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Azalea, Flor Del Desierto (Entre El Amor Y El Odio) CAPÍTULO 20
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Azalea, Flor Del Desierto (Entre El Amor Y El Odio) CAPÍTULO 20
"Apartarme De Tu Lado"
PARTE 2
Azalea estaba metida en la bañera de agua caliente y espuma aromatizada, relajándose de la tensión acumulada mientras que Kupó y Mog le frotaban el cabello con jabón de flores.
AZALEA: No puedo creer que todavía haya gente aliada con Cian.
KUPÓ: De nuevo estamos en peligro, kupó.
MOG: Quisiera regresar a la tranquilidad que habita en nuestra Ciudad Krystán.
KUPÓ: Yo también, kupó.
AZALEA: No os asustéis, pues Cian no posee poderes mágicos. Y este reino está lleno de soldados y guardias que nos protegerán de cualquier ataque.
MOG: Pintas la escena con demasiada calma y serenidad.
AZALEA: Si la magia no está involucrada en ninguna circunstancia, todo irá bien.
KUPÓ: Ojalá sea así, kupó.
Tras aclararse el cabello, la princesa salió de la bañera y se puso el suave albornoz.
No tenía miedo de las inminentes batallas entre ellos y sus enemigos. Más bien tenía miedo de la batalla en la que estaban sometidos su corazón y su mente.
Esa era una guerra difícil de luchar sin que nadie saliera herido. Y por más que pensaba y meditaba, no lograba aclarar sus confusiones.
Salió a la terraza y observó el anochecer.
¿De qué serviría aclararse si Falon ya había decidido salir de su vida?
Y en cuanto a Challen…
De pronto, vislumbró algo que se movía entre los árboles que quedaban más allá del muro que rodeaba a los jardines.
Los soldados que estaban postrados en ese mismo muro parecían no darse cuenta.
Agitó la mano para llamar sus atenciones pero fue en vano.
Las mascotas volaron hasta ella mientras miraban hacia el bosque.
KUPÓ: ¿Qué ocurre, kupó? ¿A quién saludas?
AZALEA: He visto algo entre los árboles de esa zona. (señalando)
MOG: ¿Quieres que echemos un vistazo?
AZALEA: Sí, pero con mucho cuidado.
En cuanto las mascotas se alejaron volando, Azalea entró en su habitación y se puso su vestido de dormir.
Se sentó frente al espejo del tocador y comenzó a cepillarse el cabello hasta que…
KUPÓ: ¡Azalea!
Ese grito lleno de angustia hizo que la chica lanzara el peine al suelo y saliera corriendo hacia la terraza.
Vio a Kupó y a Mog volando sobre los soldados mientras gritaban las palabras “intrusos” y “peligro”.
Entonces sus ojos se abrieron como platos cuando vio que de entre los árboles salía una catapulta que lanzaba una bola de fuego hacia el castillo, la cual explotó en el muro del jardín central.
De inmediato, el caos se desató en todo el reino; las mascotas regresaron a la habitación y se ocultaron bajo la almohada.
AZALEA: No os mováis de aquí.
Dicho eso, salió al pasillo y se topó con varios soldados que pronto le impidieron el paso.
SOLDADO: Alteza, no salgáis de la estancia.
AZALEA: Pero…
SOLDADO: Es por vuestra seguridad.
Una segunda explosión hizo retumbar el castillo y los soldados se alejaron corriendo.
En cuanto se quedó sola, Azalea aprovechó para ir por las escaleras traseras que llevaban a la cocina.
Al llegar vio a la cocinera y a las sirvientas escondidas bajo la mesa; por la puerta trasera medio abierta se colaba el denso humo de las explosiones.
La princesa se tapó la boca y la nariz con las manos y se dirigió hacia dicha puerta para abrirla y asomarse.
Se sorprendió al ver que hombres vestidos de negro saltaban el muro para enzarzarse en una batalla contra los soldados de Aion.
¿A qué se debía esta guerra? ¿Qué pretendía Cian?
Otra bola de fuego estalló cerca de ella y los cristales de algunos ventanales cayeron como lluvia sobre los soldados, hiriéndolos gravemente.
Al ver que un enemigo se acercaba a ella con la espada en alto, Azalea cerró la puerta y puso la tabla que servía cómo pestillo; arrastró una mesa y la colocó contra la misma, para evitar que entrasen los adversarios.
Sabía que la puerta sería derribada tarde o temprano, por lo que miró a la cocinera y a las sirvientas.
AZALEA: Venid conmigo.
COCINERA: ¿A-adónde, Alteza?
AZALEA: A un lugar más seguro.
