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[Fanfic de CDM]"La Leyenda de Inglaterra cobra vida en Francia"[Capitulo 6; Final][Fanfic de CDM]
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[Fanfic de CDM]"La Leyenda de Inglaterra cobra vida en Francia"[Capitulo 6; Final][Fanfic de CDM]
Bueno; al fin salio el capi...
Gomen..., estuve falta de inspiracion y por eso no salio antes...
Este es el ultimo cap. Ojala hayan disfrutado este fiic tanto como yo...
Sin mas; me despido pero...
Pueden seguir mas de mi con mi otro fic; "El Dulce Veneno de tus Besos"...
Disfruten la Lectura...
La Leyenda de Inglaterra cobra vida en Francia
Yo te amo, Marcuss
Capitulo 6
Bueno; esto nos trae de nuevo aquí ¿no?- Le dije al sujeto uniformado que custodia mi celda.
-¿Es todo?- Pregunto con el tono serio.
-Sí, es todo.
Ahora sabe la razón por la cual estoy aquí, aunque mis crímenes ya los conocía. Usted no tenía conocimiento de cómo sucedió todo o ¿me equivoco?- Lance la pregunta esperando una respuesta.
-No, no te equivocas 1123- Contesto.
-¿1123?; le agradecería que no me llame como un animal u objeto. Me llamo Marcuss Vanhollen y así debería llamarme; me molestan los apodos ¿lo sabía?- Le mencione.
-Bien, ese es tu nombre pero aquí este es tu código; es el nombre con el cual se te conoce en la prisión y ante el código penal. Pero puedo llamarte por tu nombre verdadero; te he conocido desde el primer día e incluso desde tu arresto- Agrego con un poco de amabilidad antes de que se escuchasen sus pasos acercándose; me medicaría eso era seguro de otra forma no se me acercaría. Se acerco, escuche la cerradura de mi máscara de hierro ser abierta y me asuste inmediatamente.
-Pero ¿¡Que carajos hace!?- Le grite entre el pánico y el placer; estando consciente de lo que haría tan pronto pudiese ver la celda a mi alrededor podría liberarme con completa facilidad.
-Shhh, se despertaran- Fue su respuesta y se me helo la piel con rapidez pero que podía hacer yo, él estaba loco realmente porque ¿a quién carajos se le pudiera ocurrir liberar al asesino más peligroso que se haya conocido?; trate de controlarme evitando escucharlos a ellos. Mis consejeros internos que me platicaban y mantenían sin cordura a fin de acabar con todos a mi alrededor cuando estuviese libre. De inmediato todo dentro de mí comenzó a encenderse de nuevo pero no podía dejarlo salir, no de nuevo; su mirada aun dolía con solo recordarla y en segundos me tranquilice a tal punto que estaba tarareando una canción infantil. Si, la misma del campamento pero esta vez estaba delirando al hacerlo.
-Tic toc tic toc Se les está acabando el tiempo… Tic toc tic toc Todos morirán…Tic toc tic toc Tu no podrás hacer nada Tic toc tic toc Todo será tu culpa... Tic toc tic toc Al fin seré feliz tic toc tic… toc.- Concluí esa última frase y reí un poco en voz baja y suspire. No me di cuenta el momento en el cual él había terminado aunque dejo aquel casco metálico en mi cabeza y supuse que solo me hizo una broma y respire tranquilo sabiendo que no volvería a ver esa mirada aterrada de ella de nuevo. Segundos transcurrieron antes de escuchar que la puerta de la celda era abierta pero aun no era la hora de que alguien entrase; he estado tanto tiempo aquí que se con completa veracidad la hora, el día y la fecha. El tiempo pasa muy lento cuando se está encerrado; ya han pasado dos años desde aquel día y además hoy es 16 de octubre así que han pasado dos años exactamente desde mi encierro pero... Algo me saca de mis pensamientos; una sensación de calidez eriza cada vello de mi cuerpo ¿no puede ser ella?
Es imposible que sea ella pero sus labios son los únicos que pueden hacerme sentir tan insignificante en este decadente sistema mundial. Dulce veneno desprendían sus labios a la vez que sacaba el hierro de mi cabeza con la sutileza de una doncella; en segundos pude abrir mis ojos lentamente y la luz resultaba dolorosa, mis pupilas habían pasado tanto en la oscuridad que el dilatado de estas era mayor al que normalmente se percibe. Ansiaba ver su rostro después de sentir ese delicado aroma que desprendía su piel; sentí como se sentaba en mis piernas sin temor alguno de lo que pasara después. Aquella sensación la había anhelado tanto que deseaba que el tiempo se detuviese para no separarme de su lado nunca más pero esa decisión no la podía tomar yo sino el destino; en segundos separo sus dulces labios de los míos acariciándome las mejillas con la misma delicadeza que ese momento en el cual nos escapamos de clases. Bueno yo me escape y ella solo fue a buscarme; corrimos y nos escondimos del profesor de historia en los vestidores y a pesar de lo peligrosa de la situación pasamos por alto ese pequeño detalle; estábamos demasiado cerca y al darnos cuenta terminamos el uno en brazos del otro en interminables segundos que pedia a gritos no acabasen jamás. Pero ese recuerdo vive ahora; en mi memoria.
