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La flor que renace sin sangre (ep 1)
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La flor que renace sin sangre (ep 1)
Oki :D ya que tuve tan buen recibimiento les voy a dejar uno de mis fanfics originales de vampiros, ya va por el capítulo tres pero por ahora subiré solo el primero a ver que opinan ;D déjenme su opinión si? u//u
oki aquí va~~~
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La flor de renace sin sangre
Primer capítulo: Recuento de almas perdidas.
oki aquí va~~~
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La flor de renace sin sangre
Primer capítulo: Recuento de almas perdidas.
Hacía mucho que no asistía a una fiesta, generalmente me resistía a ir a lugares donde la gente se reuniera, no me gustaba que se me quedasen mirando y luego se apretujaran para hablar de mí sin mi permiso.
Mi nombre es Samuel, aunque mis amigos, bueno los dos amigos que de verdad se merecen ese título me llaman Samy, como se imaginarán no soy alguien al que le guste ir a fiestas, la razón es…mis ojos, pareciera que a las personas cualquier defecto que uno posee les da para hablar estupideces, en mi caso es algo por el estilo. Puedo aparentar ser un estudiante de secundaria pero ya estoy en segundo de universidad, estudio Diseño en una universidad del estado, mis notas son regulares y suelo llevarme bien con mis compañeros de clase. Con respecto a mi apariencia física –que es un poco lo que les molesta a estos idiotas- tengo solo dos cosas que añadir, primero, soy mas bajo que el promedio, mi estatura no supera el metro con sesenta centímetros y lo segundo que eh de añadir es que mi color de cabello y piel son totalmente normales, mi piel es clara y bastante…afeminada y mi cabello es negro azabache, quizá un poco largo para mi propio gusto, pero así me va bien, que me cubra los ojos me hace sentir protegido del resto que me rodea.
El detalle que quizá pude haberme saltado es el que debo esconder bajo un par de lentillas de color negro –sí, como ustedes se imaginaran todo el mundo cuchichea a mis espaldas tratando de averiguar que es lo que escondo bajo el par de lentillas de contacto- que no dejan ver nada hacia afuera. Esto que escondo es algo que apareció en mi a la edad de los catorce más o menos, mis ojos naturalmente eran marrones como los de la mayor parte de la población mundial, pero el detalle estaba en la franja dorada que comenzó a crecer en el lugar donde estaba mi marrón común, al principio me divertía con ello pues me hacía sentir único, pero después de unos días mi madre se empezó a preocupar por los golpes que me otorgaban en la escuela.
Ser “especial” era condenado por los que no lo eran.
Fue así como me vi forzado a comenzar a usar aquél par de lentillas, que con el paso del tiempo se hicieron mis mejores amigas. De ahí en adelante comencé a rechazar el contacto con otras personas por miedo al “que dirán”, lo se, soy un idiota, mis amigos también me lo dicen a diario, pero ustedes no saben lo difícil que es ocultar algo que me gusta, que me hace “único” entre todos…porque, ¿No existen más casos como el mío no?
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*[Aclaración del autor: De aquí en adelante la historia será narrada en tercera persona]
Había pasado seis generaciones desde que Claude V de Versalles había visto a su “flor” volver a la vida, el vampiro se estaba cansando de esperarle pacíficamente por lo que había comenzado una larga búsqueda a lo largo del continente europeo, sabía que su flor solía buscarle pero esta vez parecía que tendía que ser el quien la encontrase. Claude era un hombre de muy poca paciencia y no le agradaba que le hicieran esperar, había tomado cuanta carrera de universidad existía –siempre mudándose para no ser reconocido- y cuanto viaje por crucero existía, el dinero no era un problema para el, la agencia de viajes que dirigía le dejaba buenas sumas de dinero para vivir sin preocuparse por ningún detalle banal. Todo lo que le preocupaba era aquello a lo que el había apodado como su “Flor”.