Las asustadas mujeres salieron de debajo de la mesa y cruzaron el pasillo a toda velocidad tras la princesa, la cual las llevó a su propia habitación y cerró la puerta para luego dirigirse hacia la biblioteca, de dónde provenían gritos y golpes.
Al girar la esquina del pasillo pudo ver a dos hombres vestidos de negro sujetando a Lilly de los brazos mientras intentaban arrastrarla fuera de la biblioteca.
Impulsada por el miedo y la preocupación, Azalea no dudó en correr hacia los enemigos y empujar con todas sus fuerzas a uno de los dos, el cual cayó al suelo con una exclamación de sorpresa.
Dentro de la biblioteca estaban todos los estudiantes, incluidos los profesores, atemorizados y desesperados.
¿Dónde estaba Challen? ¿Quizá luchaba allá fuera?
LILLY: ¡Cuidado, Azalea!
Antes de que pudiera reaccionar, el enemigo que había caído al suelo la sujetó por detrás y la obligó a entrar en la biblioteca mientras que el otro se llevaba a Lilly.
AZALEA: ¡No! ¡¿Qué queréis de ella?! ¡Suéltame!
LILLY: ¡Azalea! ¡Azalea!
AZALEA: ¡Lilly!
Otra detonación provocó que una de las paredes de ese pasillo estallase en miles de pedruscos que cayeron sobre Lilly, sobre Azalea y sobre los dos hombres.
Los estudiantes gritaron de puro temor; Aika y Lenoic intentaron correr hacia sus dos amigas, pero otros hombres de negro les cortaron el paso con las espadas.
Azalea se sentía aturdida; la cabeza le daba vueltas y los oídos le zumbaban. Su boca sabía a tierra y el aire apenas le llegaba a los pulmones.
Pero su mente solo estaba enfocada en Lilly. Tenía que ayudarla antes de que se la llevasen…
Alzó un poco la cabeza y con la mirada borrosa localizó a cientos de piernas moverse de aquí para allá y espadas que relucían con la luz de los candelabros que colgaban de la poca pared que quedaba.
Intentó pronunciar el nombre de su amiga pero su voz se ahogó con la tos.
Unos pies enfundados en botas de buena calidad se acercaban a ella; quizá era un enemigo que había decidido asestarle el toque final.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------
Ver cómo una parte de la pared se derrumbaba sobre Azalea hizo que Falon derribase a tres de sus adversarios con la rapidez de un suspiro. Corrió hasta ella y la alzó en sus brazos para luego esquivar a los que aun combatían y seguir corriendo hacia el interior del castillo, en busca de un lugar seguro.
Mientras que Dalden y Challen se ocupaban de proteger a todos los que yacían dentro de la biblioteca, Falon podría esconder en alguna parte a Azalea para que así ningún enemigo pudiera hallarla.
Llegó hasta la torre más alta y se adentró en la abandonada habitación con cama y dosel; una capa de polvo cubría los bonitos muebles, las cortinas de la terraza estaban descoloridas.
La luz de la luna se filtraba por los ventanales y de lejos se oían los gritos de guerra y el entrechocar de las espadas.
Depositó con cuidado sobre la cama a la chica y la tocó por todas partes en busca de algún hueso roto.
Al fin ella pudo reaccionar y al ver a Falon, se incorporó de la cama para abrazarlo.
Él dudó unos instantes, pero sentirla temblar como una flor en el viento hizo que sus defensas se debilitasen y la abrazase también.
AZALEA: ¿Qué está pasando?
FALON: Parece ser que Cian no se ha conformado con traicionar a Zaebard.
AZALEA: El Oráculo desapareció. ¿Qué es lo que quiere ahora?
FALON: Quizá venganza.
Continuó abrazándola unos segundos más pero pronto la soltó para acercarse a la puerta.
FALON: Cierra con pestillo y no se te ocurra salir de aquí.
Por vez primera, Azalea no lo retuvo, tampoco dijo nada; quizá se debía al estado de shock en el que se encontraba debido a lo que estaba ocurriendo.
El príncipe tuvo el impulso de mirarla por última vez, y al verla tan perdida y temblorosa, sus sentimientos pudieron más que el orgullo y la rabia. Así que volvió hasta ella y la tomó entre sus brazos para después besarla con necesidad y desesperación.
Azalea sintió esa sensación ya familiar de seguridad y paz; hundió sus delicadas manos en el cabello del chico y le devolvió el beso con la misma intensidad.
Estaba claro que cuando Challen la besaba no sentía esa arrolladora pasión que le recorría el cuerpo en ese momento estando entre los brazos de Falon.