-Los años han pasado, Marcuss- Dijo ella e instantáneamente reconocí su voz a pesar que aun no podía verle; una sonrisa se dibujo en mi rostro. Era ella, la musa que había amado con tal fuerza que pensé arrancarla del mundo en esos últimos minutos solo para que otro no fuese a tocarle o si quiera mirarle. Ella me pertenecía aun si se negaba la obligaría a permanecer a mi lado; seria mía quisiera o no. Pero esa egoísta forma de pensar desapareció cuando sentí en carne propia su dolor; solo ver esa mirada aterrorizada al final del aula fue más que suficiente para saber lo que sentía por ella, un sentimiento tan grande que no me cavia en el pecho y mucho menos llevarlo conmigo oculto de su vista. Esa fue la razón por la cual no acabe con sus días aquella tarde tan memorial.
-¿Qué haces aquí?- Pregunte cortando todo lazo que nos uniese; lo que menos deseaba era hacerla llorar de nuevo aun si la perdía, de nuevo.
-Vine a verte o ¿Qué creías?- Respondio muy segura y eso resultaba muy relajante aunque la duda flotaba en mi cabeza; esto podía ser un sueño producto de las grandes cantidades de drogas que me suministran para sedarme.
-¿Hablas en serio?- Pregunte con un poco de sarcasmo.
-Por supuesto que lo digo en serio ¿Por qué lo dudas?- Contesto ella con su dulce voz angelical.
-Bueno... Quien podría venir a visitarme después de que ase...- Sus labios frenaron a los míos sin dejarme terminar lo que decía; no podía oponer resistencia debido a lo inmovilizado que me encontraba pero aunque estuviese libre de mis ataduras, no me negaría a ella. Quedándome sumiso ante aquel ángel tierno que iluminaba mi vida. Yo, yo alguna vez fui un ángel inocente como lo es ella pero yo perdí mis alas y no pude regresar a las nubes. Entre en pánico y mi..., mi hermano pago las consecuencias de mi. No recuerdo nada de mi infancia excepto vagos recuerdos de la primaria y de los que alguna vez fueron mis amigos o al menos mientras seguían con vida. Cada roce con su piel era tan fascinante que mi mente volaba como si se separase de mi cuerpo; ese delicado apretar de sus labios me hacia sonreír como un niño, la inocencia que estaba atrapada y confinada a lo más profundo de mi ser podía salir con solo ver sus ojos. Pero como siempre la burbuja de ilusiones explotaba lanzándome bruscamente a la cruda realidad; sus labios se separaron lentamente de los míos con la misma sutileza que sus manos sujetaban mi rostro.
-...- Un silencio de su parte inundo la habitación unos segundos más -¿Por qué no abres los ojos?- Pregunto con la misma inocencia de siempre.
-No puedo... la luz, me lastima...- No quería que ella lo supiese pero no podía abrir mis ojos al menos no por el momento; tendrían que esperar a que pasaran varios minutos hasta que pudiese percibir la cegadora luz de la lámpara que del techo cuelga. Resultaba insoportable el no poder verla cuando más lo deseaba pero por más que intente ocultarlo ella se dio cuenta.
-¿Sucede algo?- Pregunto con dulzura sacándome de mis pensamientos pero no pude responder su pregunta y guarde silencio esperando que lo obviase. –No importa eso ahora ¿vale?; además hay algo que podemos hacer sin siquiera vernos- Añadió con un poco de... ¿sensualidad?; tal vez esa es la palabra correcta pero en ese momento estaba bajo su encanto sin igual que percatarme de ese tipo de detalles era casi imposible. No dije nada solo una vaga sonrisa se dibujo en mi rostro o eso creo que sucedió. Por primera vez sentí paz interior, una sensación única pero esta fue eclipsada al momento que sus labios tocaron los míos de nuevo; un dulce veneno infectaba mis venas en ese instante donde mi mundo paso a segundo plano. Ella vale más que cualquier cosa, incluso más que mi vida. Mi mente comenzó a divagar haciéndome recordar aquella escapada de clases.