Claude era un hombre de estatura alta, bordeando el metro con noventa, su cabello –largo hasta la rodilla pero tomado en una coleta- era gris por naturaleza, al igual que sus ojos. Esta vez vestía un traje Armani de color negro, en el maletín que llevaba tomado en su mano izquierda transportaba los posibles lugares de ubicación de su preciosa Flor. La única razón por la que Claude vivía era para esperarla y que al fin ella aceptara de una vez por todas convertirse en vampiro, había cosas que solo alguien especial podía hacer y sabía que la nueva encarnación de su Flor pronto descubriría que podía hacer cosas que nadie más, pero la muerte aún no la podía superar, era terca como una mula, el vampiro no la había convencido de trasformarla en cuatro generaciones en que la había visto encarnar, ahora la muy cobarde se escondía de el por seis generaciones para perderlo y atormentar su alma. Sin duda cuando le encontrase le daría una buena lección, atormentar así a un vampiro no era lo más sano que un humano pudiese hacer.
La oficina donde el vampiro trabajaba se llamaba “Il fiore della pace”, aquí la mayoría de sus empleados se reservaban a no hacer preguntas sobre su jefe, quien les daba un sueldo bastante bueno y regalos para las fechas de celebración, -aunque muchas de ellas los vampiros no las celebraban-. Esta vez se venía la fiesta de Halloween, algo que por muy inventado que fuese, muchos de sus trabajadores celebraban por sus hijos, hijos…Claude no tenía hijos aún, ni es que los quisiera tener, disfrutar con su flor era todo lo que podía desear. Así que el vampiro había tomado la resolución de conceder una fiesta para todos sus empleados con sus hijos en una de sus quintas para vacacionar. La noticia había hecho que la gente trabajara más contenta, había puesto frascos con dulces y bebidas por diferentes zonas de la oficina para que sus trabajadores consumieran o le llevaran a sus pequeños.
A pesar de la tosca apariencia del vampiro y de su casi siempre serio rostro, era una persona muy respetada y amada dentro de su lugar de trabajo, nadie hacia preguntas porque todos estaban más que Felices trabajando para el vampiro –claro sin saber que este era un vampiro-.
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La noche que Samuel Deandre supo que uno de sus amigos iría a una fiesta gracias al trabajo de su madre, nunca se imaginó que le invitaría y de hecho se paso toda la noche pensando si iría o no, la fiesta era de disfraces y debía conseguir un disfraz antes de pasado mañana, Ángelo –su amigo- iría disfrazado de Robin Hood, pero a Samuel le constaba un poco más elegir bien de que se disfrazaría, también dependía de lo que encontrara, pero eso lo dejaría para mañana. Se paró de la mesa tomando el plato con el resto de ravioles que no se había comido, despidiéndose de su madre y dándole las gracias, por ahora se retiraría a su alcoba, para descansar.
Su pieza era un pequeño lugar en el segundo piso que no tenía una puerta fija, en lugar de eso tenía una fina cortina de color vinagre que escondía su pequeño mundo, ahí el muchacho podía quitarse las lentillas y descansar sus ojos de la vista preocupada de su madre y los ojos inquisitorios del resto del mundo. Su habitación no tenía muchos elementos apreciables, su cama estaba apegada a la pared junto a una pequeña ventana que daba hacia uno de los pasajes de Turín. Delante de esta ventana Samuel conservaba un viejo escritorio con detalles de la época románica –un período del diseño basado en los modelos románicos-, sobre el escritorio había un montón de hojas dibujadas, algunos lápices y una netbook que casi todo el tiempo solo tenía abierto photoshop, a Samuel le gustaban los programas gráficos, se podía pasar todo una tarde metido en ellos experimentando pero lo que más le gustaba era dibujar. Tenía cientos de dibujos de la misma persona archivados en una carpeta, no sabía quien era, pero cada vez que se sentía triste o desesperado de lo poco que la vida le ofrecía, abría aquél programa y comenzaba a dibujar con ansiedad…
Ojos grises…cabellos largos del mismo color brillando y cayendo hasta sus las rodillas de aquél ser…colmillos hambrientos y…provocativos, dibujarlo era una tentación salida de el infierno para Samuel, por eso todos sus dibujos estaban sin terminar, el muchacho se sonrojaba sobre su cama mientras en su mente seguía dibujando aquél rostro hambriento y sensual. ¿Estaba comenzando a delirar con un producto de su imaginación?