Sí, Challen le gustaba, se sentía bien a su lado, lo quería muchísimo, pero no era amor.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y apenas pudo apartar a Falon de su boca.
AZALEA: Espera…
FALON: ¿Por qué?
AZALEA: Yo…no me siento bien…
Dándose cuenta de que hacía tan solo unos minutos los escombros de una pared la habían medio enterrado, el príncipe se dio cuenta de que estaba actuando con egoísmo y despreocupación.
FALON: Lo siento. Júrame que no saldrás de aquí.
AZALEA: Pero los demás…
FALON: Júramelo, Azalea.
Cada vez que Falon la miraba con intensidad y protección, ella no podía negarse a nada.
AZALEA: Te lo juro.
Él asintió y salió de la pequeña estancia.
Azalea se levantó de la cama y cerró con pestillo para luego acercarse a los ventanales y mirar el paisaje que se admiraba desde esa altura.
Efectivamente era una de las torres más altas del castillo además de estar deshabitada. Pero en ese momento el paisaje no era precisamente bonito, ya que el humo de las explosiones y los gritos feroces de la guerra empañaban la noche con promesas oscuras.
La angustia y el temor se apoderaron de su mente, por lo que regresó a la cama y se abrazó a sí misma.
Solo le quedaba rezar por el bienestar de Falon y de todos los demás.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------
A Tedra le dolía el trasero por permanecer tantas horas sobre el caballo.
Llevaba cabalgando desde el atardecer, y bajo la oscura noche no era nada agradable andar por el bosque.
Luchaba por no quedarse dormida, los bostezos eran cada vez más seguidos; Shaner parecía cómodo y no se apreciaban signos de fatiga en su apuesto rostro.
De pronto, el guerrero detuvo al caballo y ella se vio obligada a detenerse también.
TEDRA: ¿Qué ocurre?
SHANER: Sssh.
La princesa arrugó las cejas al verlo poner atención a su alrededor; parecía una noche tranquila, pero era obvio que había algo que a ese hombre no le gustaba.
Los ojos se le cerraban y el cansancio le estaba ganando la partida.
Entonces Shaner saltó del animal al suelo y se acercó a ella para arrancarla de su montura, sorprendiéndola así.
TEDRA: ¿Qué haces?
SHANER: Algo no va bien.
La soltó y ató los caballos en el tronco de un árbol, luego la tomó de la mano y la arrastró hacia la espesura del bosque y volvió a sumirse en el silencio para poner atención de nuevo.
Tedra decidió aguzar los oídos y lo que el aire trajo le puso los pelos de punta; unos gritos desgarradores llegaban del sendero que conducía al reino de Aion.
Inconscientemente, se pegó más al cuerpo del guerrero.
TEDRA: ¿Qué crees que está sucediendo?
SHANER: Nada bueno.
Shaner era consciente del miedo que sentía la chica, pero peor se sentía él al pensar en el peligro que podían estar corriendo el rey y su familia. Y para complicación añadida, no podía actuar con rapidez ya que tenía a esa princesa bajo su cuidado.
¿Qué demonios debía hacer?
Una fuerte explosión provocó que Tedra soltase un grito y que Shaner se pusiera más nervioso de lo que ya estaba.
SHANER: Por todos los demonios…
Tiró de la chica y corrieron hacia el oeste del mismo bosque y así rodear el castillo para llegar a la parte trasera.
Pronto vieron columnas de humo negro que subían hasta el oscuro cielo; se podía oír perfectamente el sonido del acero al entrechocar y de los gritos de los hombres.
El terror y la angustia se adueñaron de Tedra, que se soltó de Shaner y corrió directamente hacia el peligro.
SHANER: ¡Princesa!
Fue tras ella y la detuvo del brazo para luego atraparla entre sus brazos, provocando que la chica patalease y le golpease el fuerte pecho con sus puños.
TEDRA: ¡Suéltame!
SHANER: ¡Calmaos!
TEDRA: ¡Allí está mi hermano! ¡Debo ayudarle! ¡Suéltame!
SHANER: ¡¿Qué podría hacer una princesa ante una maldita guerra?!
Esa pregunta cargada de furia logró inmovilizarla; pronto las lágrimas rodaron por sus cálidas mejillas, provocando que el joven capitán se sintiera desarmado, tal y como siempre le sucedía cuando la veía afligida.
Quiso secarle una lágrima pero el ruido del crujir de las hojas lo alertó y la obligó a correr de nuevo hasta situarse tras los altos arbustos.
Frente a ellos se alzaban tres catapultas que estaban siendo manejadas por seis hombres vestidos de negro.