Era más de mediodía y la siguiente clase seria historia contemporánea; moriría sino me la saltaba antes. Espere el momento correcto cuando todos regresaban a sus aulas a esperar al profesor o profesora que les tocara. Yo camine como un niño hasta el patio; libre de esa tortuosa clase, al fin era libre. Camine sereno y me tumbe en el césped a disfrutar la brisa pero alguien interrumpió mi momento de relajación; cuando abrí mis ojos la vi. Radiante y hermosa como el primer día; me dijo que debía regresar a clases pero yo no quise ir y las cosas se complicaron cuando vi al profesor salir al patio. La cogí del brazo y la lleve a cuestas conmigo; ella no opuso resistencia. Reíamos mientras corríamos evadiendo al profesor de historia y era tan divertido que no nos dimos cuenta de en donde nos metimos. Terminamos en los vestidores; ella entro primero y estaba contra la pared, yo estaba contra la puerta y frente a ella. Ninguno decía nada; esperábamos que no nos encontrasen o estaríamos en grandes problemas. Los minutos pasaban con lentitud mientras aguardábamos callados para que no diesen con nosotros; de un momento a otro ella me sujeto el rostro con ambas manos girándome la mirada a sus ojos, esos ojos verdes esmeralda que me enloquecían y aun lo hacen. Acerco mi rostro al suyo y ese roce de sus labios con los míos me erizaba el cuerpo entero; sus besos no se comparan con nada y jamás tendrán comparación. ¿Cómo era posible? Esa pregunta no tiene respuesta lógica, no para mí. Solo estoy seguro que algún día saldré de aquí y estaremos juntos; sin barreras ni fronteras que nos opriman. El espacio era tan reducido e incomodo que a duras penas podíamos movernos; entre risas ahogadas con besos evitábamos no hacer demasiado ruido sino estábamos acabados. El profesor entro y nos congelamos en esa incomoda y comprometedora posición. Ella estaba apoyada de mi pierna; con una pierna a cada lado y la temperatura iba subiendo sin parar. Estaba contra la pared y mientras el profesor revisaba con detalle el sitio, las manos de ella no estaban quietas; comenzó a bajar la cremallera de mi chamarra con lentitud para evitar los ruidos. Al terminar prosiguió con mis pantalones; si, sucedió lo que creen y fue lo más increíble de toda mi vida a pesar del incomodo sitio en donde se dio el momento. El profesor salió cerrando la puerta con él; espere un par de minutos antes de abrir la puerta y recorrer el sitio con la vista. Se había ido y solté el aire que tenia contenido; ella me jalo del cuello de mi camiseta regresándome al vestidor y cerrando la puerta de este. Me tenía en completa sumisión y, sucedió lo que debía suceder pero no quiero entrar en detalles; esa experiencia permanecerá en mi memoria y es parte de mis secretos pero puedo mencionarles uno que otro detalle. No sé cuanto paso pero en segundos nos despojamos de nuestra ropa; jamás había visto a una chica quitarse el sujetador con tanta rapidez en un espacio tan reducido como ese. No sé cómo pude bajarme los pantalones y cargarle en tan estrecho lugar; solo Dios sabe la flexibilidad contorsionante que desarrollamos esa mañana al escaparnos de clase y escondernos ahí y... hacer eso. Solo recordar su mirada llena de ternura puesta en mi; solo imaginaba como reaccionaria cuando ejecutara a todos en el instituto. Esperaba su odio y repulsión en esa tarde. Cada dulce gemido que salía de sus labios ahogados con mis besos; el miedo de que nos encontrasen haciendo “eso” solo lo hacía más tentador y me incitaba a seguir. Lo que hicimos estaba prohibido, y esa restricción le dio cierto grado de provocación a la situación. El sudor que recorría su cuerpo bajando lentamente por su piel. Sus manos jugaban con mi cabello y los piercing que había perforado en mi lengua jugaban con la suya; aquel momento esta atesorado en mi memoria y ahí se quedara, para siempre. Sensaciones sin comparación alguna; ese lento y delicado movimiento de sus caderas contra mi cuerpo me encendía segundo a segundo. Cada minuto se hizo eterno a su lado.
Estando encerrado en esta celda jamás imagine que ella vendría a mí y mucho menos hacer lo que hacía; se había sentado en mis piernas pero no como una “inocente niñita”. Con una pierna a cada lado de mi cuerpo y; si, su entre pierna sobre la mía y eso me agradaba. En un instante separo sus labios de los míos y quise alcanzarla de nuevo; no quería que terminara tan pronto y ahí pude abrir mis ojos de nuevo. La vi con detalle y lucia tan hermosa como la última vez que la vi. Esos ojos esmeraldas, ese rostro angelical, su sonrisa sin comparación; su cabello cayendo a cada lado de su rostro con delicadeza. Me perdí en su sonrisa y en sus hermosos ojos; tantos años esperando verlos de nuevo. Ella acerco su rostro al mío y volvió a besarme pero ahora era diferente; no era dulce e inocente sino apasionado y sin frenos. Pude disfrutar ese beso cada milésima de segundo que transcurrió. A su lado el tiempo me vale muy poco; ella es más importante que las insignificantes distracciones del mundo. Pero como siempre aquel momento debía terminar y me lanzaba a la cruda realidad de mí vivir.
-¿Cuándo volverás?- Le pregunte con una pizca de esperanza.
-... No lo sé, me escape de casa para venir hasta aquí.