La noche cayó pesada sobre el muchacho quién solo se quedó echado sobre la cama medio desnudo, solo cubierto por el vaquero desabrochado y una musculosa roja que le hacía ver más pequeño de lo que ya era, esperaba que el nuevo día llegara mientras pensaba en los posibles disfraces que fuese a usar. Solo tenía claro que su par de lentillas guardadas junto a la netbook irían con el, escondiendo aquello que nadie más podía ver sobre el a excepción de el mismo.
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Roma era el lugar en el que durante generaciones se habían escondido los descendientes de ambiciosos vampiros en busca de poder, uno de ellos aún vivía resguardado en este lugar, Bethlem se ocultaba entre las sombras, esperaba que uno de sus antiguos rivales se diera a conocer…Demos, un antiguo vampiro que murió por exponerse a la vida pública y fue asesinado por tal motivo, este vampiro había encarnado como un humano en algún lugar de su querida Italia pero Bethlem aún no podía hallarlo. Su amor inconfundible pasaba de las estupideces que Demos había cometido en el pasado y ahora todo lo que esperaba era que apareciera para volver a llenar su oscuro modo de vida y transformarlo nuevamente en el ser pasivo y amante que el solía ser.
Lastimosamente los “cazadores” no se la estaban poniendo fácil, había decenas de ellos esparcidos por todo el país buscando a los antiguos vampiros que se habían salvado de la época de torturas. Estos humanos casi no le dejaban moverse y tenía miedo de que dieran con su especial humano antes de que el le encontrara. Quizá si llamara a su antiguo amigo, el arrogante de Claude, este pudiese ayudarlo a salir de su escondite, se lo pensaría…por ahora dejaría que la noche lo cubriera hasta que los rayos de sol anunciaran el nuevo día.
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Ángelo siempre había desconfiado del jefe de su madre, a pesar de lo bueno que este quisiera parecer, por las fotos que había visto de el nada parecía apuntar a que fuera un hombre normal, la complexión de ese tipo era delgada, su cabello era irreal al igual que sus ojos, no podía estar usando lentillas y mucho menos haberse teñido el cabello, simplemente no le entraba en la cabeza que fuera un jefe común y corriente. Así que tenía planeado aprovechar que había sido invitado a la fiesta con su madre para averiguar un poco sobre la vida del honorable y bien visto jefe de su madre.
Había invitado a Samy con la intención de que este le ayudara a infiltrarse en -el que su madre le había dicho- hogar vacacional del sujeto en cuestión, Samy lo era todo para Ángelo y no le gustaba ponerlo en peligro, pero no tenía de otra si quería averiguar aunque fuese un poco sobre esta persona, además…planeaba declararse en esta fiesta.
El muchacho se dio vuelta sobre la cama aplastando sus rubios cabellos lisos sobre la almohada, siempre le habían llamado la atención los oscuros ojos de Samuel, sabía que eran lentillas pero no sabía el porque su amigo las usaba, siempre que se lo preguntaba, este respondía con evasivas. Suspiró mientras sus profundos ojos color esmeralda brillaban confusos ante los rayos de luna que cruzaban la habitación. Sus manos se frotaron la cien esperando que el sueño acudiese, por alguna razón algo no le dejaba dormir, como si lo estuvieran llamando de algún lugar.
Se dio la media vuelta sobre la cama, mirando hacia la pared y cerró los ojos, nada le impedía hacer lo que iba a hacer mañana, solo tenía que averiguar con que clase de hombre trabajaba su madre, solo eso…para poder estar tranquilo.