¿Quiénes eran? ¿Y por qué atacaban al reino?
Por las voces que llegaban del castillo era obvio que había más enemigos luchando contra los soldados de Zaebard.
Maldita fuera…
La culpa recayó sobre Shaner como un mazazo de acero puro; si no se hubiera marchado del reino…ahora mismo podría estar protegiendo al rey y a su familia.
Sin mirar ni una sola vez a la joven que temblaba y sollozaba a su lado, sacó la espada y dijo:
SHANER: No os mováis de aquí hasta que yo os avise.
TEDRA: ¿Adónde vas? ¿Qué piensas hacer?
SHANER: Guardad silencio.
Dicho eso, bordeó los árboles que quedaban a espaldas de los atacantes y tras soltar un rugido salió con la espada en alto para enfrentarse a los seis adversarios él solo.
Tedra observó la escena con el corazón encogido.
Por todos los dioses… ¡Shaner se había vuelto loco!
Parecía que lo cegaba una furia intensa por la forma brutal en la que luchaba. Y no pudo evitar contener el aliento cuando uno de los enemigos le hirió en el brazo.
No quería seguir mirando, pero tampoco podía apartar la mirada por temor a que terminase gravemente herido o quizá muerto…
No, no, no. Eso no debía ocurrir.
Oyó pasos que se acercaban y trató de ocultarse más todavía, encogiéndose entre los arbustos.
Ojalá terminase pronto todo eso…
Deseaba estar en el refugio de su castillo en Ciudad Kan-is-Tra, con el arropo de sus padres… Deseaba que Falon estuviera a su lado, sano y salvo…
VOZ: Vaya, vaya, vaya.
Esa conocida voz obligó a la princesa a alzar la mirada para encontrarse con el caballero Cian, el cual la miraba con una maliciosa sonrisa.
CIAN: Mira a quién tenemos aquí.
TEDRA: ¿Pero qué…? ¿Tú no estabas encerrado en el calabozo? (asombrada)
CIAN: Exacto: “estaba”. ¿Qué hacéis aquí en medio del bosque a altas horas de la noche?
TEDRA: …
CIAN: Esperad, no respondáis. Estáis aquí a causa de ese maldito guerrero.
La cogió del brazo y la obligó a incorporarse para después llevarla hacia dónde estaban las catapultas.
Para amargura de Tedra, Shaner había sido vencido y arrodillado al suelo con la punta de una espada pegada a su cuello.
TEDRA: Shaner…
CIAN: No tan rápido, princesa. Hoy es mi día de suerte: tengo en mi poder a las dos personas que estropearon mis planes de apoderarme del Oráculo.
Tanto Shaner y como Tedra se sorprendieron al oír eso.
¿Acaso no viajaron al pasado para cambiar una pequeña parte del futuro? ¿Cómo era posible que Cian recordase aquél acontecimiento después de haber removido dicho futuro?
Adivinando sus pensamientos por las expresiones de sus rostros, Cian soltó una carcajada.
CIAN: ¿Creísteis que mi memoria fue borrada? Gracias al tiempo que estuve encerrado en ese maldito calabozo pude escuchar de boca de los guardias todos los chismes sobre el viaje en el tiempo junto con los Cazadores de Bestias.
SHANER: Zaebard debió matarte el mismo día en el que te atrapamos.
Cian le dio un puño en la cara y Shaner escupió sangre, pero no dijo nada, tan solo lo miró, gruñendo.
Tedra intentó soltarse pero el caballero traidor le retorció el brazo tras la espalda, provocándole dolor.
CIAN: Me haré con el castillo de Zaebard y os tendré a todos encerrados en el calabozo hasta que yo decida vuestro destino.
TEDRA: ¿Por qué haces todo esto?
CIAN: Justicia, Alteza.
SHANER: Yo diría despecho.
El guerrero recibió otro puño, y ella gritó con angustia.
Cuatro de los hombres que habían estado manejando las catapultas yacían muertos en el suelo a causa de Shaner, por lo que Cian silbó para que llegasen refuerzos.
CIAN: ¿Cómo va la incursión?
HOMBRE: Hay demasiados soldados de Aion, señor.
CIAN: ¿Cuántos hombres nos quedan?
HOMBRE: La mitad.
CIAN: Ordena que se retiren. Ha llegado la hora de verme cara a cara con Zaebard.
_____________________________________________________________
TO BE CONTINUED...
PARTE 2
Azalea estaba metida en la bañera de agua caliente y espuma aromatizada, relajándose de la tensión acumulada mientras que Kupó y Mog le frotaban el cabello con jabón de flores.