Veras...- Hizo una breve pausa y eso me preocupaba ¿Qué le pasaba? –Mis padres se mudaron; a otro país- Añadió con tristeza –Escape ayer y tome el primer avión a Francia; te busque en todas las cárceles hasta que llegue aquí y tu nombre resonaba en las celda, se habla mucho de ti y de lo que hiciste para caer en este lugar –Agrego aun más triste y un poco melancólica, como si fuese a llorar en cualquier momento –Mis padres me reprendieron cuando les dije...- Hizo otra pausa mientras las lagrimas recorrían sus mejillas; aquel momento vino a mi entre cortado. Ella sufría, y era mi culpa. En la puerta de mi celda una silueta juvenil se hizo presente; un muchacho de ojos café con una expresión de tristeza en su rostro, su ropa estaba rasgada y ensangrentada, su cabello castaño estaba todo revuelto y con algo de polvo. Sus manos y pies estaban sujetos con grilletes y estos a cadenas con grandes bloques en los extremos. Abrió un poco su boca soltando un ligero suspiro.
-¿Qué miras?- Me pregunto Lynn; yo no la escuche -¿Qué miras? Marcuss- Pregunto de nuevo.
-Ahí, detrás de ti. En la puerta hay alguien- Le respondí sin sacar mi mirada de aquel sujeto.
-Eh...- Volteo aun sentada en mis piernas pero, ella no pudo verlo y regreso su mirada a mí un poco desconcertada.
-¿Lo viste?- Le pregunte a Lynn quien desvió su mirada al suelo.
-No..., no quiero pensar lo que todos- Susurraba.
-¿De qué hablas?- Le pregunte.
-Todos dicen lo mismo- Respondio.
-¿Qué dicen? ¿De qué hablas?- Volví a preguntarle.
-Todos dicen que estás loco- Contestó subiendo el tono de su voz y dejando las lagrimas salir. Me devaste al escucharla; aquel muchacho seguía parado en la puerta y llevando sus manos a los botones de su camiseta comenzó a desabotonarlos con lentitud; cuando termino pude ver lo que levantaba su camiseta. Un cuchillo de cocina estaba clavado en su corazón; en el esternón para ser más preciso. Le acariciaba con lentitud; sonrió de una manera que me hizo temer.
-¿Me recuerdas?... Marcuss- Me pregunto; su voz resonaba en mi celda.
-No... Pero, ¿Por qué te pareces a mi?- Le pregunte al extraño muchacho.
-Ja ja, aun no te has dado cuenta... – Rio un poco.
-...- Yo permanecí en silencio.
-Yo... soy tu hermano- Soltó esas palabras que se me clavaron en el cuerpo de inmediato. –Tú me asesinaste con este mismo cuchillo ¿lo recuerdas?- Pregunto con una pizca de nostalgia. Yo asentí con la cabeza. –Estas cadenas me oprimen desde esa mañana; yo te adoraba Marcuss, eras mi hermanito ¿Por qué me asesinaste?- Preguntaba esperando la respuesta de su prematuro final pro no pude decirle nada. Su mirada suplicaba la respuesta.
-Pues... solo quería... probar tú... tú sangre- Una respuesta entre cortada que término con la mirada desconcertada de Lynn; en segundos se saco un revolver de debajo de la camiseta y me puso el cañón en la boca abrazándome con fuerza.
-Te amo, Marcuss. Por eso quiero estar contigo; para siempre y en la eternidad.
Perdóname- Apretó el gatillo y el sonido del disparo me ensordeció; la vida se me escapaba de las manos. En esos últimos segundos ella se puso el cañón en la sien y apretó el gatillo. Su cuerpo cayó al piso junto al arma homicida. La sangre se hizo presente humedeciendo su cabello; sus ojos veían a los míos y los míos a los suyos. Todo se oscureció y el dolor acabo.
La muerte; ese era mi triste final. Ella se fue conmigo al único lugar que nos esperaba; el otro lado. En donde las almas van a esperar ser juzgadas por sus pecados; iríamos al infierno por nuestros errores pero estaría con ella, por toda la eternidad y eso me basto para sonreír de nuevo. La vi venir a mi vestida de negro con el cabello suelto pero sus ojos ya no brillaban y lucia como un cadáver; que importaba el aspecto, ella es mi amada Lynn, no importa cómo se vea, ella es mi chica y estaremos juntos por toda la eternidad.
Porque ni la muerte nos separara; mi amada, mi niña y mi asesina. Por eso y más, yo te amo Lynn.
Ojala les haya gustado
¿Que opinan?
Gomen..., estuve falta de inspiracion y por eso no salio antes...
Este es el ultimo cap. Ojala hayan disfrutado este fiic tanto como yo...
Sin mas; me despido pero...
Pueden seguir mas de mi con mi otro fic; "El Dulce Veneno de tus Besos"...
Disfruten la Lectura...
La Leyenda de Inglaterra cobra vida en Francia
Yo te amo, Marcuss
Capitulo 6
Bueno; esto nos trae de nuevo aquí ¿no?- Le dije al sujeto uniformado que custodia mi celda.
-¿Es todo?- Pregunto con el tono serio.
-Sí, es todo.
Ahora sabe la razón por la cual estoy aquí, aunque mis crímenes ya los conocía. Usted no tenía conocimiento de cómo sucedió todo o ¿me equivoco?- Lance la pregunta esperando una respuesta.