Mi nombre es Samuel, aunque mis amigos, bueno los dos amigos que de verdad se merecen ese título me llaman Samy, como se imaginarán no soy alguien al que le guste ir a fiestas, la razón es…mis ojos, pareciera que a las personas cualquier defecto que uno posee les da para hablar estupideces, en mi caso es algo por el estilo. Puedo aparentar ser un estudiante de secundaria pero ya estoy en segundo de universidad, estudio Diseño en una universidad del estado, mis notas son regulares y suelo llevarme bien con mis compañeros de clase. Con respecto a mi apariencia física –que es un poco lo que les molesta a estos idiotas- tengo solo dos cosas que añadir, primero, soy mas bajo que el promedio, mi estatura no supera el metro con sesenta centímetros y lo segundo que eh de añadir es que mi color de cabello y piel son totalmente normales, mi piel es clara y bastante…afeminada y mi cabello es negro azabache, quizá un poco largo para mi propio gusto, pero así me va bien, que me cubra los ojos me hace sentir protegido del resto que me rodea.
El detalle que quizá pude haberme saltado es el que debo esconder bajo un par de lentillas de color negro –sí, como ustedes se imaginaran todo el mundo cuchichea a mis espaldas tratando de averiguar que es lo que escondo bajo el par de lentillas de contacto- que no dejan ver nada hacia afuera. Esto que escondo es algo que apareció en mi a la edad de los catorce más o menos, mis ojos naturalmente eran marrones como los de la mayor parte de la población mundial, pero el detalle estaba en la franja dorada que comenzó a crecer en el lugar donde estaba mi marrón común, al principio me divertía con ello pues me hacía sentir único, pero después de unos días mi madre se empezó a preocupar por los golpes que me otorgaban en la escuela.
Ser “especial” era condenado por los que no lo eran.
Fue así como me vi forzado a comenzar a usar aquél par de lentillas, que con el paso del tiempo se hicieron mis mejores amigas. De ahí en adelante comencé a rechazar el contacto con otras personas por miedo al “que dirán”, lo se, soy un idiota, mis amigos también me lo dicen a diario, pero ustedes no saben lo difícil que es ocultar algo que me gusta, que me hace “único” entre todos…porque, ¿No existen más casos como el mío no?
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*[Aclaración del autor: De aquí en adelante la historia será narrada en tercera persona]
Había pasado seis generaciones desde que Claude V de Versalles había visto a su “flor” volver a la vida, el vampiro se estaba cansando de esperarle pacíficamente por lo que había comenzado una larga búsqueda a lo largo del continente europeo, sabía que su flor solía buscarle pero esta vez parecía que tendía que ser el quien la encontrase. Claude era un hombre de muy poca paciencia y no le agradaba que le hicieran esperar, había tomado cuanta carrera de universidad existía –siempre mudándose para no ser reconocido- y cuanto viaje por crucero existía, el dinero no era un problema para el, la agencia de viajes que dirigía le dejaba buenas sumas de dinero para vivir sin preocuparse por ningún detalle banal. Todo lo que le preocupaba era aquello a lo que el había apodado como su “Flor”.
Claude era un hombre de estatura alta, bordeando el metro con noventa, su cabello –largo hasta la rodilla pero tomado en una coleta- era gris por naturaleza, al igual que sus ojos. Esta vez vestía un traje Armani de color negro, en el maletín que llevaba tomado en su mano izquierda transportaba los posibles lugares de ubicación de su preciosa Flor. La única razón por la que Claude vivía era para esperarla y que al fin ella aceptara de una vez por todas convertirse en vampiro, había cosas que solo alguien especial podía hacer y sabía que la nueva encarnación de su Flor pronto descubriría que podía hacer cosas que nadie más, pero la muerte aún no la podía superar, era terca como una mula, el vampiro no la había convencido de trasformarla en cuatro generaciones en que la había visto encarnar, ahora la muy cobarde se escondía de el por seis generaciones para perderlo y atormentar su alma. Sin duda cuando le encontrase le daría una buena lección, atormentar así a un vampiro no era lo más sano que un humano pudiese hacer.
La oficina donde el vampiro trabajaba se llamaba “Il fiore della pace”, aquí la mayoría de sus empleados se reservaban a no hacer preguntas sobre su jefe, quien les daba un sueldo bastante bueno y regalos para las fechas de celebración, -aunque muchas de ellas los vampiros no las celebraban-. Esta vez se venía la fiesta de Halloween, algo que por muy inventado que fuese, muchos de sus trabajadores celebraban por sus hijos, hijos…Claude no tenía hijos aún, ni es que los quisiera tener, disfrutar con su flor era todo lo que podía desear. Así que el vampiro había tomado la resolución de conceder una fiesta para todos sus empleados con sus hijos en una de sus quintas para vacacionar. La noticia había hecho que la gente trabajara más contenta, había puesto frascos con dulces y bebidas por diferentes zonas de la oficina para que sus trabajadores consumieran o le llevaran a sus pequeños.