AZALEA: No puedo creer que todavía haya gente aliada con Cian.
KUPÓ: De nuevo estamos en peligro, kupó.
MOG: Quisiera regresar a la tranquilidad que habita en nuestra Ciudad Krystán.
KUPÓ: Yo también, kupó.
AZALEA: No os asustéis, pues Cian no posee poderes mágicos. Y este reino está lleno de soldados y guardias que nos protegerán de cualquier ataque.
MOG: Pintas la escena con demasiada calma y serenidad.
AZALEA: Si la magia no está involucrada en ninguna circunstancia, todo irá bien.
KUPÓ: Ojalá sea así, kupó.
Tras aclararse el cabello, la princesa salió de la bañera y se puso el suave albornoz.
No tenía miedo de las inminentes batallas entre ellos y sus enemigos. Más bien tenía miedo de la batalla en la que estaban sometidos su corazón y su mente.
Esa era una guerra difícil de luchar sin que nadie saliera herido. Y por más que pensaba y meditaba, no lograba aclarar sus confusiones.
Salió a la terraza y observó el anochecer.
¿De qué serviría aclararse si Falon ya había decidido salir de su vida?
Y en cuanto a Challen…
De pronto, vislumbró algo que se movía entre los árboles que quedaban más allá del muro que rodeaba a los jardines.
Los soldados que estaban postrados en ese mismo muro parecían no darse cuenta.
Agitó la mano para llamar sus atenciones pero fue en vano.
Las mascotas volaron hasta ella mientras miraban hacia el bosque.
KUPÓ: ¿Qué ocurre, kupó? ¿A quién saludas?
AZALEA: He visto algo entre los árboles de esa zona. (señalando)
MOG: ¿Quieres que echemos un vistazo?
AZALEA: Sí, pero con mucho cuidado.
En cuanto las mascotas se alejaron volando, Azalea entró en su habitación y se puso su vestido de dormir.
Se sentó frente al espejo del tocador y comenzó a cepillarse el cabello hasta que…
KUPÓ: ¡Azalea!
Ese grito lleno de angustia hizo que la chica lanzara el peine al suelo y saliera corriendo hacia la terraza.
Vio a Kupó y a Mog volando sobre los soldados mientras gritaban las palabras “intrusos” y “peligro”.
Entonces sus ojos se abrieron como platos cuando vio que de entre los árboles salía una catapulta que lanzaba una bola de fuego hacia el castillo, la cual explotó en el muro del jardín central.
De inmediato, el caos se desató en todo el reino; las mascotas regresaron a la habitación y se ocultaron bajo la almohada.
AZALEA: No os mováis de aquí.
Dicho eso, salió al pasillo y se topó con varios soldados que pronto le impidieron el paso.
SOLDADO: Alteza, no salgáis de la estancia.
AZALEA: Pero…
SOLDADO: Es por vuestra seguridad.
Una segunda explosión hizo retumbar el castillo y los soldados se alejaron corriendo.
En cuanto se quedó sola, Azalea aprovechó para ir por las escaleras traseras que llevaban a la cocina.
Al llegar vio a la cocinera y a las sirvientas escondidas bajo la mesa; por la puerta trasera medio abierta se colaba el denso humo de las explosiones.
La princesa se tapó la boca y la nariz con las manos y se dirigió hacia dicha puerta para abrirla y asomarse.
Se sorprendió al ver que hombres vestidos de negro saltaban el muro para enzarzarse en una batalla contra los soldados de Aion.
¿A qué se debía esta guerra? ¿Qué pretendía Cian?
Otra bola de fuego estalló cerca de ella y los cristales de algunos ventanales cayeron como lluvia sobre los soldados, hiriéndolos gravemente.
Al ver que un enemigo se acercaba a ella con la espada en alto, Azalea cerró la puerta y puso la tabla que servía cómo pestillo; arrastró una mesa y la colocó contra la misma, para evitar que entrasen los adversarios.
Sabía que la puerta sería derribada tarde o temprano, por lo que miró a la cocinera y a las sirvientas.
AZALEA: Venid conmigo.
COCINERA: ¿A-adónde, Alteza?
AZALEA: A un lugar más seguro.
Las asustadas mujeres salieron de debajo de la mesa y cruzaron el pasillo a toda velocidad tras la princesa, la cual las llevó a su propia habitación y cerró la puerta para luego dirigirse hacia la biblioteca, de dónde provenían gritos y golpes.
Al girar la esquina del pasillo pudo ver a dos hombres vestidos de negro sujetando a Lilly de los brazos mientras intentaban arrastrarla fuera de la biblioteca.