-No, no te equivocas 1123- Contesto.
-¿1123?; le agradecería que no me llame como un animal u objeto. Me llamo Marcuss Vanhollen y así debería llamarme; me molestan los apodos ¿lo sabía?- Le mencione.
-Bien, ese es tu nombre pero aquí este es tu código; es el nombre con el cual se te conoce en la prisión y ante el código penal. Pero puedo llamarte por tu nombre verdadero; te he conocido desde el primer día e incluso desde tu arresto- Agrego con un poco de amabilidad antes de que se escuchasen sus pasos acercándose; me medicaría eso era seguro de otra forma no se me acercaría. Se acerco, escuche la cerradura de mi máscara de hierro ser abierta y me asuste inmediatamente.
-Pero ¿¡Que carajos hace!?- Le grite entre el pánico y el placer; estando consciente de lo que haría tan pronto pudiese ver la celda a mi alrededor podría liberarme con completa facilidad.
-Shhh, se despertaran- Fue su respuesta y se me helo la piel con rapidez pero que podía hacer yo, él estaba loco realmente porque ¿a quién carajos se le pudiera ocurrir liberar al asesino más peligroso que se haya conocido?; trate de controlarme evitando escucharlos a ellos. Mis consejeros internos que me platicaban y mantenían sin cordura a fin de acabar con todos a mi alrededor cuando estuviese libre. De inmediato todo dentro de mí comenzó a encenderse de nuevo pero no podía dejarlo salir, no de nuevo; su mirada aun dolía con solo recordarla y en segundos me tranquilice a tal punto que estaba tarareando una canción infantil. Si, la misma del campamento pero esta vez estaba delirando al hacerlo.
-Tic toc tic toc Se les está acabando el tiempo… Tic toc tic toc Todos morirán…Tic toc tic toc Tu no podrás hacer nada Tic toc tic toc Todo será tu culpa... Tic toc tic toc Al fin seré feliz tic toc tic… toc.- Concluí esa última frase y reí un poco en voz baja y suspire. No me di cuenta el momento en el cual él había terminado aunque dejo aquel casco metálico en mi cabeza y supuse que solo me hizo una broma y respire tranquilo sabiendo que no volvería a ver esa mirada aterrada de ella de nuevo. Segundos transcurrieron antes de escuchar que la puerta de la celda era abierta pero aun no era la hora de que alguien entrase; he estado tanto tiempo aquí que se con completa veracidad la hora, el día y la fecha. El tiempo pasa muy lento cuando se está encerrado; ya han pasado dos años desde aquel día y además hoy es 16 de octubre así que han pasado dos años exactamente desde mi encierro pero... Algo me saca de mis pensamientos; una sensación de calidez eriza cada vello de mi cuerpo ¿no puede ser ella?
Es imposible que sea ella pero sus labios son los únicos que pueden hacerme sentir tan insignificante en este decadente sistema mundial. Dulce veneno desprendían sus labios a la vez que sacaba el hierro de mi cabeza con la sutileza de una doncella; en segundos pude abrir mis ojos lentamente y la luz resultaba dolorosa, mis pupilas habían pasado tanto en la oscuridad que el dilatado de estas era mayor al que normalmente se percibe. Ansiaba ver su rostro después de sentir ese delicado aroma que desprendía su piel; sentí como se sentaba en mis piernas sin temor alguno de lo que pasara después. Aquella sensación la había anhelado tanto que deseaba que el tiempo se detuviese para no separarme de su lado nunca más pero esa decisión no la podía tomar yo sino el destino; en segundos separo sus dulces labios de los míos acariciándome las mejillas con la misma delicadeza que ese momento en el cual nos escapamos de clases. Bueno yo me escape y ella solo fue a buscarme; corrimos y nos escondimos del profesor de historia en los vestidores y a pesar de lo peligrosa de la situación pasamos por alto ese pequeño detalle; estábamos demasiado cerca y al darnos cuenta terminamos el uno en brazos del otro en interminables segundos que pedia a gritos no acabasen jamás. Pero ese recuerdo vive ahora; en mi memoria.
-Los años han pasado, Marcuss- Dijo ella e instantáneamente reconocí su voz a pesar que aun no podía verle; una sonrisa se dibujo en mi rostro. Era ella, la musa que había amado con tal fuerza que pensé arrancarla del mundo en esos últimos minutos solo para que otro no fuese a tocarle o si quiera mirarle. Ella me pertenecía aun si se negaba la obligaría a permanecer a mi lado; seria mía quisiera o no. Pero esa egoísta forma de pensar desapareció cuando sentí en carne propia su dolor; solo ver esa mirada aterrorizada al final del aula fue más que suficiente para saber lo que sentía por ella, un sentimiento tan grande que no me cavia en el pecho y mucho menos llevarlo conmigo oculto de su vista. Esa fue la razón por la cual no acabe con sus días aquella tarde tan memorial.
-¿Qué haces aquí?- Pregunte cortando todo lazo que nos uniese; lo que menos deseaba era hacerla llorar de nuevo aun si la perdía, de nuevo.
