigación eso significa que ella…
--Puede ser Kira –terminó un tercero- o debe estar bajo sus órdenes.
A pesar de que sabía que no podían verlo, L, en su habitación, negó con la cabeza. Soltó un suspiro cansado y oprimió el botón junto al micrófono.
--Esa teoría podría ser válida en otra situación pero las evidencias que tenemos eso es imposible; hay algo que no encaja –dijo, sus ojos vagaron a la imagen congelada que tenía de ella (en un intento de verse más varonil) en la entrada de la delegación--. Primero y más importante, desde que anuncié mi teoría del estudiante al cuerpo de policía y cambiaron drásticamente los horarios de las muertes, sospeché que Kira podría tener acceso a los archivos de la investigación; la intervención de ella fue mucho después de esto por lo que es poco probable que esté relacionada con él. Segundo, así no es como piensa Kira, sería demasiado arriesgado dejar que sea expuesta de esa manera no sería conveniente, sobre todo si nosotros podemos llegar hasta ella.
Al otro lado se escucharon palabras de aprobación, sobre todo del jefe Yagami que era quien más confiaba en los razonamientos de L.
--Sin contar –agregó, observando las últimas dos cartas que se habían encontrado cerca de un cuerpo- con que Kira nos deja claro, en los mensajes que les leí hace unos minutos, que no desea ningún tipo de ayuda, por lo menos no en estos momentos.
Imitaciones… Los ojos de Dios…
Había algo extraño en los temas tratados en esas dos frases, pero L aun no conseguía dar con la pieza que completara el cuadro.
--Aun cuando no esté bajo el mando de Kira –intervino el jefe--, no podemos asegurar si lo que hace es para ayudarlo o perjudicarlo, ¿verdad?
--Cierto, por ello más que nada me interesa encontrarla –una sonrisa se dibujó en el rostro de L, antes de añadir: --Aunque, debo admitir, todos sus movimientos fueron tan bien cuidados que puede que nos resulte un poco difícil dar con ella.
El detective estiró su mano para tocar la pantalla donde la imagen de la joven seguía inerte.
--¿Quién eres y qué es lo que quieres?
--¿Desean que destruya la conexión ahora? –intervino Watari, de pronto--. Así ella ya no podrá acceder a ninguna información.
--Sí, creo que será lo mejor –accedió el jefe Yagami.
--Esperen, permítanme el capricho de dejarla así, sólo por un poco más –dijo L, sorprendiéndolos a todos--. Tengo una idea.

Jeanette Yunnuen
Jeanette Yunnuen

Femenino Mensajes : 30
Fecha de inscripción : 19/10/2011

Volver arriba Ir abajo

Los Juegos de la Muerte Empty Re: Los Juegos de la Muerte

Mensaje por Meidara Sáb Oct 22, 2011 12:38 am

OMG
mi ama tu fic
esta hermoso
me encanto
kiaaaaaaaaaa
>w<
conti conti conti onegaiiiiiiiiiiiiii
Meidara
Meidara

Femenino Mensajes : 1529
Fecha de inscripción : 01/08/2011
Edad : 26
Localización : En una escuela militarisada tratando de ser inmadura de nuevo e.e
Personaje Favorito : shouji miketsukami-kun, ririchiyo shirakiin, sebastian michaelis, ciel phantomhive, alois trancy, claude faustus, soul eater, maka, miharu, yoite, miku hatsune rin kagamine, len kagamine, grell suctcliff, ronald knox, will T. spears, undertaker, Alemania, Italia, España, Romano, Japon, China

Volver arriba Ir abajo

Los Juegos de la Muerte Empty Re: Los Juegos de la Muerte

Mensaje por Iván Braginski Sáb Oct 22, 2011 3:55 am

Aww contii tu fic me encanta te dejo karmilla *-*
Iván Braginski
Iván Braginski

Femenino Mensajes : 935
Fecha de inscripción : 02/08/2011
Personaje Favorito : Shinji Ikari, Junko Enoshima, Makoto Naegi, Megumi Noda, Nagito Komaeda, Ganta Iragashi, Senji Kiyomasa, Keiichi Maebara.

Volver arriba Ir abajo

Los Juegos de la Muerte Empty Re: Los Juegos de la Muerte

Mensaje por Jeanette Yunnuen Sáb Oct 22, 2011 11:52 am

¡Muchas gracias!

Quiero que se le compliquen las cosas a Misa (sonrisa malvada)

Además adoré hacerla vestirse de hombre xP
Jeanette Yunnuen
Jeanette Yunnuen

Femenino Mensajes : 30
Fecha de inscripción : 19/10/2011

Volver arriba Ir abajo

Los Juegos de la Muerte Empty Re: Los Juegos de la Muerte

Mensaje por Karely Uchiha Sáb Oct 22, 2011 9:42 pm

kyaaaaaaaaaaaaa
sugoiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
me encanto xDDD
conti conti conti pronto
onegai nwn
Karely Uchiha
Karely Uchiha

Femenino Mensajes : 1302
Fecha de inscripción : 01/08/2011
Edad : 33
Localización :

Volver arriba Ir abajo

Los Juegos de la Muerte Empty Re: Los Juegos de la Muerte

Mensaje por Contenido patrocinado


Contenido patrocinado


Volver arriba Ir abajo

Volver arriba

- Temas similares

 
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.