Impulsada por el miedo y la preocupación, Azalea no dudó en correr hacia los enemigos y empujar con todas sus fuerzas a uno de los dos, el cual cayó al suelo con una exclamación de sorpresa.
Dentro de la biblioteca estaban todos los estudiantes, incluidos los profesores, atemorizados y desesperados.
¿Dónde estaba Challen? ¿Quizá luchaba allá fuera?
LILLY: ¡Cuidado, Azalea!
Antes de que pudiera reaccionar, el enemigo que había caído al suelo la sujetó por detrás y la obligó a entrar en la biblioteca mientras que el otro se llevaba a Lilly.
AZALEA: ¡No! ¡¿Qué queréis de ella?! ¡Suéltame!
LILLY: ¡Azalea! ¡Azalea!
AZALEA: ¡Lilly!
Otra detonación provocó que una de las paredes de ese pasillo estallase en miles de pedruscos que cayeron sobre Lilly, sobre Azalea y sobre los dos hombres.
Los estudiantes gritaron de puro temor; Aika y Lenoic intentaron correr hacia sus dos amigas, pero otros hombres de negro les cortaron el paso con las espadas.
Azalea se sentía aturdida; la cabeza le daba vueltas y los oídos le zumbaban. Su boca sabía a tierra y el aire apenas le llegaba a los pulmones.
Pero su mente solo estaba enfocada en Lilly. Tenía que ayudarla antes de que se la llevasen…
Alzó un poco la cabeza y con la mirada borrosa localizó a cientos de piernas moverse de aquí para allá y espadas que relucían con la luz de los candelabros que colgaban de la poca pared que quedaba.
Intentó pronunciar el nombre de su amiga pero su voz se ahogó con la tos.
Unos pies enfundados en botas de buena calidad se acercaban a ella; quizá era un enemigo que había decidido asestarle el toque final.
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Ver cómo una parte de la pared se derrumbaba sobre Azalea hizo que Falon derribase a tres de sus adversarios con la rapidez de un suspiro. Corrió hasta ella y la alzó en sus brazos para luego esquivar a los que aun combatían y seguir corriendo hacia el interior del castillo, en busca de un lugar seguro.
Mientras que Dalden y Challen se ocupaban de proteger a todos los que yacían dentro de la biblioteca, Falon podría esconder en alguna parte a Azalea para que así ningún enemigo pudiera hallarla.
Llegó hasta la torre más alta y se adentró en la abandonada habitación con cama y dosel; una capa de polvo cubría los bonitos muebles, las cortinas de la terraza estaban descoloridas.
La luz de la luna se filtraba por los ventanales y de lejos se oían los gritos de guerra y el entrechocar de las espadas.
Depositó con cuidado sobre la cama a la chica y la tocó por todas partes en busca de algún hueso roto.
Al fin ella pudo reaccionar y al ver a Falon, se incorporó de la cama para abrazarlo.
Él dudó unos instantes, pero sentirla temblar como una flor en el viento hizo que sus defensas se debilitasen y la abrazase también.
AZALEA: ¿Qué está pasando?
FALON: Parece ser que Cian no se ha conformado con traicionar a Zaebard.
AZALEA: El Oráculo desapareció. ¿Qué es lo que quiere ahora?
FALON: Quizá venganza.
Continuó abrazándola unos segundos más pero pronto la soltó para acercarse a la puerta.
FALON: Cierra con pestillo y no se te ocurra salir de aquí.
Por vez primera, Azalea no lo retuvo, tampoco dijo nada; quizá se debía al estado de shock en el que se encontraba debido a lo que estaba ocurriendo.
El príncipe tuvo el impulso de mirarla por última vez, y al verla tan perdida y temblorosa, sus sentimientos pudieron más que el orgullo y la rabia. Así que volvió hasta ella y la tomó entre sus brazos para después besarla con necesidad y desesperación.
Azalea sintió esa sensación ya familiar de seguridad y paz; hundió sus delicadas manos en el cabello del chico y le devolvió el beso con la misma intensidad.
Estaba claro que cuando Challen la besaba no sentía esa arrolladora pasión que le recorría el cuerpo en ese momento estando entre los brazos de Falon.
Sí, Challen le gustaba, se sentía bien a su lado, lo quería muchísimo, pero no era amor.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y apenas pudo apartar a Falon de su boca.
AZALEA: Espera…
FALON: ¿Por qué?
AZALEA: Yo…no me siento bien…
Dándose cuenta de que hacía tan solo unos minutos los escombros de una pared la habían medio enterrado, el príncipe se dio cuenta de que estaba actuando con egoísmo y despreocupación.
FALON: Lo siento. Júrame que no saldrás de aquí.