-Vine a verte o ¿Qué creías?- Respondio muy segura y eso resultaba muy relajante aunque la duda flotaba en mi cabeza; esto podía ser un sueño producto de las grandes cantidades de drogas que me suministran para sedarme.
-¿Hablas en serio?- Pregunte con un poco de sarcasmo.
-Por supuesto que lo digo en serio ¿Por qué lo dudas?- Contesto ella con su dulce voz angelical.
-Bueno... Quien podría venir a visitarme después de que ase...- Sus labios frenaron a los míos sin dejarme terminar lo que decía; no podía oponer resistencia debido a lo inmovilizado que me encontraba pero aunque estuviese libre de mis ataduras, no me negaría a ella. Quedándome sumiso ante aquel ángel tierno que iluminaba mi vida. Yo, yo alguna vez fui un ángel inocente como lo es ella pero yo perdí mis alas y no pude regresar a las nubes. Entre en pánico y mi..., mi hermano pago las consecuencias de mi. No recuerdo nada de mi infancia excepto vagos recuerdos de la primaria y de los que alguna vez fueron mis amigos o al menos mientras seguían con vida. Cada roce con su piel era tan fascinante que mi mente volaba como si se separase de mi cuerpo; ese delicado apretar de sus labios me hacia sonreír como un niño, la inocencia que estaba atrapada y confinada a lo más profundo de mi ser podía salir con solo ver sus ojos. Pero como siempre la burbuja de ilusiones explotaba lanzándome bruscamente a la cruda realidad; sus labios se separaron lentamente de los míos con la misma sutileza que sus manos sujetaban mi rostro.
-...- Un silencio de su parte inundo la habitación unos segundos más -¿Por qué no abres los ojos?- Pregunto con la misma inocencia de siempre.
-No puedo... la luz, me lastima...- No quería que ella lo supiese pero no podía abrir mis ojos al menos no por el momento; tendrían que esperar a que pasaran varios minutos hasta que pudiese percibir la cegadora luz de la lámpara que del techo cuelga. Resultaba insoportable el no poder verla cuando más lo deseaba pero por más que intente ocultarlo ella se dio cuenta.
-¿Sucede algo?- Pregunto con dulzura sacándome de mis pensamientos pero no pude responder su pregunta y guarde silencio esperando que lo obviase. –No importa eso ahora ¿vale?; además hay algo que podemos hacer sin siquiera vernos- Añadió con un poco de... ¿sensualidad?; tal vez esa es la palabra correcta pero en ese momento estaba bajo su encanto sin igual que percatarme de ese tipo de detalles era casi imposible. No dije nada solo una vaga sonrisa se dibujo en mi rostro o eso creo que sucedió. Por primera vez sentí paz interior, una sensación única pero esta fue eclipsada al momento que sus labios tocaron los míos de nuevo; un dulce veneno infectaba mis venas en ese instante donde mi mundo paso a segundo plano. Ella vale más que cualquier cosa, incluso más que mi vida. Mi mente comenzó a divagar haciéndome recordar aquella escapada de clases.
Era más de mediodía y la siguiente clase seria historia contemporánea; moriría sino me la saltaba antes. Espere el momento correcto cuando todos regresaban a sus aulas a esperar al profesor o profesora que les tocara. Yo camine como un niño hasta el patio; libre de esa tortuosa clase, al fin era libre. Camine sereno y me tumbe en el césped a disfrutar la brisa pero alguien interrumpió mi momento de relajación; cuando abrí mis ojos la vi. Radiante y hermosa como el primer día; me dijo que debía regresar a clases pero yo no quise ir y las cosas se complicaron cuando vi al profesor salir al patio. La cogí del brazo y la lleve a cuestas conmigo; ella no opuso resistencia. Reíamos mientras corríamos evadiendo al profesor de historia y era tan divertido que no nos dimos cuenta de en donde nos metimos. Terminamos en los vestidores; ella entro primero y estaba contra la pared, yo estaba contra la puerta y frente a ella. Ninguno decía nada; esperábamos que no nos encontrasen o estaríamos en grandes problemas. Los minutos pasaban con lentitud mientras aguardábamos callados para que no diesen con nosotros; de un momento a otro ella me sujeto el rostro con ambas manos girándome la mirada a sus ojos, esos ojos verdes esmeralda que me enloquecían y aun lo hacen. Acerco mi rostro al suyo y ese roce de sus labios con los míos me erizaba el cuerpo entero; sus besos no se comparan con nada y jamás tendrán comparación. ¿Cómo era posible? Esa pregunta no tiene respuesta lógica, no para mí. Solo estoy seguro que algún día saldré de aquí y estaremos juntos; sin barreras ni fronteras que nos opriman. El espacio era tan reducido e incomodo que a duras penas podíamos movernos; entre risas ahogadas con besos evitábamos no hacer demasiado ruido sino estábamos acabados. El profesor entro y nos congelamos en esa incomoda y comprometedora posición. Ella