A pesar de la tosca apariencia del vampiro y de su casi siempre serio rostro, era una persona muy respetada y amada dentro de su lugar de trabajo, nadie hacia preguntas porque todos estaban más que Felices trabajando para el vampiro –claro sin saber que este era un vampiro-.
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La noche que Samuel Deandre supo que uno de sus amigos iría a una fiesta gracias al trabajo de su madre, nunca se imaginó que le invitaría y de hecho se paso toda la noche pensando si iría o no, la fiesta era de disfraces y debía conseguir un disfraz antes de pasado mañana, Ángelo –su amigo- iría disfrazado de Robin Hood, pero a Samuel le constaba un poco más elegir bien de que se disfrazaría, también dependía de lo que encontrara, pero eso lo dejaría para mañana. Se paró de la mesa tomando el plato con el resto de ravioles que no se había comido, despidiéndose de su madre y dándole las gracias, por ahora se retiraría a su alcoba, para descansar.
Su pieza era un pequeño lugar en el segundo piso que no tenía una puerta fija, en lugar de eso tenía una fina cortina de color vinagre que escondía su pequeño mundo, ahí el muchacho podía quitarse las lentillas y descansar sus ojos de la vista preocupada de su madre y los ojos inquisitorios del resto del mundo. Su habitación no tenía muchos elementos apreciables, su cama estaba apegada a la pared junto a una pequeña ventana que daba hacia uno de los pasajes de Turín. Delante de esta ventana Samuel conservaba un viejo escritorio con detalles de la época románica –un período del diseño basado en los modelos románicos-, sobre el escritorio había un montón de hojas dibujadas, algunos lápices y una netbook que casi todo el tiempo solo tenía abierto photoshop, a Samuel le gustaban los programas gráficos, se podía pasar todo una tarde metido en ellos experimentando pero lo que más le gustaba era dibujar. Tenía cientos de dibujos de la misma persona archivados en una carpeta, no sabía quien era, pero cada vez que se sentía triste o desesperado de lo poco que la vida le ofrecía, abría aquél programa y comenzaba a dibujar con ansiedad…
Ojos grises…cabellos largos del mismo color brillando y cayendo hasta sus las rodillas de aquél ser…colmillos hambrientos y…provocativos, dibujarlo era una tentación salida de el infierno para Samuel, por eso todos sus dibujos estaban sin terminar, el muchacho se sonrojaba sobre su cama mientras en su mente seguía dibujando aquél rostro hambriento y sensual. ¿Estaba comenzando a delirar con un producto de su imaginación?
La noche cayó pesada sobre el muchacho quién solo se quedó echado sobre la cama medio desnudo, solo cubierto por el vaquero desabrochado y una musculosa roja que le hacía ver más pequeño de lo que ya era, esperaba que el nuevo día llegara mientras pensaba en los posibles disfraces que fuese a usar. Solo tenía claro que su par de lentillas guardadas junto a la netbook irían con el, escondiendo aquello que nadie más podía ver sobre el a excepción de el mismo.
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Roma era el lugar en el que durante generaciones se habían escondido los descendientes de ambiciosos vampiros en busca de poder, uno de ellos aún vivía resguardado en este lugar, Bethlem se ocultaba entre las sombras, esperaba que uno de sus antiguos rivales se diera a conocer…Demos, un antiguo vampiro que murió por exponerse a la vida pública y fue asesinado por tal motivo, este vampiro había encarnado como un humano en algún lugar de su querida Italia pero Bethlem aún no podía hallarlo. Su amor inconfundible pasaba de las estupideces que Demos había cometido en el pasado y ahora todo lo que esperaba era que apareciera para volver a llenar su oscuro modo de vida y transformarlo nuevamente en el ser pasivo y amante que el solía ser.