AZALEA: Pero los demás…
FALON: Júramelo, Azalea.
Cada vez que Falon la miraba con intensidad y protección, ella no podía negarse a nada.
AZALEA: Te lo juro.
Él asintió y salió de la pequeña estancia.
Azalea se levantó de la cama y cerró con pestillo para luego acercarse a los ventanales y mirar el paisaje que se admiraba desde esa altura.
Efectivamente era una de las torres más altas del castillo además de estar deshabitada. Pero en ese momento el paisaje no era precisamente bonito, ya que el humo de las explosiones y los gritos feroces de la guerra empañaban la noche con promesas oscuras.
La angustia y el temor se apoderaron de su mente, por lo que regresó a la cama y se abrazó a sí misma.
Solo le quedaba rezar por el bienestar de Falon y de todos los demás.
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A Tedra le dolía el trasero por permanecer tantas horas sobre el caballo.
Llevaba cabalgando desde el atardecer, y bajo la oscura noche no era nada agradable andar por el bosque.
Luchaba por no quedarse dormida, los bostezos eran cada vez más seguidos; Shaner parecía cómodo y no se apreciaban signos de fatiga en su apuesto rostro.
De pronto, el guerrero detuvo al caballo y ella se vio obligada a detenerse también.
TEDRA: ¿Qué ocurre?
SHANER: Sssh.
La princesa arrugó las cejas al verlo poner atención a su alrededor; parecía una noche tranquila, pero era obvio que había algo que a ese hombre no le gustaba.
Los ojos se le cerraban y el cansancio le estaba ganando la partida.
Entonces Shaner saltó del animal al suelo y se acercó a ella para arrancarla de su montura, sorprendiéndola así.
TEDRA: ¿Qué haces?
SHANER: Algo no va bien.
La soltó y ató los caballos en el tronco de un árbol, luego la tomó de la mano y la arrastró hacia la espesura del bosque y volvió a sumirse en el silencio para poner atención de nuevo.
Tedra decidió aguzar los oídos y lo que el aire trajo le puso los pelos de punta; unos gritos desgarradores llegaban del sendero que conducía al reino de Aion.
Inconscientemente, se pegó más al cuerpo del guerrero.
TEDRA: ¿Qué crees que está sucediendo?
SHANER: Nada bueno.
Shaner era consciente del miedo que sentía la chica, pero peor se sentía él al pensar en el peligro que podían estar corriendo el rey y su familia. Y para complicación añadida, no podía actuar con rapidez ya que tenía a esa princesa bajo su cuidado.
¿Qué demonios debía hacer?
Una fuerte explosión provocó que Tedra soltase un grito y que Shaner se pusiera más nervioso de lo que ya estaba.
SHANER: Por todos los demonios…
Tiró de la chica y corrieron hacia el oeste del mismo bosque y así rodear el castillo para llegar a la parte trasera.
Pronto vieron columnas de humo negro que subían hasta el oscuro cielo; se podía oír perfectamente el sonido del acero al entrechocar y de los gritos de los hombres.
El terror y la angustia se adueñaron de Tedra, que se soltó de Shaner y corrió directamente hacia el peligro.
SHANER: ¡Princesa!
Fue tras ella y la detuvo del brazo para luego atraparla entre sus brazos, provocando que la chica patalease y le golpease el fuerte pecho con sus puños.
TEDRA: ¡Suéltame!
SHANER: ¡Calmaos!
TEDRA: ¡Allí está mi hermano! ¡Debo ayudarle! ¡Suéltame!
SHANER: ¡¿Qué podría hacer una princesa ante una maldita guerra?!
Esa pregunta cargada de furia logró inmovilizarla; pronto las lágrimas rodaron por sus cálidas mejillas, provocando que el joven capitán se sintiera desarmado, tal y como siempre le sucedía cuando la veía afligida.
Quiso secarle una lágrima pero el ruido del crujir de las hojas lo alertó y la obligó a correr de nuevo hasta situarse tras los altos arbustos.
Frente a ellos se alzaban tres catapultas que estaban siendo manejadas por seis hombres vestidos de negro.
¿Quiénes eran? ¿Y por qué atacaban al reino?
Por las voces que llegaban del castillo era obvio que había más enemigos luchando contra los soldados de Zaebard.
Maldita fuera…
La culpa recayó sobre Shaner como un mazazo de acero puro; si no se hubiera marchado del reino…ahora mismo podría estar protegiendo al rey y a su familia.
Sin mirar ni una sola vez a la joven que temblaba y sollozaba a su lado, sacó la espada y dijo:
SHANER: No os mováis de aquí hasta que yo os avise.