estaba apoyada de mi pierna; con una pierna a cada lado y la temperatura iba subiendo sin parar. Estaba contra la pared y mientras el profesor revisaba con detalle el sitio, las manos de ella no estaban quietas; comenzó a bajar la cremallera de mi chamarra con lentitud para evitar los ruidos. Al terminar prosiguió con mis pantalones; si, sucedió lo que creen y fue lo más increíble de toda mi vida a pesar del incomodo sitio en donde se dio el momento. El profesor salió cerrando la puerta con él; espere un par de minutos antes de abrir la puerta y recorrer el sitio con la vista. Se había ido y solté el aire que tenia contenido; ella me jalo del cuello de mi camiseta regresándome al vestidor y cerrando la puerta de este. Me tenía en completa sumisión y, sucedió lo que debía suceder pero no quiero entrar en detalles; esa experiencia permanecerá en mi memoria y es parte de mis secretos pero puedo mencionarles uno que otro detalle. No sé cuanto paso pero en segundos nos despojamos de nuestra ropa; jamás había visto a una chica quitarse el sujetador con tanta rapidez en un espacio tan reducido como ese. No sé cómo pude bajarme los pantalones y cargarle en tan estrecho lugar; solo Dios sabe la flexibilidad contorsionante que desarrollamos esa mañana al escaparnos de clase y escondernos ahí y... hacer eso. Solo recordar su mirada llena de ternura puesta en mi; solo imaginaba como reaccionaria cuando ejecutara a todos en el instituto. Esperaba su odio y repulsión en esa tarde. Cada dulce gemido que salía de sus labios ahogados con mis besos; el miedo de que nos encontrasen haciendo “eso” solo lo hacía más tentador y me incitaba a seguir. Lo que hicimos estaba prohibido, y esa restricción le dio cierto grado de provocación a la situación. El sudor que recorría su cuerpo bajando lentamente por su piel. Sus manos jugaban con mi cabello y los piercing que había perforado en mi lengua jugaban con la suya; aquel momento esta atesorado en mi memoria y ahí se quedara, para siempre. Sensaciones sin comparación alguna; ese lento y delicado movimiento de sus caderas contra mi cuerpo me encendía segundo a segundo. Cada minuto se hizo eterno a su lado.
Estando encerrado en esta celda jamás imagine que ella vendría a mí y mucho menos hacer lo que hacía; se había sentado en mis piernas pero no como una “inocente niñita”. Con una pierna a cada lado de mi cuerpo y; si, su entre pierna sobre la mía y eso me agradaba. En un instante separo sus labios de los míos y quise alcanzarla de nuevo; no quería que terminara tan pronto y ahí pude abrir mis ojos de nuevo. La vi con detalle y lucia tan hermosa como la última vez que la vi. Esos ojos esmeraldas, ese rostro angelical, su sonrisa sin comparación; su cabello cayendo a cada lado de su rostro con delicadeza. Me perdí en su sonrisa y en sus hermosos ojos; tantos años esperando verlos de nuevo. Ella acerco su rostro al mío y volvió a besarme pero ahora era diferente; no era dulce e inocente sino apasionado y sin frenos. Pude disfrutar ese beso cada milésima de segundo que transcurrió. A su lado el tiempo me vale muy poco; ella es más importante que las insignificantes distracciones del mundo. Pero como siempre aquel momento debía terminar y me lanzaba a la cruda realidad de mí vivir.
-¿Cuándo volverás?- Le pregunte con una pizca de esperanza.
-... No lo sé, me escape de casa para venir hasta aquí.
Veras...- Hizo una breve pausa y eso me preocupaba ¿Qué le pasaba? –Mis padres se mudaron; a otro país- Añadió con tristeza –Escape ayer y tome el primer avión a Francia; te busque en todas las cárceles hasta que llegue aquí y tu nombre resonaba en las celda, se habla mucho de ti y de lo que hiciste para caer en este lugar –Agrego aun más triste y un poco melancólica, como si fuese a llorar en cualquier momento –Mis padres me reprendieron cuando les dije...- Hizo otra pausa mientras las lagrimas recorrían sus mejillas; aquel momento vino a mi entre cortado. Ella sufría, y era mi culpa. En la puerta de mi celda una silueta juvenil se hizo presente; un muchacho de ojos café con una expresión de tristeza en su rostro, su ropa estaba rasgada y ensangrentada, su cabello castaño estaba todo revuelto y con algo de polvo. Sus manos y pies estaban sujetos con grilletes y estos a cadenas con grandes bloques en los extremos. Abrió un poco su boca soltando un ligero suspiro.
-¿Qué miras?- Me pregunto Lynn; yo no la escuche -¿Qué miras? Marcuss- Pregunto de nuevo.
-Ahí, detrás de ti. En la puerta hay alguien- Le respondí sin sacar mi mirada de aquel sujeto.
-Eh...- Volteo aun sentada en mis piernas pero, ella no pudo verlo y regreso su mirada a mí un poco desconcertada.
-¿Lo viste?- Le pregunte a Lynn quien desvió su mirada al suelo.