Lastimosamente los “cazadores” no se la estaban poniendo fácil, había decenas de ellos esparcidos por todo el país buscando a los antiguos vampiros que se habían salvado de la época de torturas. Estos humanos casi no le dejaban moverse y tenía miedo de que dieran con su especial humano antes de que el le encontrara. Quizá si llamara a su antiguo amigo, el arrogante de Claude, este pudiese ayudarlo a salir de su escondite, se lo pensaría…por ahora dejaría que la noche lo cubriera hasta que los rayos de sol anunciaran el nuevo día.
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Ángelo siempre había desconfiado del jefe de su madre, a pesar de lo bueno que este quisiera parecer, por las fotos que había visto de el nada parecía apuntar a que fuera un hombre normal, la complexión de ese tipo era delgada, su cabello era irreal al igual que sus ojos, no podía estar usando lentillas y mucho menos haberse teñido el cabello, simplemente no le entraba en la cabeza que fuera un jefe común y corriente. Así que tenía planeado aprovechar que había sido invitado a la fiesta con su madre para averiguar un poco sobre la vida del honorable y bien visto jefe de su madre.
Había invitado a Samy con la intención de que este le ayudara a infiltrarse en -el que su madre le había dicho- hogar vacacional del sujeto en cuestión, Samy lo era todo para Ángelo y no le gustaba ponerlo en peligro, pero no tenía de otra si quería averiguar aunque fuese un poco sobre esta persona, además…planeaba declararse en esta fiesta.
El muchacho se dio vuelta sobre la cama aplastando sus rubios cabellos lisos sobre la almohada, siempre le habían llamado la atención los oscuros ojos de Samuel, sabía que eran lentillas pero no sabía el porque su amigo las usaba, siempre que se lo preguntaba, este respondía con evasivas. Suspiró mientras sus profundos ojos color esmeralda brillaban confusos ante los rayos de luna que cruzaban la habitación. Sus manos se frotaron la cien esperando que el sueño acudiese, por alguna razón algo no le dejaba dormir, como si lo estuvieran llamando de algún lugar.
Se dio la media vuelta sobre la cama, mirando hacia la pared y cerró los ojos, nada le impedía hacer lo que iba a hacer mañana, solo tenía que averiguar con que clase de hombre trabajaba su madre, solo eso…para poder estar tranquilo.
Re: La flor que renace sin sangre (ep 1)
conti conti conti
sugoiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
me gusto tu fic
xDDDDDDDDD
sugoiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
me gusto tu fic
xDDDDDDDDD
Karely Uchiha- Mensajes : 1302
Fecha de inscripción : 01/08/2011
Edad : 33
Localización :
Re: La flor que renace sin sangre (ep 1)
*¬*
me encanto
espero conti >wo
me encanto
espero conti >wo
Meidara- Mensajes : 1529
Fecha de inscripción : 01/08/2011
Edad : 26
Localización : En una escuela militarisada tratando de ser inmadura de nuevo e.e
Personaje Favorito : shouji miketsukami-kun, ririchiyo shirakiin, sebastian michaelis, ciel phantomhive, alois trancy, claude faustus, soul eater, maka, miharu, yoite, miku hatsune rin kagamine, len kagamine, grell suctcliff, ronald knox, will T. spears, undertaker, Alemania, Italia, España, Romano, Japon, China
Re: La flor que renace sin sangre (ep 1)
Me gusto, espero leer el proximo capitulo lo esperare muy ansiosa :3
Besitos, Sayo :D
Besitos, Sayo :D
teffa_katsu- Mensajes : 122
Fecha de inscripción : 01/08/2011
Edad : 29
Localización : Por alli, en las calles del infierno buscando a mi alma robada por...el demonio de sonrisa encantadora
Personaje Favorito : DEIDARA, Sasuke, Itachi, Kakashi, Naruto, Hidan, Pain, Zero, Kaname, Aidou, TAKUMA ICHIJOU *-*, L, Light, Rin Okumura, Yukio Okumura, SEBASTIAN MICHAELIS, Ciel, Claude, Alois, GRELL *----------*
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