TEDRA: ¿Adónde vas? ¿Qué piensas hacer?
SHANER: Guardad silencio.
Dicho eso, bordeó los árboles que quedaban a espaldas de los atacantes y tras soltar un rugido salió con la espada en alto para enfrentarse a los seis adversarios él solo.
Tedra observó la escena con el corazón encogido.
Por todos los dioses… ¡Shaner se había vuelto loco!
Parecía que lo cegaba una furia intensa por la forma brutal en la que luchaba. Y no pudo evitar contener el aliento cuando uno de los enemigos le hirió en el brazo.
No quería seguir mirando, pero tampoco podía apartar la mirada por temor a que terminase gravemente herido o quizá muerto…
No, no, no. Eso no debía ocurrir.
Oyó pasos que se acercaban y trató de ocultarse más todavía, encogiéndose entre los arbustos.
Ojalá terminase pronto todo eso…
Deseaba estar en el refugio de su castillo en Ciudad Kan-is-Tra, con el arropo de sus padres… Deseaba que Falon estuviera a su lado, sano y salvo…
VOZ: Vaya, vaya, vaya.
Esa conocida voz obligó a la princesa a alzar la mirada para encontrarse con el caballero Cian, el cual la miraba con una maliciosa sonrisa.
CIAN: Mira a quién tenemos aquí.
TEDRA: ¿Pero qué…? ¿Tú no estabas encerrado en el calabozo? (asombrada)
CIAN: Exacto: “estaba”. ¿Qué hacéis aquí en medio del bosque a altas horas de la noche?
TEDRA: …
CIAN: Esperad, no respondáis. Estáis aquí a causa de ese maldito guerrero.
La cogió del brazo y la obligó a incorporarse para después llevarla hacia dónde estaban las catapultas.
Para amargura de Tedra, Shaner había sido vencido y arrodillado al suelo con la punta de una espada pegada a su cuello.
TEDRA: Shaner…
CIAN: No tan rápido, princesa. Hoy es mi día de suerte: tengo en mi poder a las dos personas que estropearon mis planes de apoderarme del Oráculo.
Tanto Shaner y como Tedra se sorprendieron al oír eso.
¿Acaso no viajaron al pasado para cambiar una pequeña parte del futuro? ¿Cómo era posible que Cian recordase aquél acontecimiento después de haber removido dicho futuro?
Adivinando sus pensamientos por las expresiones de sus rostros, Cian soltó una carcajada.
CIAN: ¿Creísteis que mi memoria fue borrada? Gracias al tiempo que estuve encerrado en ese maldito calabozo pude escuchar de boca de los guardias todos los chismes sobre el viaje en el tiempo junto con los Cazadores de Bestias.
SHANER: Zaebard debió matarte el mismo día en el que te atrapamos.
Cian le dio un puño en la cara y Shaner escupió sangre, pero no dijo nada, tan solo lo miró, gruñendo.
Tedra intentó soltarse pero el caballero traidor le retorció el brazo tras la espalda, provocándole dolor.
CIAN: Me haré con el castillo de Zaebard y os tendré a todos encerrados en el calabozo hasta que yo decida vuestro destino.
TEDRA: ¿Por qué haces todo esto?
CIAN: Justicia, Alteza.
SHANER: Yo diría despecho.
El guerrero recibió otro puño, y ella gritó con angustia.
Cuatro de los hombres que habían estado manejando las catapultas yacían muertos en el suelo a causa de Shaner, por lo que Cian silbó para que llegasen refuerzos.
CIAN: ¿Cómo va la incursión?
HOMBRE: Hay demasiados soldados de Aion, señor.
CIAN: ¿Cuántos hombres nos quedan?
HOMBRE: La mitad.
CIAN: Ordena que se retiren. Ha llegado la hora de verme cara a cara con Zaebard.
_____________________________________________________________
TO BE CONTINUED...
SweeT PrincesS- Mensajes : 124
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Re: Azalea, Flor Del Desierto (Entre El Amor Y El Odio) CAPÍTULO 20
OMG *___* ... Ya viene lo bueno (? Espero tu continuación :D
Mis felicitaciones, cada vez logras aumentar la trama *3*
Mis felicitaciones, cada vez logras aumentar la trama *3*
Re: Azalea, Flor Del Desierto (Entre El Amor Y El Odio) CAPÍTULO 20
Ohhhh no lo puedo creer, esto cada vez se pone más interesante
No aguanto las ganas de saber que sigue, que más va a pasar
No aguanto las ganas de saber que sigue, que más va a pasar
~Shia~- Mensajes : 332
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