-No..., no quiero pensar lo que todos- Susurraba.
-¿De qué hablas?- Le pregunte.
-Todos dicen lo mismo- Respondio.
-¿Qué dicen? ¿De qué hablas?- Volví a preguntarle.
-Todos dicen que estás loco- Contestó subiendo el tono de su voz y dejando las lagrimas salir. Me devaste al escucharla; aquel muchacho seguía parado en la puerta y llevando sus manos a los botones de su camiseta comenzó a desabotonarlos con lentitud; cuando termino pude ver lo que levantaba su camiseta. Un cuchillo de cocina estaba clavado en su corazón; en el esternón para ser más preciso. Le acariciaba con lentitud; sonrió de una manera que me hizo temer.
-¿Me recuerdas?... Marcuss- Me pregunto; su voz resonaba en mi celda.
-No... Pero, ¿Por qué te pareces a mi?- Le pregunte al extraño muchacho.
-Ja ja, aun no te has dado cuenta... – Rio un poco.
-...- Yo permanecí en silencio.
-Yo... soy tu hermano- Soltó esas palabras que se me clavaron en el cuerpo de inmediato. –Tú me asesinaste con este mismo cuchillo ¿lo recuerdas?- Pregunto con una pizca de nostalgia. Yo asentí con la cabeza. –Estas cadenas me oprimen desde esa mañana; yo te adoraba Marcuss, eras mi hermanito ¿Por qué me asesinaste?- Preguntaba esperando la respuesta de su prematuro final pro no pude decirle nada. Su mirada suplicaba la respuesta.
-Pues... solo quería... probar tú... tú sangre- Una respuesta entre cortada que término con la mirada desconcertada de Lynn; en segundos se saco un revolver de debajo de la camiseta y me puso el cañón en la boca abrazándome con fuerza.
-Te amo, Marcuss. Por eso quiero estar contigo; para siempre y en la eternidad.
Perdóname- Apretó el gatillo y el sonido del disparo me ensordeció; la vida se me escapaba de las manos. En esos últimos segundos ella se puso el cañón en la sien y apretó el gatillo. Su cuerpo cayó al piso junto al arma homicida. La sangre se hizo presente humedeciendo su cabello; sus ojos veían a los míos y los míos a los suyos. Todo se oscureció y el dolor acabo.
La muerte; ese era mi triste final. Ella se fue conmigo al único lugar que nos esperaba; el otro lado. En donde las almas van a esperar ser juzgadas por sus pecados; iríamos al infierno por nuestros errores pero estaría con ella, por toda la eternidad y eso me basto para sonreír de nuevo. La vi venir a mi vestida de negro con el cabello suelto pero sus ojos ya no brillaban y lucia como un cadáver; que importaba el aspecto, ella es mi amada Lynn, no importa cómo se vea, ella es mi chica y estaremos juntos por toda la eternidad.
Porque ni la muerte nos separara; mi amada, mi niña y mi asesina. Por eso y más, yo te amo Lynn.
Ojala les haya gustado
¿Que opinan?
Keyla.B.B- Mensajes : 50
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Personaje Favorito : L Lawliet y Beyond Birthday (no puedo decidirme, ambos me encantan...)
Re: [Fanfic de CDM]"La Leyenda de Inglaterra cobra vida en Francia"[Capitulo 6; Final][Fanfic de CDM]
Triste, triste final.
Su hermano al final se le presento para cuestionarle el porque su muerte, una respuesta simple y sencilla que no dara descanso a su alma, pero fue esa simple razón por lo cual lo hizo.
La muerte era lo único que la mantendría junto a ella, que cosas no? No quiso lastimarla, pero tampoco quería dejarla ir y fue ella quien tomo la decisión final de asi terminar por fin juntos.
Van camino a su juicio final, donde sabe que ninguno saldrá bien librado, pero también sabe que estará junto a ella para siempre.
Su hermano al final se le presento para cuestionarle el porque su muerte, una respuesta simple y sencilla que no dara descanso a su alma, pero fue esa simple razón por lo cual lo hizo.
La muerte era lo único que la mantendría junto a ella, que cosas no? No quiso lastimarla, pero tampoco quería dejarla ir y fue ella quien tomo la decisión final de asi terminar por fin juntos.
Van camino a su juicio final, donde sabe que ninguno saldrá bien librado, pero también sabe que estará junto a ella para siempre.
Re: [Fanfic de CDM]"La Leyenda de Inglaterra cobra vida en Francia"[Capitulo 6; Final][Fanfic de CDM]
Si, al final quedaron juntos..., por toda la eternidad...
Su destino en vida seria estar lejos el uno del otro; pero despues de la muerte podrian estar juntos, juntos para siempre...
Al final, me gusto como termino..., aunque me costo escribirlo.
Su destino en vida seria estar lejos el uno del otro; pero despues de la muerte podrian estar juntos, juntos para siempre...
Al final, me gusto como termino..., aunque me costo escribirlo.
Keyla.B.B- Mensajes : 50
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